19.9.12

Zudo #15

El Camino del Guerrero (3 de 3)
“Vacío”
Historia: Zirijo


I
Ahora.-

- ¿Nos hemos refugiado lo suficiente? – pregunta León a su padre, el capitán de la nave Kraken, de Los Calaveras.

- Los Sky Rangers nos dieron la ventana perfecta para escondernos – responde Arthur Schweppes, padre de León.

Los Calaveras, con su flota compuesta por cinco barcos, hemos estado refugiados en las costa este de Estados Unidos, luego del ajetreo de los eventos ocurridos en New York.

- El GPS muestra que estamos cerca de K West... podemos ocultarnos ahí, y luego saltar a Cuba, ellos pueden ayudarnos – dice uno de los de abordo.

- Cuba no nos puede ayudar, debemos pedir asilo en Eria – responde el capitán.

- Zarpemos entonces – exclama León.

Los preparativos fueron hechos. Las cinco naves continuaron su viaje hacia el sur, tratando de burlar la seguridad norteamericana. El Kraken, nuestra nave, se eleva, tomando velocidad, activando sus sistemas anti-gravitatorios y de movimiento en el vacío.

- ¿Qué es eso que aparece en el radar? – pregunto, ya que no puedo dejar de mirar lo que pasa.

- Se mueve demasiado rápido, señor… se dirige hacia acá... ¡Cuidado!

Una poderosa explosión destruye el casco del Kraken. Un gran impacto dio con los motores, desestabilizando la estructura de la nave, precipitándose a suelo.

- ¡Todos a las balsas de transportación! ¡Cambien de barco! ¡Todos al Hydra! – era la orden de abordo.

Apenas podían moverse en el transcurso de la caída. Algunos llegaron a los dispositivos, otros entraron en pánico, y otros simplemente se aprestaron a morir.

- ¡Vete, hijo! ¡Debes liderar a estos hombres! – gritaba Arthur Schweppes en medio de la caída libre, a su hijo León.

- ¡No padre, moriré contigo aquí!... me hundiré con el barco.

- Este no es tu barco, hijo… es muy pronto para ti – dice el capitán, empujando dentro del dispositivo de transportación a su hijo, alejándolo de la catástrofe.

Desde lo alto, una figura se mantenía en suspensión. The American Dream miraba como se desplomaba el Kraken, sosteniendo en una de sus manos una pieza del destrozado motor.

- Dale mis saludos al Rey Negro… fue un placer haber servido con él – dijo Arthur.

- ¿De qué estás hablando? ¿Qué pasará con mis amigos prisioneros? – pregunto desconcertado.

Luego, el impacto con el suelo… y todo se vuelve oscuro.

II

Burbujas rojas y un mar de sangre. Puedo ver como los símbolos quemados en mi piel brillan e interactúan con la sangre en la que estoy sumergido. No puedo contener más la respiración, y dejo salir el aire que me quedaba en los pulmones.

Rendido, abro la boca y trago. La sangre no me ahoga, pero el sabor de la sangre se impregna en mi paladar. Mi brazo izquierdo arde, y el derecho, en el lugar donde tenía aquel brazalete. Se forma mi escudo, pero el brazo derecho aún arde. Abajo veo algo.

Nado con toda la energía que tengo y llego a un lugar rodeado por puertas. Ya las había visto antes, aquella vez cuando me enfrenté con Control en aquella mazmorra y a Shadow, en la base de Ultra Force*. Estaban todas abiertas, menos una, marcada con el símbolo que se forma en mi escudo. El símbolo es brillante, y destaca en el mar rojo en el que estoy sumergido. Tomo la manija para tratar de abrirla pero el destello es grandioso y pierdo la vista.

Cuando logro distinguir lo que pasa nuevamente, estoy en una habitación extremadamente blanca, llena de cuadros en los altos muros. Son fotografías de momentos de mi vida.

- Son tus memorias, Zudo – me dice una voz familiar – Son una representación de lo que podemos llamar, tu personalidad.

- ¡Codex! ¿Qué haces aquí? ¿Qué es este lugar? – le pregunto, sin saber qué está pasando realmente.

- Estamos dentro de tu mente, Zudo... – me respondió inmediatamente – Verás, cuando el cristal se fusionó con tu cuerpo, este traía Energía Cor Negativa de otro sector de la galaxia. Esta Energía trae consigo parte de la personalidad de aquellos a quienes pertenecía esta energía. Pero como son una raza completamente diferente a la humana, esto se traduce en este líquido rojo y negro que inunda tu mente y te hace actuar diferente de lo que realmente eres.

- ¿Esto está influyendo en mi personalidad? – le pregunto intrigado.

- Así es... la Energía Cor tiene esa capacidad. Puede alterar los estados anímicos de la gente, al portarla, tanto la  Negativa, como la Positiva. Esta habitación preserva tus propios recuerdos y personalidad, de la que trae consigo el cristal. Pero eso no indica que en algunos momentos te comportarás de una forma en la que no lo harías habitualmente.

