9.3.08

Mirox Zero: Capitán Cometa (Parte 1)

Historia: RXM

El universo es tan vasto como alcancemos a imaginar y mucho más aún. En él somos un punto, pero no estamos olvidados, porque existimos. No estamos olvidados, porque somos parte del todo, y protagonistas de nuestra propia historia, tan grande como la propia existencia”.

Parte 1: "Transformaciones"

I

Por milenios, los cometas han sido considerados como portadores de grandes presagios y señales de cambio para el mundo. Jack O'Neal sabía muy bien lo que éstos cuerpos celestes significaban para las distintas tradiciones y supersticiones del mundo, pero como buen hombre de ciencia le interesaba conocerlos con datos algo más concretos. Su pasión por la astronomía lo tenía por más de diez horas diarias atento a los cielos, por lo que solía pasar más tiempo junto a su compañero de labores, James Sheer, que junto a su familia. Su esposa Kathreen, y sus hijos adolescentes, Catherine y Sean, lo sentían como una ausencia permanente.
Fue por eso, y con la intención de recuperar su cercanía, que Jack quiso pasar el día más emocionante de su vida junto a ellos: era el día en que se vería por primera vez sobre los cielos del mundo al cometa O'Neal-Sheer, nombrado así como fruto del gran descubrimiento de éstos dedicados astrónomos.
Jack y su familia, además de James, se dirigieron ese anochecer hacia las afueras de la gran Angalil, ciudad natal de todos ellos y capital del país de Eria. Sus expectativas eran altas, ya que el espectáculo prometía ser impresionante, además de la emotividad que implicaba por tratarse de su propio logro, el más importante de sus carreras. La espera se hizo larga, y mientras se acercaba la medianoche, la belleza de las estrellas que iban apareciendo poco a poco en el cielo nocturno logró aplacar en algo la ansiedad por ver lo que tanto esperaban.
Es junio de 1996, y el mundo está a punto de cambiar.

II

Aquel cielo nocturno era observado en paralelo por muchos en Angalil, pero los sentimientos que se generaban bajo él, eran muy distintos entre unos y otros. Ya era casi medianoche, y en un central edificio, Peter Wilhelmsson II, multimillonario, contemplaba las estrellas mientras oía una hermosa pieza musical de piano, esperando noticias largamente anheladas.

—Señor Wilhelmsson —lo interrumpió uno de sus asesores, o más bien dicho, sirviente.

—Espero que tengas buenas noticias, Rory.

—Ha llegado su pedido, señor —dijo, extendiéndole una pequeña caja sellada.

—¡Al fin! No te imaginas cuánto he ansiado tener en mis manos este diamante —aunque se dirigía a su sirviente, parecía estar hablando consigo mismo—. Este ha de ser el diamante más preciado del mundo… por eso no hay otro lugar donde deba estar.

Al instante abrió la caja, y el deslumbrante brillo de la piedra llenó el oscuro cuarto en el que se desarrollaba la escena.

—Señor, no quisiera interrumpirle, pero tengo que decirle que los trabajadores de la mina continúan quejan…

—¡Silencio, Rory! ¿No es hermoso? —dijo, sin prestar la más mínima atención a las palabras de su sirviente—. No existe ninguna piedra preciosa en todo el mundo que brille tanto como este diamante. Desde el día que me reportaron su descubrimiento en mi mina deseé contemplarlo con mis propios ojos. Se verá tan hermoso junto a mi colección. ¡Imagínalo en mi dedo, montado en un anillo de oro!

Peter tomó el anillo en su mano y el brillo comenzó a aumentar, emitiendo una luz blanca que se hizo más y más intensa, con un tinte sobrenatural. El brillo encandiló a Rory, quien ya no lograba ver directamente a su jefe.

—¿Señor Wilhelmsson? ¿Señor, está… está todo bien?

Tras un momento de silencio, comenzó a menguar el brillo, y la silueta del cuerpo de Peter Wilhelmsson II surgió en medio de éste. Tenía la mirada perdida, y su cuerpo ya no parecía compuesto de carne y hueso, sino que estaba recubierto del mismo material del diamante. La piedra ya no estaba en sus manos.

—Dentro de mi… siento… poder. Y un nombre. Este es el poder del Diamante de la Medianoche —al decir esto, su voz cambió y se volvió mucho más grave por un momento—. Esta piedra es aún más maravillosa de lo que pensaba.

—¿Es.. Está b-bien… señor? —preguntó Rory asombrado por la transformación que había sufrido el millonario.

—Mejor que nunca. Veamos de qué se trata esto. Serás un privilegiado, Rory. Verás lo que puedo hacer con esta maravilla.

Al instante, un brillante rayo surgió de la mano de Peter, cubriendo por completo el cuerpo de Rory. En menos de un minuto de exposición, el cuerpo de su sirviente quedaba reducido a cenizas.

—Me gusta —dijo Wilhelmsson, y una sonrisa llenó su brillante rostro.

III

Un par de horas antes.-

—¡Pasen a ver el circo! —se escuchaba a en los altoparlantes, y el sonido llenaba la noche de la ciudad—. ¡Podrán ver al castor humano! ¡Único en el universo, la aberración más grande del mundo contemporáneo!

La fila se llenaba de expectación, y los niños reían, sin comprender qué clase de "aberración" era lo que estaban a punto de ver. Payasos, trapecistas, malabaristas y animales varios pasaron por la pista, haciendo disfrutar de la bella velada a cada uno de los espectadores. Pero lo que venía era algo para lo que nadie estaba preparado.

