1.11.20

Animal #19

“Arcon II, Rey de Reyes”

Historia: Zirijo

 

Prólogo

 

         En los océanos primitivos de la tierra, la fuerte brisa marina empuja las olas.

         Las grandes criaturas submarinas y terrestres estaban muertas desde hace ya bastante, y los cielos volvían a ser azules, luego de haber quedado cubiertos por la oscuridad, el humo, y el frío.

          El oleaje era persistente, y daba con una plataforma ubicada en medio del vasto océano. Una ciudad se alzaba en lo que será el océano Atlántico. Una inscripción anunciaba el nombre del lugar: “Atlantis, ciudad laboratorio”.

          Un gran estruendo se escucha en la ciudad, y el alboroto lo domina todo. De pronto un domo se despliega, y cubre a Atlantis, mientras la ciudad se hunde, al parecer, por siempre.

 

I

 

            “No puedo ver nada”, pienso al entrar en conciencia. No sé cuánto tiempo he estado dormido, pero sigo bajo el agua.

            Tengo que volver para saber si mis amigos están bien. Trato de moverme, pero mi brazo está lastimado. “La cúpula”… si, ahora lo recuerdo.

 

            Antes.

           

            La torre ha amanecido ajetreada esta mañana. Todas las tropas se alistan desde temprano. Soy despertado a insultos, pero yo los estaba esperando.

 

            —Muy bien bestia foránea, hoy tendrás tu audición con el rey Arcon —anuncia el atlante de mayor grado dentro de la torre de vigilancia—. Pero el rey no vendrá, los llevaremos a la capital, al mismísimo palacio de Poseidonis.

 

            Soy sometido con las armas ultrasónicas que usan los atlantes, largos tridentes con un cristal en la base de las afiladas puntas, que emiten una extraña onda que paraliza. Soy atado, amordazado e inhabilitado para cualquier cosa. Nos cargan en una cámara especial, tirada por peces extraños. El atlante que me ha estado hostigando durante todo nuestro presidio nota que miro a la criatura de forma extraña, nunca antes había visto algo así.

 

            —¿Nunca habías visto a un dragón? —dice, ansioso por humillarme—. Creo que te sorprenderás con la ciudad.

 

            El dragón es de forma alargada, y con dos pares de patas. Posee cierto parecido a los caballos de mar, pero este posee extremidades. Es mediano, del porte de un humano, y largo como un tigre.

            Por fin veo a mis compañeros de viaje. Están en muy malas condiciones, como yo. Ellos también están maniatados, para nuestra “audiencia” con Arcon.

            El viaje fue bastante largo, a pesar de que los dragones que tiraban de los vehículos atlantes se movían con gran velocidad. El océano es inmensamente extenso, es un reino misterioso.

            El comandante atlante ordena que me giren, para que pueda ver la gran ciudad de Poseidonis. La ciudad es enorme. Desde la distancia se puede ver como se mantiene alzada en la orilla de un peñasco. Un domo con aspas y con una ondulación en la punta protege a la ciudad de las grandes corrientes submarinas. La ciudad está hermosamente iluminada por verdes y amarillos pálidos, y por un momento recordé como son las manadas humanas, viviendo en sus grandes ciudades de concreto y luces.

            La entrada es por la base, ya que el domo está en constante movimiento. Pasamos una puerta que no se abre. Una membrana impide que el agua pase, solo dejándonos ingresar a los soldados y su carga. Los dragones usan sus palmeadas patas para sujetarse de una angosta pasarela que se dirige a uno de los edificios interiores. Por fin respiro aire nuevamente. Entramos y somos llevados a la cámara del rey. Ahí Arcon nos espera, de pie, y con un gran y vistoso tridente.

 

            —¿Tú eres el que se hace llamar Animal, rey de Agartha? —pregunta feroz e imponente. Su voz es la de un verdadero mandatario.

 

            No puedo contestar. Estoy completamente sometido.

 

            —¿Por qué sigue mi invitado en esas condiciones? —pregunta el rey mirando hacia todos lados—. Desátenlo, y a sus acompañantes también —ordenó.

 

            —Lo soy, agarthiano por adopción, y su legítimo rey —respondo al instante en que los mandatos de Arcon se cumplen.

