Historia: RXM.
I
Cuando
los héroes vieron la efusividad con la que la gente había comenzado a vitorear
a Logos tras el incidente en Angalil y New York, decidieron convocar a una
nueva reunión de defensores, pero esta vez con carácter resolutivo. No podían
dejar pasar ni un solo día más sin tener claro cuál sería su postura ante el
surgimiento de la religión de Logos y todo lo que ello implicaba para el orden
actual y futuro del mundo. Los principales oradores de esta nueva asamblea
fueron precisamente los héroes que habían presenciado los recientes incidentes.
Mientras entraban al salón, Black Force se acercó y preguntó a uno de los
recién llegados su nombre.
—Soy
Blackbird, de Angalil —respondió.
—Mucho
gusto —dijo Black Force.
—Sé
que el chico será un gran aliado —agregó repentinamente Lady Star, ante la
sorpresa del mismo Blackbird.
—Eh…
hola… —dijo alguien tímidamente, entrando al edificio—. Mi nombre es Quick, y…
yo también estuve en el incidente…
—Tu
traje se parece al de uno de nuestros viejos aliados —dijo Lady Star—, y si
tienes las mismas habilidades o te pareces un poco a él, eres bienvenido,
Quick.
El
chico sonrió tímidamente y entró al salón donde habían muchos otros héroes. Blackbird
hizo lo mismo, y allí se ubicó cerca de la Familia de Fuego, de la cual había
escuchado algunas cosas. Justin, el nuevo Hombre de Fuego y heredero del nombre
de su hermano, lo vio acercarse y quiso romper el hielo.
—Hola.
Soy Justin. O el Hombre de Fuego, como prefieras. ¿Cuál es tu nombre?
—Soy…
eh… yo soy Blackbird —respondió, sin atreverse a revelar su verdadero nombre.
—Muy
bien… Blackbird. ¿Preparado para discutir un rato? —dijo Justin, riendo, con
simpatía. Pero Blackbird aún no tenía la suficiente confianza para seguir las
bromas del chico, que a pesar de que tenía casi su misma edad, tenía también
mucha más experiencia.
Minutos
después, Black Force y Lady Star dieron inicio a la reunión, exponiendo los
hechos recientes y planteando la gran pregunta: “¿Debemos hacer algo? Y de ser
así, ¿qué es lo que debemos hacer?”
II
Apenas
Black Force y Lady Star terminaron de hablar, Electric Man tomó la palabra.
—Esto
está claro para mí —dijo—. Es demasiado
casual que Destructor y ese tal Void hayan aparecido justo a tiempo, y además
hayan tenido la solución a todos los problemas. ¡Ni siquiera sudaron! Además,
piénsenlo, Mastertech desapareció repentinamente una vez que ellos se
encargaron. Es un golpe de efecto muy importante si es que ellos…
—¿Y
qué tal si Logos es de verdad un dios? —interrumpió una tímida voz.
Todos
se giraron, y vieron a Blackbird que miraba el piso y que había dicho eso casi
sin pensar en sus palabras. Inmediatamente, el Hombre de Fuego se acercó a él,
y lo tomó de los hombros.
—¡Blackbird!
¡No hables así! Quizás tú no conociste a Logos antes. Quizás él pueda engañar a
aquellos que no lo conocen, pero no a nosotros —respiró profundamente y añadió,
esta vez para toda la asamblea—. Tengo algo que agregar. Otro de los aliados de
Logos es el hechicero Erdol.
Los
héroes se volvieron a sorprender.
—¡Lo
ven! —dijo Electric Man—. ¡Destructor y Erdol! Con esa clase de asociados, nada
bueno puede salir… y eso que ni siquiera conocemos al tal Void.
Un
murmullo recorrió la sala. Pero ante esto, Black Force habló fuerte.
—Muy
bien. Veo que, a lo menos, hay dudas acerca de la alianza de Logos con tipos
como Destructor y Erdol. Propongo entonces, que hagamos dos cosas. Nombraremos
a algunos para investigar secretamente, y otros, iremos a hablar directamente
con el Cardenal Raymond Curtis, y lo interrogaremos acerca de esto. ¿Les
parece?
—Muy
bien —dijo el Amo de los Espejos—. Pero, ¿quiénes lo harán?
—¡Yo
lo haré! —respondió de inmediato el Hombre de Fuego—. Yo puedo investigar,
junto a mi hermana. Y cómo aún no son conocidos públicamente, podría llevar
conmigo a Blackbird y el chico, Quick. Eso nos ayudaría con la discreción.
Blackbird
y Quick se sorprendieron con esto, pero luego se mostraron entusiasmados, en
especial este último.
