8.12.10

Mirox Zero: Paul Morgan (Parte 2)

“Aquel destinado a estar justo en el medio” (Parte 2 de 2)
Historia: R.H. Herrera

I

20 años después.

- Ethan - insistía por el “manos libres” del celular una de las agentes del Equipo Delta de “The Wall” – Ethan, responde.

En una camioneta ubicada cerca del sitio, se encontraban los agentes de reconocimiento.

- Aquí Ethan. Confirmada actividad anormal dentro del edificio… está claro, un demonio clase D. Su patrón espiritual concuerda con Melquiades. Tienes autorización, procede.

- Esto es una pérdida de tiempo.

- Morgan, trato de hacer mi trabajo, tengo que triangular la zona y señalizarles donde se encuentra.

- Ethan, es una pérdida de tiempo, sabes que yo podría acabar con él en menos de 30 segundos.

- Morgan, el Padre no quiere que te involucres… siempre que estás sucede algo raro.

- Están cazando un demonio, ¿eso no te parece suficientemente raro?

- Sí, pero tú regularmente terminas… sólo déjanos intentar, ¿sí? No podemos depender solamente de ti.

El Equipo Delta entró en el edificio. Estaba lleno de jóvenes de aspecto extraño, drogadictos y Punks, en una fiesta bizarra y clandestina.

- Aquí Lavy, Ethan… necesitamos que nos digas quien es el demonio.

- Sólo busquen al tipo de aspecto más extraño.

- Pues todos aquí son extraños… apresúrate si, este sitio me da miedo.

- Sepárense, pero no más de 10 metros cada uno… - el sonido de la puerta de atrás, al cerrase, desconcentró a Ethan - ¡Mierda!, Lavy, Morgan abandonó la Camioneta, creo que se dirige allá.

- ¿Qué? ¿Paul? – de pronto la silueta de Morgan pasó frente a los ojos de la Agente Lavy – Acabo de verlo.

- Detenlo.

Lavy corre, tratando de detener a Morgan, mientras este saca de su chaqueta un revolver Colt, modificado por los ingenieros de The Wall. Entre los gritos de la gente que lo vio sacar el arma, apuntó aparentemente a un grupo de individuos en la tenue luz del lugar.

- Paul, detente - Morgan disparó, destrozando la cabeza de uno de los que se encontraban allí, el cuerpo cayó al suelo y la gente empezó a huir del lugar. - Paul, ¿qué hiciste? – dijo la agente Lavy. Morgan puso el dedo en su boca haciendo el gesto de silencio.

- Mira esto.

El cadáver se levantó y una luz verde inundó el lugar. Luego el cuerpo empezó a arder.

II

- Paul – dijo Julio, ya en su oficina – Tienes que comprender que no puedes ir haciendo lo que se te antoje.

- Padre, es una pérdida de tiempo. Hace demasiados años que trabajo aquí. Sabes que puedo identificarlos sin necesidad de toda esa parafernalia tecnológica.

- Lo sé, pero mataste a una persona inocente.

- ¿Inocente? Sabes que para haber sido poseído no era inocente… Además, ¿que pretendía que los agentes hicieran? ¿un Exorcismo?

- Era una buena opción.

- ¿Una buena opción? En toda mi vida nunca he visto un exorcismo exitoso. Además, aunque lo hubiera, quien ya ha sido poseído es más susceptible a serlo de nuevo… al menos conocemos la debilidad de los “clase D”: mata al anfitrión y los devuelves al infierno.

- Aun así, no es correcto. Además ese método sólo funciona con los de su clase, ¿qué sucede si nos enfrentáramos con un clase B, o peor?

- Pues cuando llegue ese momento, idearé algo, pero puedo hacerlo solo, no necesito de esos idiotas.

- Me case de discutir contigo.

- Será por eso que estás tras un maldito escritorio mientras yo le pateo el culo a esos hijos de puta.

- Necesitas controlarte Paul… tengo una misión para ti, pero no tiene nada de demonios, ángeles o espíritus.

