Historia: Zirijo
VI
Antes.
Casa de Jason Shore Jr.
Jason
Shore Jr. despertó muy temprano ese día, mucho más temprano de lo que
acostumbraba. Soñó con este momento toda la noche, y está contento. Todo lo que
había planeado se está cumpliendo con exactitud. Ordena sus cosas como si fuera
al colegio, pero en vez de cuadernos, empaca sus bombas, entre las que se encuentra
la mejor de sus invenciones, la “bomba igualadora”, como le gusta llamarla.
Esta contiene la sustancia que le había llegado por correo, todo lo que
necesita para hacer de este mundo un lugar “mejor”.
—Me
voy —acostumbra a decir antes de irse, aunque él sabe que no hay nadie en casa.
Todas las mañanas era igual: despertar, hacer el desayuno, sacar dinero de las
chaquetas de papá, despedirse de una familia que no estaba (solo para sentirse
acompañado) y partir al colegio, salvo que en esta ocasión el destino de su
salida es diferente. Sale con dirección al centro comercial.
"Una
aquí, otra aquí, y la última por ahí", piensa y planea sobre un mapa hecho
sobre una servilleta, mientras viaja en metrotren, "estos son los puntos
en que pondré las bombas, todo será tal como lo planeé".
Al
instalar las bombas, las sincroniza para que hagan explosión a las 14 horas, la
hora cuando más gente anda por el centro comercial, haciendo compras de última
hora, o simplemente buscando un lugar donde comer.
"Son
el lugar y la hora perfectas, nada puede salir mal", pensaba Jason. Todo está
saliendo como pretendía.
Lo
que no sabe Jason, era que uno de los hermanos Smith, Justin, había perdido su
gorra dentro de un tarro de basura, donde estaba una de las bombas.
—Mira
lo que encontré Julie, hay que avisarle a George —dice Justin a su hermana
mayor.
—Sí,
pero está sacando dinero de un cajero automático —le responde Julie, un tanto
asustada.
—¡NO!,
dejen mi bomba ahí —se escucha desde lo lejano del pasillo. Jason alcanza a
descubrir a los hermanos Smith en uno de sus paseos de guardia. Está muy
pendiente de sus bombas y que todo saliera como lo ha planeado, como lo ha “soñado”.
—Estás
loco, como se te ocurre poner en peligro así a la gente —le reprocha Julie
Smith al joven que los detenía.
—No
es asunto tuyo. Cuando todo esto termine mucha gente me dará las gracias.
—Estás
enfermo —le reitera Julie.
—Eso
dicen ahora… pero después todos dirán que soy quien los hizo más iguales de lo
que nunca fueron.
En
la discusión ya dan las 14 horas, y la bomba está a punto de explotar. Jason, sabiendo
las consecuencias, tira la bomba al aire, en el espacio entre los pisos y se
agacha. Las explosiones coordinadas se producen, pero al haber sacado la bomba
de donde estaba, causan que la estructura del centro comercial se vea dañada,
lo que provoca una serie de derrumbes.
—Estúpidos,
por su culpa mi plan no funcionará… Serán testigos de mi “bomba igualadora”,
ustedes serán los únicos que sufran las consecuencias… Ya nada vale la pena, el
plan se fue por los suelos —dice Jason a los más pequeños de los hermanos Smith,
mientras saca la “bomba igualadora” de su mochila. El humo impide que la gente
lo vea, por lo que la impunidad está de su lado.
Se
escuchan los gritos de George a lo lejos, a lo que Jason le ordena que se
detenga. No escucha y aprieta el botón.
De
lo siguiente de lo que es consciente es de que fue expulsado de la explosión y
que un poco de la sustancia le cae encima. Llamas bailan en frente suyo, y unas
figuras, tres de ellas, se hacen presentes, todas cubiertas de fuego.
VII
Mientras. Los hermanos Julie y Justin Smith.
Los
hermanos Smith fueron al centro comercial ese día.
—No
creas que se me olvidó lo que pasó ayer, Justin. Vamos al centro comercial para
comprar algunas cosas para la casa —le explica George Smith, el mayor de los
hermanos, a su hermano más pequeño, quien había sido castigado porque lo
sorprendieron peleando con un compañero. Lo que no sabía la directora era que
Justin se puso a defender a un amigo, y no a pelear porque sí.
Justin,
el hermano más pequeño, era muy juguetón, mientras que George y Julie habían
tenido que madurar a la fuerza. George se había hecho cargo de la familia
entera, al no estar los padres presentes, por lo que tuvo que buscar empleo muy
joven. Había descubierto una vocación muy extraña en estos tiempos, por lo que
engrosó las filas de la policía de Northcrem, convirtiéndose en un joven
detective.
