I
—Si, señora directora, esto no va a volver a
suceder —dice George Smith a la directora de la Escuela N ° 5 de
Northcrem—. Justin está un poco alborotado estos días, pero es un niño bueno,
espero que no se lleve una mala impresión de él.
—No
se preocupe señor Smith, su hijo…
—Mi
hermano —se apresura a corregirla.
—
Si, su hermano… tiene buenas calificaciones, y no había tenido nunca antes
notificaciones de violencia, esta es la primera vez, así es que no tendrá
muchas consecuencias en su historial escolar.
—Muy
bien, señora Jones, le prometo que pondré más atención en mi hermano. Ahora si
me disculpa, llegaré tarde al trabajo, pedí permiso para venir a hablar con
usted, como me dijo que era urgente…
—Muy
bien, no se preocupe por nada más. En todo caso, Justin será suspendido por
unos días, así está estipulado en el reglamento interno.
Cuando
George abandona la oficina de la dirección, piensa sobre todas las cosas a las
que ha renunciado por hacerse cargo de su única familia, pero se dice a si
mismo que no se arrepiente, que todo lo que ha hecho vale la pena.
II
Mientras,
en un secreto lugar, en el fondo del mar, ocurre una escena importante. Se
trata del Centro de Mando del Escuadrón de Operativos Especiales de la Atlántida , una fuerza
secreta incluso para los mismos atlantes.
—Señor,
el Equipo de Avanzada está listo, solo falta que dé la orden —dice, llegando apresuradamente,
uno de sus miembros—… Si me permite el atrevimiento, señor… ¿Por qué ha
escogido a una familia?
—Muy
simple… —responde el General—. Porque ellos son los más capaces, y porque los
lazos que existen entre ellos hacen que éste escuadrón sea a prueba de
cualquier fallo. La familia es lo más difícil de romper ¡Su efectividad no
tendrá igual!
—Comprendo,
señor… Pues, los elegidos están listos para partir.
—Muy
bien —responde el enigmático General de este Escuadrón—. Sólo es cuestión de
tiempo entonces, para que la corrupción y la anomia de la superficie sean
eliminadas, y para que el orden de los “antiguos reyes” vuelva a darle la
magnificencia que alguna vez tuvo el mundo de arriba y, por supuesto, nuestro
reino. Tal como siempre debió ser. ¡Dé la orden!
—Sí,
señor.
III
Al
mismo tiempo, en los suburbios de la ciudad de Northcrem, en Eria, se escriben
otras historias.
Jason
Shore Jr. es un chico que sabe que la hora de cenar es la hora más crítica del
día. Es la hora en que todos sus miedos, defectos, errores y problemas se irán
en su contra, es la hora en que sus pesadillas se hacen realidad. Es la hora en
que llegan sus padres a casa.
Jason
Shore padre, es un policía que trabaja en los barrios más bajos de Northcrem, y
está acostumbrado a lidiar con la “basura” de la ciudad. Lidia con ladrones,
drogadictos, traficantes, asesinos, y todo lo que sea considerado como
delincuente en la ciudad. Estamos hablando también de abogados, actores,
gerentes de grandes consorcios, gerentes de bancos, todos ellos corruptos. Incluso
policías. Jason Shore no es la excepción. Su conciencia no es de las más
tranquilas, ni de las más limpias.
Su
madre, Martha Shore es una cajera de supermercado, obligada a recibir los
insultos de los clientes por la mala atención y lo decadente de los productos
del lugar donde trabaja. Se casó con Jason a la edad de 21 años, con la
esperanza y deseos de formar una familia feliz. Todo salió mal. Jason era un
pobre diablo que se dedicaba a extorsionar a todo tipo de “jefes”, partiendo
por el Departamento de Policía de Northcrem, sus abogados, “pimps”, traficantes,
y un largo etcétera. Los fines de semana, cuando no llegaba ebrio del día
anterior, solo dormía y se iba a una taberna a gastarse el salario en juerga y
prostitutas, las mismas que extorsionaba para dejarlas trabajar. Martha se
llevaba toda la responsabilidad de la casa, el cuidado de los tres hijos, y de
llevar el dinero suficiente para comer.
Todos
se juntaban a la hora de la cena, solo para descargar el pesar de sus
existencias en la mesa, donde la casa de Jason Shore Jr. se convertía en el
infierno mismo.
—¡Como
se te ocurre servirme esta basura de comer! —vocifera Jason Shore padre—. La comida es mejor en la cárcel que en esta
casa.
—Si
te gusta tanto la comida de la cárcel, por qué no te vas vivir allá, y me dejas
en paz —responde Martha.
—No
me grites de esa manera, y menos en frente de los niños.
—Te
digo las cosas que quiera, donde quiera, y cuando quiera —la discusión es
abruptamente terminada con una cachetada en la mejilla de Martha. Ella calla y
se levanta, llorando, hacia su habitación.
—Niño,
tráeme una cerveza, y rápido —le dice el padre a Jason Jr. Éste se levanta y va
al refrigerador por la cerveza de su padre. Se la entrega y de recompensa
recibe un palmetazo en la cabeza—. Para que no te olvides quien manda.
Termina
la hora de cenar y todos huyen a sus cuartos, donde están en libertad. Jason
padre no acostumbra a ir a verlos a sus habitaciones, ya que en casa solo está
para ver televisión, beber cerveza y golpear a su esposa. Jason Jr. vive con su
hermano la mayoría del tiempo, ya que su hermana mayor se fue de casa hace un
tiempo. Sin embargo, el otro hermano está todo el día en la calle y vuelve solo
para cenar, como es de costumbre, y fastidiar a su hermano menor.
