Historia: Diego Arévalo.
I
Duncan
abrió los ojos viéndose rodeado por la oscuridad. Apenas reconoció el cuarto en
el que se había escondido un rato atrás. Había una capa de polvo sobre el suelo
que seguramente cayó poco después de quedarse dormido y por cierto no recordaba
haber querido dormir. Se levantó, y se sacudió la gruesa capa de tierra que lo
cubría, así como el piso. Miró el techo agrietado, tratando de recordar esos
surcos en la pintura. Los muebles parecían desordenados y varias de las cosas
sobre éstos estaban rotas o habían caído.
Todo
lo demás estaba en perfecta calma. Pero era extraño que en Unife no hubiera
ruido alguno. Salió a la calle aún limpiándose y lo que vio le sorprendió aún
más que las extrañas condiciones de su despertar; la ciudad estaba en ruinas,
la gente caminaba de un lado a otro, apresurados, tratando de organizarse y ver
la manera de reconstruir lo que quedaba de su ciudad.
Duncan
hizo memoria tratando de evocar lo último que había visto antes de esconderse
por orden de Kao. “¡Mi papá!” se dijo asustado y preocupado; y salió corriendo
hacia las afueras de Unife donde lo había visto pelear con esos seres por
última vez. Allí ya no había nada, sólo las marcas y cráteres que los
combatientes dejaron en el suelo. Entonces corrió al parque, hacia la cueva que
su padre solía frecuentar cuando necesitaba consejo. Aquella cueva que le
reveló tantas cosas a él mismo. Pero no estaba. Cabizbajo se encaminó hacia el
vertedero de chatarra; ojalá su mamá estuviera ahí todavía.
II
Mientras,
en Angalil, Kao se escondía del resto de los héroes en la antigua sede de los
Defensores Unidos. Escuchó a ese “falso dios” llamado Logos, a quien ya había
visto en el pasado. Su mente no estaba muy clara, mundos enteros se le cruzaban
en sus recuerdos confundiéndolo. Pareciera que los golpes recibidos en la
batalla contra el infierno aún escocieran en su cuerpo, pero a la vez sentía
como si muchas cosas hubieran tenido lugar entre ese momento y un rato atrás
cuando abrió sus ojos en la isla, al otro lado de la pared de agua.
Cuando
Logos se desvaneció de la sala, Kao esperó a que Black Force se apartara un
poco, se le acercó, invisible como estaba, y lo llamó al tejado.
—¿Qué
pasó aquí? —preguntó Kao una vez que su amigo hubo llegado.
—No
lo tengo claro aún —respondió Black Force—. Recuerdo estar peleando contra esos
demonios junto con ese fuego y toda la parafernalia, pero más allá no sabría
decirte… Para serte sincero no entiendo que pasa, todos estamos igual de
confundidos y al parecer el único que tiene las ideas claras es Logos…
—Ya
veo —asintió Dave—. Es lamentable el que no pueda recordar mucho, creo que ya
he tenido esta sensación.
—Es
cierto, pero definitivamente no es ese nuestro principal problema.
—Tienes
mucha razón —coincidió Kao, al tiempo que posaba su mirada sobre la ciudad
semidestruida—. Queda mucho por hacer.
—¿Entonces?
—No
lo sé. Quiero encontrar a mi hijo antes de decidir cualquier cosa. Y también
quiero saber de “ella”.
Black
Force posó su enorme mano sobre el hombro de Kao haciéndole entender que lo
entendía, y al mismo tiempo lo comprendía por esconderse del resto de los
defensores. Kao lo miró y le tendió la mano. “Dale mis saludos a Damon”, dijo,
y se fue volando. Black Force bajó al salón, donde aún quedaban algunos de sus
compañeros, con la leve idea de que no podría contar con Dave ni los otros en
esta ocasión.
III
Ya
estaba oscuro cuando Kao llegó al skate park de Unife, y tal como lo supuso, su
hijo estaba ahí, sentado sobre su tabla. Duncan se puso de pie y corrió a los
brazos de su padre.
—¿Qué
pasó, papá? —preguntó Duncan.
—Ojalá
supiera hijo, de verdad —respondió Kao, y luego se transportaron a la Mansión
Órbita, su hogar, que giraba en torno a la Tierra.
Al
llegar notaron algo extraño. La plataforma plateada y brillante parecía más
luminosa, como si estuviera viva; la gárgola sobre la puerta estaba ligeramente
más afuera y su expresión era más real; las paredes parecían resplandecer, pero
al mirar con más detalle, seguía todo decepcionantemente igual. Entraron.
Una
vez dentro, escucharon una voz que venía desde todos los rincones de la casa.
Además, esa voz era inquietantemente conocida: era el Agonizante quien los
llamaba.