Ese
día, mientras dan unas vueltas por el centro comercial de la ciudad, el mayor de los hermanos se sorprende al ver que no hay dinero en su
billetera. Lo había olvidado en el comedor de su casa, por lo que se dirige a
sacar dinero de un cajero automático.
—Ya
vuelvo, espérenme aquí, y no hagan travesuras —les advierte el mayor de los
Smith a su hermano y hermana—, vuelvo en seguida.
Justin
comienza a jugar con un avión hecho de cartón y un motor, que había construido
George para que su hermano se entretuviera. Mientras juega, deja caer
accidentalmente su gorra en un basurero cercano, y su hermana lo vigila para
que no vaya muy lejos solo. En lugar de sacar su gorra, Justin encuentra otro
artefacto en el tarro de basura.
—¿Qué es esa cosa? Se ve peligrosa —se
pregunta el muchacho, sacando una cajita negra desde el basurero—. Tiene unos
números rojos…están retrocediendo…
—¡Es
una bomba Justin! —le dice preocupada Julie a su hermano menor.
Lo
siguiente es una explosión y flamas, bolas de fuego por todos lados, incluso en su piel.
VIII
Control de seguridad del centro comercial
de de Northcrem.
—¿Ves
a ese muchacho? Ha estado tirando cosas a los tarros de basura por un rato, voy
a ver qué sucede —le comenta un guardia de seguridad a su compañero de turno—.
Estos vándalos de hoy, no saben que lo que hacen puede traer consecuencias.
—Ok,
Tom, ten cuidado.
Apenas
el guardia de seguridad, Tom Kitajima, llegó al primer piso, comenzaron las
explosiones.
—Alerta,
hay que evacuar a las personas, cambio… ¿me escuchas Daniel? —lo que no sabe
Tom es que Daniel, su compañero, fue atrapado por la explosión, ya que una
bomba fue puesta en la puerta de la caseta de guardias, para que no salieran—.
Daniel, cambio. Responde Daniel, maldita sea. Tendré que ir solo —Tom se
dispone a seguir, pero en ese momento escucha la siguiente explosión, y ve que
en un pasillo del centro comercial había una gran flama, y frente a ella un
muchacho. Tom corre a ver qué sucede, y toma del brazo al muchacho, el cual
tenía una extraña sustancia en su cuerpo, de color verde. Éste lo suelta.
—Yo
no quería que sucediera esto, esto no estaba en el plan…en el sueño… ¡nada de
esto!
—Tranquilo,
muchacho. Esto no es tu culpa, hay que esperar a los bomberos para que te
quiten eso que tienes —le dijo el guardia de seguridad al muchacho, sin saber
lo que realmente pasaba.
Mientras
tanto, el caos se apodera de la gente que concurría al centro comercial a esas
horas. De las llamas aparecen tres figuras rodeadas de fuego. De sus brazos,
piernas, de todo su cuerpo salían flamas.
—¿Qué es eso? ¿Dónde estamos? —se pregunta
George Smith, quien está en una extraña situación. Después de haber sobrevivido
a la explosión del centro comercial, lo que recuerda es que empujó a un
muchacho para que no se viera envuelto en la explosión de una bomba. Ahora está
con sus dos hermanos, cubiertos por flamas que salen de sus propios cuerpos. El
asombro se apodera de él y por un momento se encuentra asustado.
—¿Julie?
Justin? ¿Donde están? —se pregunta el joven detective. Dos figuras iluminadas
entre las columnas de humo le responden. George se dirige hacia sus hermanos y
les pregunta si en verdad son ellos. Le contestan que si, y los ve en la misma
situación. No saben qué hacer. Están ocultos de la multitud, ya que si aparecen
así solo podrían empeorar las cosas. Se miran unos instantes, atónitos frente a
tal situación. Por un momento el miedo corroe sus pensamientos, pero al verse
juntos, ese miedo desaparece. En estos momentos, lo que llaman “apoyo familiar”
se hace presente.
Tom,
el guardia de seguridad, ve las figuras brillantes cerca de él y se dirige a
ellas. Saca su pistola de electroshock sólo por seguridad y avanza por el
destruido centro comercial.
—¿Quiénes
son ustedes? —le pregunta el guardia a las flamas vivientes.
—Somos
la familia Smith, no se alarme. No queremos dañar a nadie, solo que algo
sucedió —le responde George al guardia, quien en ese momento los ve
directamente, y queda maravillado ante lo que ven sus ojos, ¡personas a las que
les sale fuego del cuerpo! Ni en sus sueños más extraños había visto tal
visión. Guarda su arma, y con un tono de asombro y extrañeza sigue con las
preguntas.
—¿Y…
cómo?, ¿qué les pasó?