- Como lo que pasó con Sight… - murmuro.

- Así es. Ese desafortunado incidente tiene que ver con lo que te sucede.

- Quiero saber algo más – le pregunto.

- Dime qué.

- ¿Estoy muerto? ¿Cómo es que puedo hablar contigo?

- No, no estás muerto, Zudo – me responde el mago – La energía que te dio el cristal hace que tu cuerpo sea más resistente de lo que son otros cuerpos humanos, pero cada vez que pierdas el conocimiento, llegarás acá. Y acá podrás hablar conmigo cuando quieras. Dejé una semilla neuro-mágica, para comunicarme contigo cuando fuese necesario… Ahora, debes despertar.

III

Grandes cantidades de polvo siguen en suspensión luego de la caída del Kraken. Me incorporo y trato de distinguir algo o a alguien, pero el polvo es muy denso. Hay trozos desparramados por todo el lugar de la magnífica nave de los Calaveras, pero no hay rastros de sobrevivientes, hasta que veo a una persona. Era uno de los de abordo, tenía medio mástil sobre él, y su cráneo manchaba el suelo.

Sigo buscando y encuentro lo que creo son las celdas del fondo de la nave, donde Takami y Hefestos seguían apresados luego de todo lo ocurrido. Temo lo peor.

El casco inferior de la nave estaba completo, observo, y son los gruesos barrotes los que mantienen completas las jaulas. Aún dentro, estaban mis compañeros de viaje, tendidos inconscientes por lo fuerte del impacto.

- Despierta Takumi, vamos, despierta – le digo, mientras lo zamarreo, y trato de que recobre la conciencia, pero noto que hay mucha sangre en su cabeza y en el piso.

- Zudo… ¿Estás bien? – me pregunta Hefestos, mientras se incorpora y camina hacia donde nos encontramos.

- Si, pero Takumi está herido – le respondo – Se golpeó muy fuerte en la cabeza.

- ¿Rey Negro? – pregunta delirando Takumi – Señor, hice lo posible para resguardar al mensajero…

- No, soy Zudo, Zudo Price… Takumi, resiste, podemos ayudarte – le respondo.

- Zudo… Es tarde para mí, mensajero… solo puedo ayudarte con una cosa… la ubicación de tu padre… - dijo Takumi con mucho esfuerzo, por el dolor del golpe que sufrió en la cabeza.

- No, Takumi... ya habrá tiempo para eso... Ahora hay que curarte, antes de que te desangres.

- El Shogun Blanco te hizo una pregunta cuando llegaste a su casa, ¿recuerdas?  - me dice Takumi - Sobre los elementos que componen este mundo… bueno, el quinto de los elementos de los que te hablaba el maestro, es el Vacío, eso que está entre las cosas, y que nos permite seguir adelante, sin dudas, sin cuestionamiento. Es lo que nos permite tomar las mejores decisiones ante los problemas... Zudo, el vacío es lo que guarda tu conciencia para salvarte del caos del mundo.

Escucho sus palabras y no sé qué decir, no entiendo… no comprendo lo que me trata de enseñar con sus últimos momentos de vida.

- Zudo, piensa, sobre lo que te hace estar en guerra contigo mismo – continua – La guerra de la mente se sana con el Vacío, acepta cada parte de ti, como un todo, y olvida el conflicto… supera la culpa de tus acciones, ya que todos creen saber lo que es cierto, pero solo aquellos que comprenden el Vacío, y lo acogen como guía… ellos siguen el Camino del Guerrero, el Bushido, el camino que el Shogun Blanco quiere para ti.

IV

El último aliento de vida de Takumi lo utilizó para darme este mensaje… el Vacío… ¿qué es eso? ¿Qué diablos está pasando? Esa llamarada… a lo lejos… ¿Qué será?

- Hefestos… trata de calmarte, iré a ver qué pasa más allá… parece que hay alguien más – le digo a mi amigo, que solo sobrevivió al impacto de la caída por la fuerte y resistente armazón del barco.

Debo hacer algo. Corro en dirección a la gran llamarada, la gente está en pánico, estamos en medio de una playa muy concurrida, debo ayudar de alguna forma… ellos han hundido al Kraken, y con él se han llevado al capitán de Los Calaveras.

El vacío… mi brazo arde… dejarme llevar por el silencioso y placentero vacío. Sin dudas, sin valores ni miedo… puro vacío.

- ¡Hey! ¡Déjalo en paz! – grito al ver un sujeto alto rubio y con los colores republicanos en su traje, sosteniendo por el cuello a otro tipo vestido de negro, con un gran ave en su pecho.

El escudo y la espada aparecen solos… el vacío me atrapa.


Fin...                                                                                                                                  Continúa en Imperio #8.

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*En Zudo #9 y #10


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