—¡Mis
queridos huéspedes!, tanto tiempo sin verlos por aquí. ¿Que había sido de
ustedes?
—Tu
voz no ha perdido su sarcasmo, Agonizante. ¡Muéstrate! —exigió Kao.
—Me halagas hijo. Sin embargo, creo que no es
posible acceder a tu petición ya que no sé por qué motivo no puedo adquirir una
forma física visible. Bueno, sabrás que han ocurrido muchas cosas este último
tiempo de las cuales no recuerdo mucho. Es más, creo no recordar mucho más que
tu. Lo que sí sé es que en algún momento, durante o después de todos estos
cambios, esta Mansión se vio amenazada con desaparecer, de modo que para salvar
mi creación, y por sobre todo los libros, puse todo mi poder en un hechizo que
la mantuviera en este mundo. Y como verás, quedé atrapado en ella.
—¡Já!
—interrumpió Duncan—. Definitivamente es algo así como un digno castigo, aunque
tengamos que escuchar tus sarcasmos y tu irritante tono todavía.
—¡Kao,
por favor! Dile algo a tu hijo, al menos me debe el respeto por la edad.
—No
tengo por qué hacerlo, es cosa de él, y hasta donde presiento, no puedes hacer
mucho, de otro modo ya lo hubieras amenazado con algo —dijo Kao.
—En
fin —respondió el Agonizante—. Creo que me lo merezco después de todo. Pero aún
tengo una pregunta para ustedes.
—Dila
—respondió cortante Kao.
—¿Sabes
qué fue lo que realmente pasó?
—No,
pero supongo que nos lo vas a decir… ¿o me equivoco?
—Te
equivocas. Estoy tan, como decirlo... desconcertado, como ustedes. Soy, por si
no lo recuerdan, un mero espíritu; y estoy tan pegado a las reglas como lo
están ustedes que tienen poderes. Así que bueno, no hay más que hacer.
Se
hizo un silencio incómodo que Dave y Duncan aprovecharon para retirarse a sus
habitaciones. Para alegría de ellos, el Agonizante no los molestaba ahí. Y así
pasó esa noche, con todos ignorantes y llenos de dudas.
IV
Al
día siguiente, Kao despertó con una duda, una inseguridad. Quería saber qué era
de Jennifer, pero a la vez sentía temor de que fuera como ese borroso recuerdo
que mantenía: que no lo recordara, ni a él, ni a su hijo, ni, por fortuna, a
Dark.
Mientras
desayunaba, Duncan se levantó y le preguntó exactamente lo que él temía: si
sabía algo de su madre.
—Hijo,
la verdad es que no sé nada. Y por otro lado… —Kao titubeó al decirlo—, no
estoy seguro de querer saberlo.
—Papá,
está bien que no quieras arriesgarte, pero no puedes esconder tus sentimientos.
Por otro lado, si no te has puesto a pensar en eso, te recuerdo que tienes toda
una eternidad por delante para vivir.
—Lo
sé hijo; o peleo por ella, o me busco otra, de todos modos hay mucho tiempo… ya
me lo habías dicho.
—¿Entonces?,
¿por qué no dejas el rencor a un lado y la vas a buscar?
—¿Y
qué tal si hago un poco la evasiva y voy a la cueva?
Duncan
no lo aprobó del todo, pero al final prefirió que su padre empezara por algo ya
que él solo no podría averiguar nada. Así que asintió de mala gana y esperó.
Aún
no había desaparecido Kao cuando la voz del Agonizante se escuchó.
—¿Un
poco cobarde, no crees?
—Tu
bien sabes que no es así —respondió Duncan airado—. Mi papá ha tenido muchas
responsabilidades, es justo que no lo presionen.
—¡Bah!
Ahora resulta que con todo el poder que tiene y con todo el tiempo existente
jugando a su favor, ¿y me resulta que Dave se estresa? No me lo creo —se burló
el Agonizante, haciendo notar que se retiraba por cómo se desvanecía su voz.
Una
vez en el parque, Kao empezó a vacilar con respecto a entrar en la cueva o ir
directamente a ver a Jennifer. Se paseó largo rato frente a la entrada de la
cueva, hasta que decidió entrar. Sin embargo, al dar el primer paso para
entrar, notó una presencia conocida y una voz muy familiar también.
—Disculpe…
¿lo conozco de algún lado?
Kao
se dio la vuelta, y para su sorpresa, descubrió que esa voz tan familiar era,
nada menos que de Rose, a quien según sus vagos recuerdos, solía llamar Y…
Continuará…
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1 comentario:
Muy bueno!! Cuando continua?? Voy a tener que esperar para saber si encuentra a Jennifer!
Saludos!!
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