—No
lo sé, una explosión, un líquido que ardía y luego el fuego —sigue hablando el
mayor de los hermanos—. Pero lo más importante no somos nosotros, sino que
solucionar la situación —prosigue.
—Tienes
razón, pero la gente no sabe qué hacer, están todos desorientados. Necesitamos
que alguien los guíe a las salidas
de emergencia.
Entonces
el llamado del deber que hizo de George Smith el detective más prometedor de la
policía de Northcrem lo hizo entrar en razón.
—Nosotros
podemos guiar a la gente entre el humo y los escombros, ahora somos luz. Lo que
te movió a venir con nosotros, a ellos también los llamará.
—De
acuerdo, yo intentaré activar los altoparlantes para indicar a la gente que los
sigan —dice Tom—. Hay una cabina de emergencia en el primer piso.
—Yo
te acompañaré ahí —se ofrece Justin Smith, siguiendo el ejemplo de su hermano—.
Tú me dices hacia donde y yo iluminaré
el lugar.
—Bien
—exclaman George y Tom. Ambos saben que el trabajo en equipo solucionará la
situación.
—Estimados ciudadanos, que no
cunda el pánico, estamos trabajando para que la evacuación sea lo más rápida
posible —se oye al
rato, desde los altoparlantes: era Tom, quien estaba dando instrucciones a las
personas que quedaban en el centro comercial—.
Por favor, no se asusten, tenemos personas especializadas trabajando con
nosotros. Por favor, sigan las figuras iluminadas para llegar a las salidas.
—Esa
es nuestra entrada, Julie —le dice George Smith a su hermana menor.
Comienzan
a aparecer siluetas rojas entre el humo, indicando el camino de salida. Lo que descubren
entonces los hermanos Julie y George Smith era que el fuego que sale desde su
cuerpo le da mayor energía a sus músculos, y hace que sus cuerpos sean más livianos,
lo que permite que corran tan rápido que sólo se ven largas colas de fuego, las
que guían a las personas a la salida principal.
—
¿Están todos a salvo? —pregunta Julie Smith a su hermano Justin, con quien se
junta en la cabina de emergencia de la que hablaba Tom.
—No
lo creo hermanita, hay personas atrapadas en el segundo piso. Hay que ir por
ellas.
Ambos
suben por las escaleras de emergencia hacia el segundo piso, pero ven que están
bloqueadas por vigas de acero que impiden el paso. Justin escucha los gritos de
las personas que se encuentran aglomeradas al otro lado de la escalera.
—No
sé cómo podemos sacar estas vigas del camino —le comenta Julie a su hermano
menor, mientras que éste está tratando de empujarlas o tirarlas. Lo que
descubren es sorprendente: donde se apoyó Justin se había derretido el acero,
lo que les da a los hermanos una idea. Comienzan a empujar la viga y mientras
más esfuerzo utilizan, más fuego, o energía, se concentra en sus brazos y
manos, lo que produce que el acero se derrita por completo y permite que la
gente pueda bajar sin mayor problema.
La gente veía con asombro a estas
personas de fuego, pero el agradecimiento fue más grande, y solo se detuvieron
a darles las gracias.
—Bien
hecho chicos —los felicita George—. Ahora que no queda nadie, hay que salir de
aquí.
—¿Y
el muchacho de las bombas? —pregunta Julie a Tom.
—Debe
haberse confundido con la multitud y haber escapado por la puerta principal —responde
Tom.
De
pronto, mientras se dirigen a la salida, los pilares que sostienen los escombros
del techo ceden, precipitando pedazos de concreto, vidrio y acero a las cabezas
de los hermanos Smith y del guardia de seguridad del centro comercial.
Sorprendido por el derrumbe, George Smith, solo piensa en detener la mayor
cantidad de escombros posible, y salta al encuentro de los escombros. De lo que
no logra darse cuenta, es que con el grado de concentración y el salto, logró
detener en el aire los pedazos más grandes del techo, y empujarlos hacia un
lugar vacío, mientras que Julie pone sus manos y recuerda el esfuerzo hecho para
derretir la viga de acero, con lo que expulsa una bola de fuego que derrite y
empuja los escombros más pequeños lejos de sus cabezas. Se miran sorprendidos
de sus habilidades y se disponen a salir del edificio.
—¿Qué
nos pasó? —pregunta Julie a George.
—No
lo sé, hermana —responde—. Pero creo que esto puede ser bueno… Quizás podamos
hacer una diferencia, juntos.
—Si,
George. Juntos.
Tras
el agradecimiento de las personas, los tres hermanos se elevan, y vuelven a
casa, dispuestos a entender todo lo que pasó, y con la convicción de sacar lo
mejor de ello.
Así
nace una leyenda, la familia más poderosa y unida de todo el mundo, recordados
por todos como La Familia de Fuego.
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bien
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