—Muy
bien —dijo Black Force luego de pensarlo un momento—. Y Lady Star, Amo de los
Espejos, Dragón Blanco y yo iremos a interrogar al Cardenal, como voceros
oficiales de los defensores. ¿Conformes?
Nadie
dijo nada, pero varios movieron la cabeza en señal de aprobación. Sólo Electric
Man parecía no estar convencido, pero calló, esperando que las cosas se
solucionaran, evitando medidas más drásticas.
Inmediatamente,
los defensores dejaron el lugar, y se pusieron en acción.
III
Los
héroes que no fueron encargados con ninguna misión, continuaron con sus
labores. Muchos acudieron en ayuda de personas lastimadas durante los combates
recientes. Así, entre otros, Shark se hizo cargo de varios llamados de auxilio
de personas que habían perdido su hogar con la destrucción provocada por el
robot de Mastertech. El héroe de Ciudad Costera se dirigió al sector de Angalil
donde una familia lo necesitaba, para trasladarlos a un albergue.
Cuando
llegó al lugar, Shark conoció a la señora Gates y su pequeño hijo.
—Gracias
por venir, Shark —dijo la Sra. Gates, apenas vio al defensor.
—Es
mi trabajo, señora. ¿Este es su hijo?
—Si,
se llama Mac —respondió la Sra. Gates, y su cara de inmediato mostró pesar.
Tras un momento de silencio, Shark decidió preguntar.
—¿Pasa
algo? ¿Es por su hijo?
—Si…
Mac… mi hijo… él tiene un cáncer terminal —y sólo alcanzó a decir esto antes de
estallar en llanto—. Y ya… ¡no tenemos ni siquiera un hogar!
Shark
se sorprendió al saber que la catástrofe había tocado mucho más de lo que
pensaba a esta familia. Sólo pudo decirle palabras de ánimo.
—Tranquila,
señora Gates. Los ayudaré a encontrar un lugar mejor. Su vida y la de Mac no tienen
porque ser un infierno… —y abrazó a la mujer. El pequeño Mac sonrió, y esto
calmó un poco a su madre, y también al defensor.
Shark
cargó con algunas de sus cosas y emprendieron camino hacia el albergue. Iban en
silencio, pero a pocos metros, la señora Gates quiso romperlo, y sólo atino a
decir una cosa.
—Usted
conoce al Señor, ¿verdad Shark? Tengo fe en que el Señor Logos salvará a mi
hijo y nos dará mejores días.
Shark
sintió un pequeño escalofrío… ¿Qué era lo que él realmente creía de Logos? Lo
había enfrentado junto a los Defensores Unidos y los demás. “Pero la gente
tiene tanta fe en él…”, pensaba. “Quizás no debemos quitarles eso, quizás no
nos corresponde decidir por ellos… Pero, ¿y si se equivocan?”
En
esto pensaba, mientras cargaba las cosas de la familia Gates y caminaba al
albergue. Pronto llegaron y se detuvieron, pero los pensamientos de Shark no lo
hicieron…
IV
Black
Force, Lady Star, el Amo de los Espejos y Dragón Blanco llegaron al Gran Templo
de Logos recientemente construido en Angalil. Si bien no estaba del todo
terminado, ya tenía la forma de un imponente edificio religioso, consagrado al
autoproclamado “nuevo dios del mundo”, y donde cientos de personas acudían a
diario. Allí, el Cardenal Raymond Curtis, con quien habían acordado previamente
una cita, los esperaba. Pero cuando los defensores llegaron, el Cardenal no
estaba solo. Junto a él, se encontraban los más polémicos miembros de la
Iglesia: Destructor, Erdol y Void. Los héroes no parecieron muy contentos al
verlos allí, pero prosiguieron con su intención. Black Force fue el primero en
hablar.
—Cardenal
Curtis. Venimos en representación de los defensores del mundo, porque tenemos
serias dudas acerca de los hechos recientes.
—Pues,
pueden preguntar lo que gusten, señores —respondió con toda serenidad el
Cardenal.
—Muy
bien, comenzaré yo —dijo entonces Lady Star—. ¿Cuál es la relación exacta que hay
entre la Iglesia de Logos y… —se detuvo y miró a quienes acompañaban al
Cardenal— y… ellos?
—¡Ah!
Es muy simple. El Señor los ha elegido como sus Heraldos. Ellos me ayudarán a
mí, y al resto de los escogidos por él, a llevar su mensaje por el mundo.
Los
héroes no parecían muy convencidos.
—¿Y
qué hay de sus… antecedentes? —preguntó el Amo de los Espejos.