 

            Arcon II nos mira. Sus historias y sus cuentos hablan de agarthianos, como ancestros de sus actuales ciudadanos, pero…

 

            —Ustedes no son lo que realmente dicen ser —proclama, levantando el tridente que sostiene—. Son condenados ante el poder que me confiere la corona de armas. Serán fusilados mañana al aclarar —sentenció.

 

            Mi rugido resuena en la habitación. Los atlantes nunca han escuchado hablar al rey de todas las bestias. La sentencia es injusta. Me arrojo de inmediato contra el rey que está en frente, siento mis músculos cansados, he estado bajo el agua mucho tiempo. Caemos del alto edificio, pero Arcon me apunta con su magnífico tridente durante el descenso. Pongo el brazo, lo que desvía su ataque, pero quedo atrapado. Rompe el domo interior con mi cuerpo, y el segundo domos el que gira, con mi brazo. Somos expulsados de la ciudad por al gran fuerza del tridente. Alcanzo a oír una sirena ultrasónica. “Sellen el domo, nadie se mueve”, oí mientras caíamos por el barranco que se ubica justo debajo de la ciudad. El dolor es intenso. Todo está negro.

 

II

 

            Ahora.

 

            Mi brazo, creo que está roto. El cristal debe haber estado diseñado para aguantar altas presiones, las mismas corrientes marinas, y este tipo lo rompió con mi brazo.

            Trato de incorporarme en la oscuridad. Es difícil. No puedo nadar con facilidad tampoco.

 

            —Ese ha sido, y será el mejor ataque que me hayan dado en mi propio palacio —dice alguien: Arcon—. Y personalmente me aseguraré de eso.

 

            Gruño.

 

            —No hemos terminado aún —dice luego, desde algún lado. Debe estar cerca, habla dentro de mi mente—. Pero en estas condiciones no podría saber qué tan fuerte eres.

 

            Una luz fosforescente ilumina el lugar. Proviene desde el pecho de Arcon II, un gran medallón que nos permite ver a esta profundidad. Él brilla, y a nuestro alrededor se descubren edificios en mal estado. Ruinas de algo magnífico.

            Arcon toma con firmeza su tridente. Está dispuesto a matarme, lo veo en sus ojos.

 

            —No hay un lugar más indicado para acabar con una revuelta de este tipo —agrega, tratando de darle algo de poesía a mi muerte—. Te enterraré en las ruinas de Atlantis, la primera ciudad atlante.

           

            Mi mirada escapa de su persona. No puedo evitar mirar los muros que nos rodean. Logro notar algo similar en lo que está escrito en los muros, con algo que he visto antes. Los pergaminos.

 

            —¿Puedes leer lo que dicen los muros? —pregunto, olvidando que me amenaza con su tridente.

 

            —Es una lengua muerta de Atlantis… muerta, como tú —dice, lanzándose en ataque.

 

            El tridente nuevamente. El impulso que toma es mínimo, pero la fuerza con la que avanza es tremenda.

 

III

 

            —Las fuerzas con las que cuenta son tremendas —decía un visitante oculto en la prisión de la zona oscura en Agartha, corazón de la tierra.

 

            —No sé en qué estabas pensando… pero sin quererlo ella ha obtenido el beneplácito de las familias. Además, después de lo que pasó con los Sabios, ellos confían plenamente en Animal.

 

            —De lo que les hice… —aclara el otro, que respira rápido, y sostiene una mueca torcida, en su celda oscura. Las sombras ocultan sus identidades.

 

            —Si… pero… ¿No se nos escapará de las manos? Serani ha estado más atenta de lo que imaginé durante la ausencia de Animal. Ha ganado influencia que no pensé que lograría —continuó el que hablaba desde fuera.

 

            —Tu deber es controlarla… me sobrepasé un poco, pero he entendido que todo lo que hemos hecho nos ha llevado a este momento. Él ha reaccionado como pensábamos, no hay razones para pensar que sospecha algo.

 

            —¿Cómo estás tan seguro?

 

            —Es algo extraño. Tengo una nueva perspectiva de las cosas ahora. Lo único que debemos hacer es continuar con esta “charada”. Él me necesitará… necesitará a cada uno de nosotros. Su encuentro con Arcon debe ser fructífero.

 

IV

 

            Viene. El tridente por delante del ataque, amenaza con clavarse en mi pecho. Él es rápido, pero yo lo soy más.