Tras
la cena, Jason Jr. se encierra en su cuarto con tres pestillos y dos candados,
solo por precaución, para que su madre no entre a castigarlo. Antes
acostumbraba hacerlo por ninguna razón, y se desquitaba por todo lo que le
pasaba en el día. El parecido físico entre Jason y su padre era sorprendente,
por lo que Martha lo golpeaba y castigaba como forma de devolverle lo que le hacía
su marido.
Su
forma de escapar de los problemas era en sus aparatos explosivos, una extraña
forma de eliminar tensiones. Le daban la facilidad de controlar y saber cuando
y como iban a ser destrozadas las cosas. Esta vez estaba trabajando en uno que
era diferente a los demás. En esta ocasión le llegó por correspondencia una
extraña sustancia que producía mutaciones a los organismos vivos que fueran
expuestos al extraño elixir.
—Con
esta cosa podré crear a una raza de “super gente” para que sean tan extraños como yo, y no sentirme tan
solo…
Había
trabajado semanas en perfeccionar el dispositivo, pero sigue extrañado, al no
saber quién le había enviado la extraña sustancia.
—Está
listo. Mañana será el gran día para probar mi invención. Les daré algo por qué
recordarme.
Esa
noche Jason durmió con una sonrisa en su rostro, como hace mucho tiempo no
sucedía.
IV
—Dime
por qué lo hiciste Justin —le pregunta George Smith a su hermano menor.
—Sólo
intenté defender a un amigo. Le estaban pegando y pensé “qué haría mi hermano en una situación como esta”, y ni lo pensé dos
veces, me abalancé en contra de esos abusadores… y eso.
—Y
te vieron a ti pegándole al tipo que en realidad era el que estaba causando el
problema… —George mira a su hermano preocupado, ya que sabe que él hubiera
hecho lo mismo en su lugar.
—De
todos modos no está bien, para eso están los guardias de pasillo y de patio —comenta
Julie, la hermana de ambos—. Son situaciones muy peligrosas para un niño como
tú.
—No
soy un niño, ya soy grande y puedo defenderme por mi cuenta.
—¿Ah,
sí? ¿Cuántos años tienes?
—10,
pero voy a cumplir los 11 el mes que viene.
—Ya,
cuando tengas 17 hablamos.
Las
risas son generalizadas en la casa de los Smith. Viven en la casa que les
dejaron sus padres, héroes de tiempos en que la ayuda social era escasa, y a la
familia Smith le iba bien en los negocios. Los padres de George, Julie y Justin
eran grandes bancarios en Northcrem, y también desarrollaron una gran fortuna
en negocios, pero se caracterizaban por ser muy honestos y bondadosos con los
necesitados, y siempre hacían eventos en beneficio de los sin hogar. Lamentablemente,
fallecieron cuando Justin era un bebé, en un accidente en automóvil, cuando
venían de una fiesta de caridad organizada por ellos mismos. El terrible hecho salió
publicado en los diarios, y los hermanos Smith quedaron al cuidado de una
institutriz. Cuando George cumplió la mayoría de edad se hizo cargo del cuidado
y tuición de sus hermanos menores. La fortuna de sus padres se repartió entre
los inversionistas de su banco, quienes dejaron a los hermanos Smith prácticamente
en la calle, obligando a George a conseguir trabajo para mantener a sus hermanos
menores.
—Ya,
basta. A dormir, mañana va a ser un día muy largo —se despide el mayor de los
hermanos—. Buenas noches.
V
En la vida de George Smith. Hace unos
minutos.
Se
escucha una gran explosión en el centro de la ciudad. Las llamas consumen todo
lo que las rodea. La desesperación de las masas no se hace esperar, y comienzan
a correr por donde no haya fuego, movidos por la necesidad de sobrevivir. Nada
puede detenerlas. El caos se apodera del centro comercial de Northcrem.
Mientras
se levanta entre los escombros, George Smith no puede dejar de decirlo…
—Mierda
—el dolor recorre cada una de sus extremidades, y su cabeza da vueltas como si
estuviera en una montaña rusa. Lo segundo en lo que piensa es…—. ¡¡Julie!! ¡¡Justin!!
¿¡¿¡¡Pueden oírme!!?!?
Los
gritos del mayor de los hermanos Smith salen desde lo profundo de su corazón.
La angustia llena cada una de sus palabras, lo que hace que sus gritos sean
temblorosos pero fuertes. No duda ni un segundo en pararse y morder sus labios
para dirigir el dolor que lo consume. Mira a todos lados, y avanzando llega a
una claro en el espesor del humo desatado por la explosión. Ve a un muchacho al
lado de un dispositivo explosivo, con un extraño liquido verde en la punta.
Mira al muchacho, que sostenía un control remoto, y que está a punto de hacer
detonar la bomba. Escucha unos gritos y corre para evitar que el chico salga
lastimado.
—Muchacho,
sal de aquí, es muy peligroso —le grita al chico que tiene el dispositivo en
sus manos, mientras corre hacia él—. Alguien puede salir lastimado, suelta eso.
—Ni
lo sueñes, esta es mi oportunidad para ser recordado y no estar más solo…
¡ALÉJATE!
Mientras
el muchacho pronuncia estas palabras, George Smith alcanza a empujarlo y él se
ve envuelto en la explosión en su lugar, sin darse cuenta que junto a él, a
pocos metros, están sus dos hermanos, Julie y Justin. Una gran nube de humo se
levanta y se pierde todo de vista. Lo que sigue es un destello, un impulso, un
ardor que sale por todo su cuerpo: ante sus ojos solo puede ver fuego.
Continúa...
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