Los
Heraldos, no contentos con lo recién dicho, cambiaron su actitud, y la tensión
de la situación creció. El Cardenal lo notó, y quiso calmar esa tensión.
—Tranquilos.
No hay razón para alterarse tanto. Los antecedentes a los que hacen alusión es
algo que el Señor tiene muy claro. Pero hablo en su sagrado nombre cuando les
digo que confío plenamente en estos hombres, porque han cambiado, gracias a la
grandeza de Logos… y él —dijo, señalando a Void—, ha sido creado y se le ha dado vida por la
voluntad de mi Señor, así que no teman, él hará lo que es correcto para Logos y
su iglesia.
Si
bien los héroes no confiaban del todo en esa “redención”, no tuvieron pruebas
que dijeran lo contrario, así que decidieron seguir adelante con sus preguntas.
—Muy
bien Cardenal —dijo Black Force—. Hay otro asunto… ¿qué me puede decir de los
incidentes recientes? ¿Tiene usted alguna relación con el villano conocido como
Mastertech?
—¡Para
nada! —se apresuró en contestar Curtis—. No conozco a ese sujeto más allá de lo
que aparece en los medios. ¡Por algo los Heraldos de Logos fueron enviados por
el Señor a detener su amenaza!
Esto
último no agradó a los héroes. Se miraron entre ellos, y principalmente miraron
a Lady Star, por si hubiese detectado algo con su telepatía. Pero no había nada
extraño, y lo que el Cardenal decía parecía ser sincero. Lady Star hizo un
gesto negativo con su cabeza y los héroes quedaron en silencio. Sólo Black
Force fue capaz de decir algo.
—Entenderá
usted, Cardenal —dijo con serenidad—, que tanto los “Heraldos” como su “Señor”
no tienen buenos antecedentes, y que todo esto nos preocupa en demasía —tomó un
respiro—. No tenemos pruebas inmediatas de algo malo, pero espero que entienda
si le decimos que estaremos extremadamente atentos a todo lo que su iglesia
haga en los próximos días, y preparados ante cualquier eventualidad.
—Por
supuesto —respondió con tranquilidad el Cardenal.
—Muy
bien, sin más que decir… hasta pronto. —se despidió, y junto al resto, se
dirigió a la salida. Justo cuando llegaban allí, Destructor habló.
—Cuando
quieran, muchachos… Vengan cuando quieran —y sonrió irónicamente.
Los
defensores le devolvieron una mirada de ira. Luego, salieron del Templo y
dejaron el lugar.
V
Si
bien el equipo de investigación designado comprendía a cuatro personas, el
ímpetu del Hombre de Fuego lo llevó a comenzar sin esperar a su hermana. Tras
horas de vigilar los movimientos de algunos miembros clave de la Iglesia de
Logos, Justin decidió seguir la pista más llamativa que había encontrado:
visitar la antigua cabaña donde habitaba Raymond Curtis, antes de ser el
Cardenal de la Iglesia de Logos. Para ello, llevó a Blackbird, y le dio
instrucciones a Quick para que esperara a su hermana y le comunicara su idea.
Tras
unas horas de viaje, Blackbird y el Hombre de Fuego llegaron a un lugar
bastante apartado de la ciudad. Revisaron los alrededores, y luego se
dirigieron a la cabaña. Lo que no sabían, es que la curiosidad de Quick pudo
más que su disciplina, y este los había seguido y observaba de cerca, oculto
tras la vegetación.
—Me
sorprende que creas que Logos pueda ser un dios —dijo Justin a Blackbird—. Pero
también entiendo que no lo conozcas… Igual debes saber que no todo lo que la
masa crea es lo mejor…
—
No lo sé… Justin —dijo Blackbird—. No se trata de si Logos es o no un dios… es
solo que… quizás los defensores están un poco cerrados… se niegan a creer aún
antes de saber qué es lo que realmente pasa aquí… mal que mal, Logos y su
iglesia le han dado a la gente algo a que aferrarse en estos días, ¿no?
—¡No
podemos confiar en Logos, ni en sus aliados! Blackbird… no caigas en su trampa,
por favor… ya verás…
Y
mientras Justin decía esto, el cielo se nubló. Quick se impresionó con la
rapidez con la que el clima cambió, así que decidió entrar a la cabaña. Con el
miedo que tenía, ya no le importaba si lo descubrían. Corrió a supervelocidad y
entró a la cabaña. “¿Muchachos? ¿Están ahí?”, alcanzó a decir, justo cuando un
potente rayo cayó sobre la cabaña. Y junto a él, un enorme trueno.
Tras
la luz y el ruido, se hizo un profundo silencio. La cabaña había quedado
completamente vacía. Los jóvenes defensores ya no estaban allí.
Continúa...
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