—¡A continuación, lo que todos esperaban! —anunció el animador—. ¡Algo único, jamás visto! ¡Los que se sienten poco agraciados serán felices al ver a esta aberración! — pronunció, provocando la risotada general, y causando aún más expectación—. ¡Con ustedes, el “Castor Humano”!

Ante la audiencia se presentaba una jaula tapada con un manto, que fue retirado en el instante en que el animador mencionaba su última frase. La reacción del público fue mucho menos que efusiva. La rareza de lo que estaban viendo dificultó la expresión de cualquier sentimiento que se haya generado.
Ante ellos, se erguía, si es que se podía decir que lo hacía, una criatura rechoncha, con extraño pelaje cubriendo su piel, que en lugar de dedos contaba con unas extrañas garras, y cuyas facciones no estaban tan cerca de lo humano como lo estaban de lo animal. Su apariencia era efectivamente comparable con algo así como un castor, o quizá algo aún menos comprensible. La criatura, al ver la cara de asombro de los espectadores gruñó, demostrando la enorme furia que su situación le causaba.

—¡Es una bestia… no es humano! —fue el primer comentario en voz alta que se oyó en el lugar.

En ese momento, los asistentes del circo se preparaban para abrir la jaula. La abrieron, despreocupados por la sumisión en la que tenían a la criatura. Sin embargo, apenas oyó la exclamación proveniente del público, la criatura se sobresaltó, y extendiendo su brazo tomó al hombre que sostenía la puerta de la jaula y lo azotó con fuerza contra los barrotes, haciéndolo caer inconsciente instantáneamente. Luego empujó la puerta, arrancándola por completo, y con un salto salió de su prisión, golpeando a todo aquel que se le cruzó. Era imposible detener su furia.
De pronto, la criatura habló, o más bien rugió.

—¡¿Inhumano?! ¡Yo les demostraré lo que es ser inhumano! —y saltando contra el público agarró al hombre que había exclamado en voz alta, lo apretó del cuello y lo dejó caer, sin vida.

La gente huyó aterrorizada, y un último grito de la criatura selló el momento. Una bestia había sido liberada, y su furia estaba desatada en medio de la ciudad.

IV

El cielo de Angalil y de todo Eria se iluminó con la belleza del cometa, un espectáculo que no se veía hace años. Jack, James, Kathreen, Cat y Sean lo presenciaban maravillados y en silencio. Usaban sus telescopios para tener una visión única del O'Neal-Sheer.

—Debo tomar unos datos —se excusó Jack tras varios minutos, y dejó a su familia para ir un poco aparte a observar con más tranquilidad.

Se ubicó en un ángulo ideal y observó atentamente a través de su telescopio. La espectacularidad del cometa lo deslumbró, le parecía que la luz pálida y suavemente azulada que desprendía la cola trascendía al lente del telescopio y llegaba hasta él, envolviéndolo. Poco a poco esa sensación comenzó a parecerle más real, y se sintió como flotando en medio del color, que oscilaba entre el pálido azul y el blanco de la luz. Junto al color, sentía que algo llenaba ese espacio, en el que él estaba de pie. Ya no sentía el césped del suelo ni la brisa de aquella noche, sino que sólo una calidez etérea, que tocaba su piel e incluso llegaba hasta sus entrañas y su sangre.
Sintió terror, pero no causado por el peligro, sino que por la impotencia de estar presenciado algo inconmensurable. Ahora le parecía que el cometa era gigantesco y estaba vivo. O quizás no era el cometa, sino que era un enorme cuerpo en algún lugar que sus sentidos le trataban de ayudar a comprender. Sintió que dejaba de respirar, porque no lo necesitaba. Todo lo que le rodeaba era suficiente para estar vivo, como si estuviese de vuelta en el útero materno, pero conectado a alguna fuente de energía que su razón no identificó.
Estaba solo. A su alrededor no se veía ni su familia ni James. Enfocó la vista a la distancia, y en medio de ese espacio puro, una figura blanca se formó. Tenía apariencia humana, pero no lograba distinguir si se trataba de un anciano, ya que pese a su apariencia no parecía ser viejo, aunque sí sabio. La figura se dirigió a él y con una voz clara y segura, dijo:

—Jack O’Neal, mi nombre es Koma, espíritu guardián de Oort. El Universo y la Tierra entran en una nueva era, de grandes transformaciones. El Testamento de Oort ha de cumplirse, sus designios alcanzan su destino.

Jack no comprendía. Era demasiado para sus sentidos. El terror no se había ido, pese a la calidez del lugar y la seguridad de la voz de su interlocutor. No sabía cómo había llegado a este “lugar”, si es que era un lugar, y no creía que pudiera ser real lo que vivía. Conocía el nombre de Oort, pero no concebía que ya no estuviese en la Tierra.

—¿Estoy alucinando, verdad? Cuando dices Oort, te refieres a… ¿la Nube de Oort? ¿La región en el límite del Sistema Solar desde donde provienen los cometas? No es posible…

—Tu duda es natural dentro de lo que el conocimiento humano alcanza a comprender —explicó Koma, con solemnidad—. Ya lo entenderás, cuando seas el precursor de la nueva era. Verás… mi misión es cumplir con la última voluntad de un dios cuyo nombre se ha perdido en el tiempo, expresada en el Testamento de Oort. La Tierra sufrirá grandes cambios, y grandes peligros. Y tú… Tú has sido escogido para protegerla.

Continúa...

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