3.6.20

Animal #15


“Gloria al Rey Animal”
Historia: Zirijo


I

—Mi rey Animal —interrumpe un sirviente de palacio en la recamara real—. Muy buenos días.

—Buenos días, Cascabel —respondo incorporándome de la cama—. ¿Cuáles son las actividades de hoy?

—Para hoy tiene consejo con los representantes de las familias por el tema de seguridad dentro de la ciudad central, luego los preparativos para la boda real, y el almuerzo.

—Bien, Cascabel, creo que por hoy puedo dejar pasar los preparativos de la boda. Serani está haciendo un muy buen trabajo, dejémoselo a ella —interrumpo—. Consigue que Kongo no abandone la ciudad, y organiza una expedición a las Puertas Olvidadas, para antes de almuerzo.

—Pero señor, las Puertas Olvidadas están más allá de los dominios de Agartha —responde exaltado—. Son tierras prohibidas para un agarthiano.

—Lo tengo claro Cascabel, pero he estado ahí, y esas tierras son de alta importancia para nuestros hermanos.

—Bien señor. Por cierto, ¿la señorita Serani no pasó la noche con usted? —me pregunta—. Debo informarle del cambio de agenda.

—Si Cascabel, ella pasó la noche conmigo, pero se fue temprano —río—. Aunque creo que no es un tema de tu incumbencia.

—Lo siento mi señor, solo era para hacer mi labor más eficiente.

—Muy bien Cascabel, ahora puedes esperarme en la salida —le ordeno—. Necesito tomar un baño, y ponerme algo de ropa.

—Sí señor.

II

—Hermanos agarthianos —digo en frente de los representantes de las familias de Agartha, vestido con los atuendos reales. Togas de colores morados y naranjos, una armadura detalladamente adornada, la corona de rey, y las marcas de las familias, todo lo que me hace rey—. Como han de saber, he nombrado a Kongo como mi General en terreno de guerra, miembro de las familias que habitan el “Jardín del Edén”, y que he nombrado a Garras I, como mi consejero personal, y esto no significa que esté cambiando una dictadura por otra. Es solo que hemos pasado por momentos difíciles, y necesito gobernar con los agarthianos que gocen de mi total y absoluta confianza… les pido un voto de fe.

—Comprendemos, rey Animal —responde Madame Ha’wk, parte de los representantes—. Pero también sabemos que ha indultado a varios prisioneros de la Zona Oscura.

—Lo reconozco, pero ha sido porque fueron de gran ayuda para derrocar a Drilón, Madame Ha’wk. Sin ellos nos habrían masacrado —respondo a la acusación—. Sin embargo hemos hecho investigaciones y si se dan cuenta, los perdonados no representan un real peligro para el reino.

—¿Y sobre los pergaminos? —pregunta el representante de “Los Pantanos”—. Nos hemos preguntado largo tiempo por ellos.

—La serie de pergaminos recuperados de las manos de Drilón y los encontrados ocultos en el palacio, serán llevados hoy mismo a los sabios, para que puedan observarlos. Ninguno de los hermanos que los han visto, ha podido descifrar en qué dialecto está escrito.

—Debemos ser cuidadosos con lo que nos encontremos escrito, Animal —dice zumbando la representante de “La Colmena”.

—Lo sabemos, Antenas IV. Por eso solo Garras I, ustedes, y yo hemos visto los pergaminos para su estudio y conservación —respondo de inmediato. Tomo un poco de aire, para calmar mis pensamientos.

—¿Los sabios han visto los pergaminos? —pregunta Garras I, presente en el auditorio también.

—Aún no, pero por nuestras averiguaciones, Drilón los mostró después de desaparecer por un par de semanas… cuando nosotros estábamos en la Colmena —respondo ante la inusual reacción de Garras I.

—Lo importante ahora —continúo—, es saber en qué lengua están escritos, para lograr una traducción cabal del contenido de los pergaminos. Si Drilón quería con tanto entusiasmo esa cosa, debe ser porque realmente tiene algún valor estratégico.

