26.8.20

Crónicas de Paul Morgan #10



"El Lamento de los Desposeídos" (Parte 4 de 10)
Historia: RH Herrera

IV: Estramonio.

"¿Qué mierda está pasando?", pensé al encontrarme con dantesca escena. Corrí, corrí hasta que mis pulmones no daban más de sí. Al llegar, me encontré con los sobrevivientes huyendo del lugar. Los bomberos hacían todo lo posible por apagar las llamas. Entre el humo y las luces rojizas, se podían apreciar decenas de cuerpos, destrozados, calcinados. Resulta difícil a simple vista saber que ocurrió antes.
Los paramédicos atendían a los heridos, entre los cuales, se encontraba el recepcionista del hotel. Me acerqué y le pregunté:

What happened here? (¿Qué sucedió aquí?).

They came during the night, they brought torches and machetes, they attacked people (Vinieron durante la noche, traían antorchas y machetes, atacaron a la gente).

Who arrived? Who? (¿Quiénes vinieron? ¿quiénes?)

Zombies.

Mierda, quienquiera que sea este maldito, sabe que voy tras él, y es capaz de matar tanta gente inocente sólo para intentar intimidarme. Carajo, sí tan sólo esos malditos Loas fueran de mayor utilidad.
Suerte que viajo con poco equipaje, todo lo necesario lo traía conmigo. No había nada que pudiera hacer durante la noche, las llamas consumían todo a su paso, y mi presencia no haría más que estorbar a las fuerzas de ayuda.
Volví caminando a la zona urbana, y busqué el primer motel que encontré. La recepción no era muy limpia, y un horrible resplandor de color celestino inundada el lugar:

A room (Una habitación) —le dije al recepcionista.

Do you come alone? (¿Viene usted sólo?) —preguntó.

Yeah, just give me a damn room (Sí, sólo deme una maldita habitación).

Of course, our service includes a courtesy, I can send you a young lady to keep you company (Por supuesto, nuestro servicio incluye una cortesía, puedo enviarle alguna señorita a hacerle compañía).

It's not necessary (No es necesario).

Maybe a young man? (¿Quizás un jovencito?)

No.

Can be as young as you want… (Puede ser tan joven como usted desee) —mierda, no puedo fingir que no escuché eso.

Tomé al sujeto de la camisa, y con fuerza introduje el cañón de mi arma por su boca. Me sentí muy tentado de jalar el gatillo:

Listen to me, son of a bitch, if I find out that you are enslaving children, the next place where I'll stick this barrel will have no teeth, and this time I'll shoot (Escúchame bien, hijo de puta, si me entero que estás esclavizando niños, el próximo sitio donde pondré este cañón no tendrá dientes, y esta vez dispararé).

Sentía el temblor del cuerpo del individuo, vi el miedo en sus ojos y sentí el olor de la orina que brotaba de él. Creo que entendió la lección.
Lo empujé con fuerza, y al incorporarse me entregó las llaves de una habitación. La noche fue más larga de lo que pensaba. Estas malditas paredes, son delgadas, como hojas de papel. No entiendo el sentido de gritar durante el acto sexual, pero por algún motivo, la gente acá parece disfrutarlo.
La habitación era pequeña, una puerta, una ventana, una cama de una plaza y un pequeño baño. Las paredes cubiertas con un feo papel tapiz celeste con cupcakes estampados, y un gomero en una maceta al lado de la ventana. No soy alguien de muchos lujos, pero esto es indignante hasta para mí.
Gran parte de la noche la pasé intentando dormir, el resto de ella tratando de arreglar el inodoro. La cadena se encontraba cortada, y parecía que hace semanas no contaba con agua… vaya mierda de sitio.
Tras el amanecer volví al sitio del incendio, el hotel Cubanito. Había quedado reducido a cenizas, y una cinta de escena del crimen rodeaba la zona. Volví a ejecutar mi papel. Entre los oficiales del lugar se encontraba Fritz. Sin perder tiempo, me acerqué a él.

Do you have any idea what happened here? (¿Tienes idea de lo que ocurrió acá?)

The foreign cop, I knew you would be involved in this (El policía extranjero, sabía que estaría involucrado en esto)

What can I tell you? The news run fast (¿Qué puedo decirte? Las noticias corren rápido).