            Cuando el tridente se acerca lo más posible, Arcon II nota que tengo una pierna flectada. La apoyo en su brillante gema, y lo empujo con toda mi fuerza hacia el lugar de donde venía con el gran impulso.

            Arcon da con un muro a medio derrumbar, completando la tarea emprendida por el tiempo, abriendo un paso a un salón amplio, abandonado hace siglos por los antepasados del derribado rey.

 

            —Eres hábil bestia —me dice desde el suelo.

 

            Estoy completamente sobre él. Mi mano amenaza su cuello, y mi pie impide que realice movimiento alguno. Sus ojos dicen que esto no ha terminado. Su determinación es tremenda. Un verdadero rey.

 

            —He venido por otra cosa hasta tus dominios —digo. Tengo la impresión de que esta podría ser la última oportunidad de que un atlante lea el misterioso manuscrito que arrebaté de las manos de Drilón.

 

            Con mi brazo roto, hago el gran esfuerzo de sacar el pergamino de huesos de entre mis ropas.

 

            —Lee esto —le ordeno, lanzando la clavícula a un costado de su cara.

 

            —No puedo desde esta posición, bestia —me responde.

 

            Presiono con el pie, y veo la expresión de dolor en su rostro. No le gusta. Está en una situación de inferioridad a mí, pero sigue peleando. Así… así es como debo actuar.

 

            —Léelo, o será lo último que veas en esta vida, pez —le ordeno nuevamente. Mi mirada se llena de ese orgullo que proyecta Arcon.

 

            El rey de Atlántida me devuelve la mirada, y luego mira la clavícula. La tomo para que pueda leerla en su totalidad. Intrigado, lee con atención. Ha reconocido algo.

 

            —El estilo de letra es algo que no había visto antes… no se parece a ningún estilo clásico atlante —responde—. Pero…

 

            —¿Pero qué? —pregunto ansioso.

 

            —Pero es legible. Dice: “Hijos nacidos de la tierra, la verdad está en las estrellas, ocultas en lo profundo del mar”.

 

            —¿Qué es lo que significa eso? —pregunto luego de unos segundos de silencio.

 

            —No tengo ni la menor idea Animal, rey de Agartha —me responde.

 

            Luces se ven por la entrada que abrió Arcon. Sus tropas vienen por nosotros.

 

            —Valiente movimiento, Animal… digo de alguien que se hace llamar rey… pero estúpido —dice Arcon cuando sus tropas hacen ingreso y nos rodean—. Amenazar a un rey en su propio reino, es algo que jamás se había visto.

 

            —Es por el bien de mis hermanos agarthianos… es por la verdad —respondo.

 

            —La verdad tendrá que esperar.

 

V

 

            Me toman prisionero, y subimos hasta Poseidonis, la capital.

            Mis compañeros han sido capturados también. Kongo se encargó de negociar la rendición, luego de que yo me lanzara en contra de Arcon.

 

            —No puedo imaginar qué nos harán —me comenta cuando nos volvemos a ver.

 

            —Nada hay que puedan hacer, extraños —dice el rey Arcon II, ahora que somos prisioneros nuevamente—. Son culpables de una insurrección, incitación a la traición y ataque al rey. No puedo dejar que ande suelto alguien que se auto proclama rey de los agarthianos… es mi reino, ellos son mis ciudadanos.

 

            —Son tratados como basura por tu gente, Arcon. Ellos merecen un trato mejor —respondo, atado desde mi celda en la ciudad.

 

            —Desvergonzado… en las puertas de una ejecución sigues defendiendo una mentira. Pero eso tiene arreglo. Mañana mismo serán ejecutados en frente de todos en la ciudad. Será ejemplificador para nuestros ciudadanos.

 

            —No sabes lo que haces, Arcon… Si muero, manadas de agarthianos vendrán a vengar mi muerte… no quieres esta guerra con nosotros.

 

            —No me importan sus amenazas vacías, Animal —dice el soberano mientras se retira—. ¡Regístrenlos! ¡Quítenles todo! En especial esas clavículas que porta el rey de ningún lugar… me interesa la historia y las reliquias. La guardaré junto a mis objetos preciados, y veremos de qué se trata todo esto.

 

Continuará…

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