- ¿Entonces, por qué tengo que hacerlo yo? Manda a uno de tus esclavos.

- Es importante Morgan… Joahn desapareció.

- ¿Joahn?

- ¿Lo recuerdas?

- Si, el sacerdote de SXIII.

- Si, desapareció dentro de la ciudad de Sunset. Para evitar un incidente con el Vaticano, les dije que enviaría a mis mejores agentes a buscarlo.

- Es una manera bastante irritante de decirme que soy tu mejor agente.

- Ten – le pasa una carpeta con fotografías y un par de archivos – Es toda la información que tenemos. Fue visto por última vez en Dath Street, los testigos dicen que sólo fue un pestañeo y desapareció. Lo peor de todo es que hay un culto dentro de esas calles… temo que pudo ser víctima de algún sacrificio ritual.

- Claro, los sacerdotes de 76 años son los sacrificios más apetecidos.

- No es gracioso, Paul.

- Sólo trataba de aligerar la carga.

- Ve, y lleva a Lavy contigo.

- ¿Qué?, ella es inexperta, sólo me retrasará. Además, ¿cuánto tiene? ¿20 años?

- Es la mejor agente de rastreo que tenemos… además tiene 24, es 3 años menor que tú. Por favor Paul, no hagas tanto jaleo, ya no eres un niño.

- Jaleo… Quizás si estuvieras en el frente entenderías algo - Paul toma la carpeta y se retira de la habitación, dando un estridente portazo.

- Sé que estás decepcionado, hijo, pero alguien tiene que preocuparse del trabajo legal…

III

“…Recuerdo eso con detalle, Lavy y yo fuimos a Dath Street, investigamos las calles cerca de tres horas, luego me desmayé… no, me golpearon. La habitación está completamente oscura, mis manos están amarradas con cuerdas al respaldar de la silla. Aún estoy medio aturdido por el golpe, pero distingo una figura sentada frente a mí… es un ángel… no, por su color espiritual distingo que es una humano, una mujer… ¿será?

– ¡Lavy, Lavy, responde! – le grito. Quizás ella sepa un poco más de lo que está sucediendo.

- ¿Paul? ¿Eres tú? – respondió con una voz apenas audible – ¿Tienes idea de que sucedió? – … demoro varios segundos en responder.

– Lavy, necesito que te mantengas despierta, no te duermas – dije, intentando evitar que perdiera la conciencia.

– Estoy mareada, me duele la cabeza – escucho el sonido denso de un liquido estrellándose contra el piso, ¿es agua? No, es más denso que eso… no puedo evitar sentir un intenso olor a hierro. Sea lo que sea que haya pasado en esta habitación, está llena de sangre.

– Vaya, vaya, creo que nuestros invitados despertaron – dijo una voz desconocida. Las luces se encendieron y por breves momentos, quede encandilado. Al reaccionar, pude ver a Lavy frente a mí, casi inconsciente, con la cara cubierta de sangre y un enorme charco de sangre en el piso.

- ¿Lavy? – volteo para ver al tipo que nos habló - ¿Qué le hiciste? – de pronto, una imagen me deja atónito, al ver el cadáver de Joahn Arteaga colgado por los brazos, con unos enormes ganchos de acero.

– A ella aún nada… creo que se nos pasó la mano al golpearla en la cabeza, pero ya sabes, las mujeres son algo… frágiles. En cuanto al sacerdote, es un buen sacrificio para Darith, como lo serán ustedes a su debido tiempo – dijo.

- ¿Darith? ¿Acaso eres idiota? ¡Darith no existe, es un demonio ficticio! - conozco mucha mitología y demonología antigua, no hay indicios de que Darith existiera. Conozco este tipo de idiotas… toman una leyenda urbana y la transforman en religión, el problema es que él parece estar convencido de que existe.