It's not common for other countries to get involved in local crimes (No es común que otros países se involucren en crímenes locales).

I understand perfectly, but this is an international business. If you prefer you can call the ambassador and ask him yourself (Entiendo perfectamente, pero este es un asunto internacional. Sí lo prefiere, puede llamar al embajador y preguntarle usted mismo).

Una jugada digna del póquer, obviamente no contada con el apoyo de la embajada, pero sí contaba, con que aquel policía no tendría los huevos de molestar a una autoridad internacional.
Tras cruzar el cordón de seguridad y de entre los escombros, no encontré más que ceniza y algunas pertenencias calcinadas. Sin embargo, en lo que parecía ser los escombros de la habitación de la chica hindú, encontré una pequeña estatua de cuarzo rosa, una civeta similar a su familiar. Esta pequeña estatua cabía en la palma de mi mano y le faltaba una oreja, pero no encontré otro rastro de la sacerdotisa Kalika.
Estuve varios minutos investigando el incendio. No era difícil deducir que habían utilizado un acelerante, nitrato de amonio y azúcar. Este tipo no sólo era un santero, sino también un químico experto. 
Esa tarde caminé hasta el café donde me había encontrado con Sabatte. No tenía dónde más ir, el motel no era un sitio agradable para pensar. Me senté en una de las mesas del exterior, mirando al maldito océano. Golpeaba la mesa con el dedo mayor de mano derecha cuando el ruido de mi teléfono rompió mis pensamientos: 
—Mierda —exclamé. Al inspeccionar la pantalla me di cuenta que era Lavy. Presioné el botón de silencio y volví a intentar pensar.
La tarde se volvió larga, y mi cerebro se encontraba seco. Le solicité al camarero un café, sí, de esos malditos que valen quince dólares. El muchacho asintió y tras cuatro minutos llegó con una taza de café humeante y una copa de soda. Maldita sea, el agua acababa de hervir y al intentar tomarlo quemé la punta de mis labios.
—Carajo, qué idiota —dije, mientras dejaba el café sobre la mesa. En ese instante vi el vapor que se elevaba formando espirales, espirales que me recordaban a mi conversión con Maman Brigitte: “un trozo de animal rosa”, golpeó como un taladro mi cabeza.
Introduje mi mano en mi bolsillo y saqué la estatuilla de civeta. De la nada comencé a reír, y reí tan fuerte, que el resto de los comensales comenzaron a mirarme.
En aquel instante, entendí todo. Las crípticas palabras de Legba, “un demonio extranjero que devora la vida”… Claro, ese demonio es la diosa Kali, y el trozo de animal rosa es esta pequeña estatua de civeta. Eso implica que aquellos hombres no buscaban atacarme a mí. Yo y mi ego, creí que esa chica hindú me seguía, pero era yo quien estaba en un sitio que no debía. Esos tres hombres la buscaban a ella, y el maldito incendio, fue para atraparla… Un momento, eso quiere decir que…
Saqué un puñado de dólares y los dejé sobre la mesa. Comencé a correr hacia la costa, comprendiendo que habían capturado a la chica y que si no descubría pronto su ubicación estábamos condenados.
Maman Brigitte nombró la costa por algún motivo. Aún con el sol en el cielo, llegué a la playa, y examiné mi teléfono para ver la hora. Treinta llamadas. "Maldición, ahora no, Lavy", pensé, y al levantar la mirada, vi a aquella civeta rosa entre los árboles cercanos. Comencé a seguirla.
—¡Mishka! —grité, intentando que el animal mágico se detuviera, mas, no lo hacía. Comprendí entonces que me estaba guiando al punto donde se encontraba su dueña.
En medio de la densa vegetación, la criatura desapareció, aquí entre la nada. Separé las hierbas con las manos y pude ver lo que parecía una casa en medio del bosque.
El sigilo no es una de mis facultades. Intenté mantenerme oculto mientras me acercaba. Sin embargo, me di cuenta que la mayoría de los guardias eran personas dopadas con estramonio. Es una mala elección de guardias.
No tuve muchas dificultades para ingresar, mas, el interior era otra historia. Guardias armados, piratas muy probablemente, portaban machetes y sub-fusiles. No era mucho lo que podía hacer contra la diferencia de armamento.
Uno de ellos me capturó, amarraron mis manos a la espalda y me llevaron a un antejardín. Frente a mí, un hombre, musulmán por sus rasgos, con piel clara, y una fina y cuidada barba con forma de candado.