—Solo esperamos que la información que he recopilado pueda ser de ayuda para Agartha —dice Madame Ha’wk.

—Por supuesto que así será —respondo—. Ahora, con su permiso, debo ocuparme de otros asuntos igual de importantes para los agarthianos.

III

—¡Kongo! Este mineral es perfecto para confeccionar armaduras y armas más resistentes para nuestros soldados. Nadie se atreverá a cometer la locura que hizo Drilón —trato de convencer a Kongo para que deje de estar nervioso. Estamos en las Puertas Olvidadas, los márgenes del Reino de Agartha.

—Este material lo conocemos… es fuerte y moldeable, pero escaso… además sabes que este territorio está prohibido. Estar muy lejos del “Alma Brillante” nos devolverá a nuestro estado anterior a tu llegada.

—No lo sé, Kongo, he estado recordando lo que me dijo el Elemental del Cor… “Alma Brillante”, y recuerdo que ahora tienen la forma del rey, y yo puedo sobrevivir de esta forma lejos del núcleo.

—No podemos exponer a este riesgo a nuestra gente, Animal.

—Pondré a trabajar a los presos en la rebelión de Drilón, Kongo. Ellos se encargarán en glorificar las fuerzas de nuestro ejército —le digo a Kongo mientras tomo un trozo de aquel mineral que, casualmente el Doctor Neutrón identificó camino al centro de la Tierra—. Estamos rodeados por “Agarthita”, es un material noble, que no se encuentra en ningún otro lugar del planeta… nos pertenece como agarthianos.

—Animal, sabes que te seguí contra Drilón, pero era una causa justa —aclara Kongo, mirando el trozo del áspero mineral—. Pero esto es una locura.

—¿Y si es que logro que el Concejo de los Sabios apruebe la extracción de Agarthita? —interrumpo a mi amigo.

—¿Los Sabios? —me pregunta, desconcertado—. Los Sabios no han hablado con nadie desde generaciones.

—Hablaron conmigo cuando llegué, ellos me enviaron con las Familias de Agartha —le digo, observando su rostro de sorpresa.

—Eso es increíble Animal… yo… mi señor Animal —luego dice—. Hablaré con los carceleros… con la aprobación del Concejo de los Sabios, empezaremos los trabajos.

—Bien Kongo, solo falta hablar con ellos, los Sabios de Agartha.

IV

—¿Señor, está seguro que quiere ver a los Sabios? —me pregunta nuevamente Cascabel, una vez que ya habíamos llegado a los enormes puertas, detrás del palacio real.

—Si Cascabel. Cuando me trajiste la primera vez, no tenía las marcas de las familias de Agartha, pero ahora es diferente —le digo levantando las ropas que cubrían mi brazo, dejando a la vista quemaduras que representaban a las distintas familias que componían los reinos de la nación agarthiana.

—Muy bien señor, pero debo advertirle que los Sabios no han hablado desde que Drilón habló con ellos —dice Cascabel.

—¿Drilón? ¿Cómo pudo él hablar con los Sabios? —pregunto, algo alterado.

—Los Sabios rara vez se entrevistan con alguien, pero Drilón fue bastante persuasivo —me responde.

Corro directamente a las puertas, y las trato de forzar. Son pesadísimas, pero sigo empujando.

—Sabios, ¡necesito consejo! —grito fuerte, esperando que las puertas se abran. Pero no lo hacen.

Desde el otro lado se escuchan los tres golpes que generan las repetidas embestidas contra las puertas, hasta que se abren. Las mantas rojas, moradas y naranjas estaban rasgadas y había sangre coagulada por todos lados. El hedor era repugnante, y algunos candelabros mantenían sus velas encendidas, llenando de sombras el lugar.

En una esquina, sobre un charco de sangre gelatinosa, una mano simiesca sale de la oscuridad.

—¡Sabio! —grito cruzando el gran salón a todo lo que me dan las piernas.

Miro su rostro, y veo su mirada vacía, sin vida, su semblante eterno y aterrorizado.

Me alarmo cuando distingo la débil respiración de otro de los Sabios. Su gran trompa y orejas apenas se mueven cuando llego a su lado.