– Eso es lo que crees… Darith me habló en un sueño, y como su profeta, debo comer de la carne de algún pagano y darle a mi culto un pedazo del cuerpo. Estarán largo tiempo acá, por lo menos  hasta que terminemos con el cadáver del viejo…

Esto sí es un problema, dadas las condiciones en que se encuentra Lavy, no durará mucho sin atención medica, y ahora tendré que enfrentarme contra un culto caníbal… esto no pinta nada bien.

El sujeto toma una motosierra y se acerca al cadáver del anciano sacerdote, y de a poco desmiembra su cuerpo pedazo por pedazo… primero sus piernas, luego su torso, la sangre espesa corre por el piso y se pega en las suelas de mis zapatos… debo mantenerme impávido, y mi mente fría para poder pensar en la forma de salir de aquí, las cuerdas son gruesas, pero el asiento es de madera balsa. Aún así, demorare un poco en romperla, no puedo hacerlo con él aquí.

Terminado su depravado acto, el tipo, junto con tres sujetos más, toman los trozos mutilados del sacerdote y los llevan a otro lado del edificio. Luego, vuelven a dejarnos con las luces apagadas.

Siento el sonido de sierras eléctricas de la habitación continua… excelente, así no escucharán cuando rompa la silla.

– Lavy, Lavy ¿puedes oírme? – pasa un momento, y me responde que sí. Bien, continúa despierta – Lavy, escúchame, no te duermas, necesito que te mantengas despierta – hablo con ella para evitar que pierda el conocimiento mientras intento romper la silla.

– Esa noche, en la discoteca, ¿cómo supiste quién era el demonio? – me pregunta. La silla estaba bastante dura y se resistía bastante.

- Para mí es simple, puedo verlos.

- ¿Verlos?

– ¡Carajo, esta maldita silla está muy firme!... Si, es una maldición con la que nací. Entre otras cosas, puedo ver el alma de las criaturas, eso incluye demonios o ángeles.

- ¿Maldición? Eso te facilita mucho el trabajo, ¿sabes? – dijo, con un tono de voz somnoliento, ella se está debilitando – Desde que llegué a The Wall, siempre te admiré… ¿Cuantos demonios has matado?

- ¿Matar? Los demonios no se matan, se espantan.

- Pero si matas al anfitrión…

- Simplemente, he matado a humanos, Lavy. No hay nada de orgullo en eso, pero es la única forma de vencer a las clases D, al menos hasta encontrar la manera de matarlos.

- ¿Y si nos encontramos uno de clase mayor?

- Conozco demonios clase C, B y A, aunque los B y A difícilmente atacarán a los humanos. Ellos prefieren ejercer influencias.

- Pero, ¿te has enfrentado a un clase C?

- Si – la silla se rompe, y puedo ponerme de pie, me dirijo a desatar las manos de Lavy – Cuando era niño, un clase C atacó el pueblo donde vivía. Si no es por Julio, creo que no hubiera sobrevivido.

- Sabes, Paul… – desaté a Lavy, la tomé en mis brazos y la dejé al costado de la puerta – Yo siempre te admiré, creí que quería ser como tú – con la puerta entre abierta, puedo distinguir un guardia, con una pistola 9mm. No es mi estilo, pero servirá. Parece estar sólo – Pero ahora descubrí que lo que siento por ti es más profundo…

Poco en cuenta tomé lo que Lavy decía, puesto que estaba delirando por la pérdida de sangre. Me abalancé sobre el guardia por la espalda, lo tomé del cuello, pateé sus piernas para que cayera de rodillas, y le quebré el cuello. En eso, entró otro sujeto a la habitación, tomé un cuchillo, y le di una estocada directamente en la manzana de Adán. Luego, tomé las armas de ambos y le pase una a Lavy. Ella, casi inconsciente, intentó pararse, pero era incapaz de caminar bien, así que le ayude a caminar. Los pasillos eran largos, y supuse que nos encontramos en una carnicería de la ciudad.

Entramos a una habitación, posiblemente la refinería, y les disparé en la cabeza a los tipos que se encontraban allí, antes de que pudieran sacar sus armas, cinco sujetos en total. Luego una bala atraviesa mi brazo derecho, y la pistola cae de mis manos.