—Disculpe Señor, no creo que nos conozcamos —dijo, intentando esconder su acento.

—Parece que usted si me conoce —le dije, mientras dos guardias a mi espalda me apuntaban.

—Por favor —dijo, dirigiéndose a los soldados—. Alá dice que hay que ser cortés con los invitados.

Tras decir esto los soldados dejaron de apuntarme. Uno de ellos tomó su navaja y me liberó.

—Por favor, señor… —dijo, señalando una pequeña mesa ubicada en el jardín.

—No finja que no conoce mi nombre —le dije—. Ha estado observándome desde que me atacaron sus hombres.

—Bien, señor Morgan, tome asiento —caminó hasta lo que parecía una pequeña cocinilla, y trajo consigo una tetera.

Aquel jardín estaba decorado de una manera poco convencional. El suelo estaba cubierto de arena, pero no arena de la playa. Este tipo de arena era similar a la encontrada en los desiertos. Piedras, cactus… parecía que este tipo había adecuado el lugar para sentirse en casa.

—¿Le llama la atención la arena, señor Morgan? —dijo, mientras me servía una taza de té.

Había algo raro en la arena de ese lugar, traía recuerdos a mi mente de cosas que preferí olvidar: sangre de ángel en el suelo, sangre de demonio en el suelo, la sangre de Alexa…

—Cuando era niño, fui secuestrado por un grupo de chatarreros del desierto, ellos me obligaron a aprender la alquimia y me enseñaron a sintetizar opio.

—¿Intentas hacer que empatice contigo? —dije en tono desafiante—. Pierdes el tiempo, no lograrás nada.

—No, señor Morgan —dijo, en tono condescendiente—. Pretendo que comprenda por qué voy a purificar esta tierra.

De pronto apareció un hombre negro, anciano, vestido con pieles de animales. Me miró fijamente.

—Creo, señor Morgan, que ha estado persiguiendo a mi amigo —dijo, mientras le servía una taza de té—. Estas personas, su religión, su cultura… es bastante interesante. A pesar de estar alejados del camino de Alá, ellos comprenden la necesidad de purificación. Anwar se ofreció a ayudarme, él me está dando un ejército para seguir la palabra de Alá.

—¿Quieres terminar esta maldita mierda? —algo raro sucedía, la sensación de incomodidad aumentaba cada vez más, mi cuerpo se sentía frío y pesado. Aún así, intenté mantener ocultas mis emociones—. No me interesa tu estúpida forma de llegar a la iluminación.

El anciano sólo observaba la conversación. Mientras, en un descuido del musulmán, cambié las tazas de té. Él continuaba con su monólogo.

—No puede comprender, señor Morgan.

—Perfecto, todos asumen lo que puedo y no puedo entender.

—Alá demostró su poder.

Carajo, qué mierda está pasando. Esa sensación de ansiedad, mi corazón late a una velocidad inusitada, mi cabeza duele, ni estómago se aprieta.

—Crecí y destruí el laboratorio de opio, maté a mis captores, hui al desierto.

Sus palabras se volvían cada vez más y más enérgicas, podía ver el fervor de sus ojos, era todo un fanático.

—Caminé, durante días calurosos, noches frías como el hielo. Creí que moriría deshidratado, débil, y ya sin fe, lo vi.

En ese instante, mi corazón término de estremecerse. Sentí cómo millones de agujas atravesaban mi columna.

—La luz. Me levanté y vi frente a mí decenas de ángeles siendo devorados por la serpiente del mundo.

—¿Qué mierda?

—Al pájaro del cielo rompiendo la bóveda celeste, y a la bestia de la tierra hacerse uno con la arena. Era mucha la maravilla ante los ojos de este humilde mortal.

—No, es imposible…

—Y luego, desde el Cielo, la voz de Alá, ofreciéndome esperanza. Allí fue que comprendí que debo limpiar el mundo…

Continúa…

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