—Rey… al fin eres rey —dice con mucho trabajo el Sabio Elefante.

—¿Qué es lo que sucedió? —le pregunto de inmediato.

—La muerte nos rodea rey, vive en la oscuridad del olvido… lleva a tu pueblo más allá de las fronteras, y dales la luz de la vida escondida en la verdad… —dice el Sabio, antes de morir en mis brazos.

Había solo un nombre que da vueltas en mi cabeza en este momento, como si el hedor de la sangre en los muros, el dolor que encerraban esas puertas, y el desastre que provocaría saber de la muerte de los Sabios a la comunidad agarthiana, no tuvieran importancia. El nombre del responsable lo murmuro con rabia.

—Drilón.

V

Hay un gran alboroto en la cárcel ubicada en la “Zona Oscura”. Era llamada así por la escasez de cristales de “Cor”, incrustados en los muros de los túneles que componen Agartha. Estos dispersan la luz que emana del gran corazón que dejó el “Alma Brillante” en el centro de la ciudadela principal.

La mayoría de los presos en aquel lugar, son aliados y seguidores de Drilón, golpistas del orden social del subsuelo. Él se apoderó por meses del poder en Agartha, persiguiendo, torturando y asesinando a los agarthianos que estuviesen a favor de mi coronación como rey de la ciudad subterránea.

Ahora, se alborotan por mi arribo, porque estoy en la celda de alta vigilancia junto a Drilón, y porque lo estoy tomando del cuello, sin dejarlo respirar.

—¡Habla Drilón! ¿Por qué mataste a los Sabios? —le pregunto furioso.

Él no contesta. Me mira sonriendo mientras se queda sin aire.

—¡Dime! ¡Responde!

Los guardias entran y tratan de separarnos. Tres caen antes de poder lograrlo. Son más de cinco los que siguen intentando, y solo lo logran gracias a mi consentimiento.

—Lo hice porque eran molestos, Animal —responde con dificultad y con su mano en su cuello—. Ellos no quisieron leer los huesos con los manuscritos… y tampoco me reconocieron como rey de Agartha… eran molestos.

—¡Infeliz! ¿Te das cuenta de lo que has hecho? —indignado me dirijo a él, abalanzándome nuevamente en su contra, empujándolo al suelo y ahogándolo desde ahí—. Ellos eran los únicos capaces de determinar lo que es mejor, o no, para todo el pueblo de Agartha. Y tú, ahora, por tu codicia nos has dejado ciegos.

Drilón gira en el suelo sobre sí mismo, liberándose de mí. Me incorporo, tratando de calmarme.

—¡Ellos eran los que impedían que Agartha avanzara! —me reclama, incorporándose—. Es su culpa estar muertos.

—Te mataría con mis propias manos si pudiera, Drilón —lo amenazo— Pero le debes a estos hermanos de Agartha el sufrimiento que les causaste. Tú y tus seguidores trabajarán para Agartha para expiar sus crímenes. Pagarán más allá de la frontera, en las Puertas Olvidadas, y sentirás cada golpe, asesinato y mal habida orden, con el trabajo duro.

La mirada de Drilón es furiosa, igual que la mía.

Cuando salgo de la celda de seguridad especial uno de los sirvientes de palacio me espera.

—Señor, espero no molestarlo —me dice al instante en que aparece ante mi presencia—. Pero hemos hecho un maravilloso descubrimiento.

—¿De  qué se trata? —pregunto con tono disgustado, con la discusión con Drilón aún en mi cabeza.

—Hemos hecho comparaciones con todos los idiomas registrados en la “Gran Biblioteca de Rinos” —dice—, y hemos descubierto que hay algunas inscripciones en los huesos que coinciden con un viejo y guardado pergamino escrito en piel de foca, señor.

—¿Eso qué quiere decir? —pregunto, confundido—. ¿Sabemos en qué idioma está escrito?

—Así es, señor. El pergamino con el cual coinciden las inscripciones es atlante, señor… el pergamino fue escrito por atlantes.


Continuará…


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