– Vaya, así que lograron escapar – este es el sujeto que despedazó a Joahn. Disparó nuevamente en mi rodilla izquierda, caí de rodillas, y Lavy cayó a mi lado, inconsciente. El tipo se acercó, y puso el arma en mi cabeza – Es lamentable… parecían ser estupendos sacrificios.

Un disparo, directo en su espalda. Lavy, con lo último de sus fuerzas, puso una bala en la espina del tipo, el cual cayó al piso con convulsiones. No podía mover sus brazos, ni sus piernas, pero su mirada me decía que seguía consiente. Tomé su arma con la mano izquierda, y la puse en su cabeza.

- ¿No puedes moverte? Creo que dañó tu medula espinal – tiré la pistola al suelo – No te daré descanso, será tu castigo quedar postrado el resto de tu vida.

IV

- ¡Imbécil! - gritó Ethan, mientras golpeaba fuertemente mi rostro.

- ¡Ethan, detente! – exclamó Julio – ¡Estamos en un hospital, por Dios!

- Es que no lo entiende – dijo. Luego volteó su rostro hacia mí, puso su codo en mi cuello y presionó con fuerza - ¡No lo entiendes!

- Eres tú quien no comprendes – dije. Él bajo la mirada, y la mantuvo fija en el piso.

- Tienes razón, no lo comprendo. Nunca demostraste el menor interés por tus compañeros, nunca priorizaste nada más que tus propios logros… “Él que ha resuelto más casos”… nunca consideraste el valor y esfuerzo de los demás, nunca te detuviste a pensar lo inútiles que nos hacías sentir cada vez que interrumpías nuestro avance, por cegarte en tu porfía. Eres peor que la escoria que cazamos, y aun así, ella… ella te admiraba, eras su ídolo y ni siquiera fuiste capaz de protegerla.

- Ella está así por sus propias decisiones.

- ¡Está en coma, Morgan! ¡Está en coma por protegerte!

- Yo nunca le pedí que lo hiciera - en un ataque de ira, Ethan golpeó mi rostro una y otra vez. No sé porque no me defendí, quizás en alguna forma, sentí que lo merecía – Puedes golpearme todo lo que quieras, pero eso no te devolverá a Lavy - Ethan sacó su pistola, la puso en mi frente, y bajó el repetidor de carga.

- ¡Ethan! - dijo Julio, mientras desviaba el arma de Ethan de mi cabeza.

- Ni aun así muestras una sola emoción en tu cara Morgan. Eres un bastardo sin sentimientos, no vale la pena desperdiciar una bala en ti.

Ethan se marchó. Luego de ese día, nada volvió a ser lo mismo. Cada día sentía las miradas de odio y miedo de los agentes de The Wall. Me culpaban por lo de Lavy; habían pasado un par de meses y ella seguía sin despertar.

En el momento en que el ambiente fue tan denso, comprendí que mi sola presencia dentro de The Wall era motivo de discordia, y una potencial bomba de tiempo. Decidí entonces dejar el Departamento. Quizás fue por cobardía… prefiero pensar que fue por sensatez. Quizás debí despedirme de Julio, quizás debí dejarle flores a Lavy.

Simplemente salí sin avisar, sólo con lo que llevaba puesto, desde el límite de la ciudad de Sunset, dejando atrás la ciudad que me vio crecer, dejando atrás al hombre que me salvó y que me consideraba su hijo, dejando atrás a la organización que le dio sentido a mi vida hasta ahora, dejando a los agentes, aquellos que una vez fueron mis compañeros y me miraban con admiración, habiéndome transformado en un monstruo a sus ojos, sin haber visto nuevamente los ojos de la mujer que sacrificó su conciencia por mí. Si… realmente lo he perdido todo, ahora sólo yo y el destino implacable… hasta el Desierto de Eria parece un buen lugar para comenzar una nueva vida, y enfrentar mi destino…


Fin...
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