28.3.09

Zudo #5

Cuando la Sangre Llama (2 de 3)
“Los Truenos de Zeus”
Historia: Zirijo.

I

Salt Lake City, Utah, Estados Unidos.

- Deténganse ahí, están arrestados – repitió como autómata Blackjack.

- Lánzate sobre él, Zudo… yo me encargo de James – me ordenó Elena inmediatamente.

Obedecí, no sé si es porque confiaba en ella, o porque no supe qué más hacer. Elena lanzó bolas de energía oscura contra su ex novio, y yo me abalancé contra Blackjack. Mi escudo me protegió del golpe con el cual me esperaba, y una patada fue suficiente para desestabilizarlo. Me afirmé del borde de la ventana rota, y esperé a que Blackjack se pudiera defender.

- Detente ahí, estás arrestado – repetía sin cesar.

De pronto, vi en su rostro la misma expresión de Elena cuando estaba manipulada. Codex me dijo que fue culpa de un demonio que podía controlar las mentes humanas, así es que ningún intento por hacerle entrar en razón servirán.

- Estás bajo…

Interrumpí su “novedosa” plática con un puñetazo, puesto que estos tipos controlados pueden hacer una sola cosa a la vez: hablar o atacar.

- ¿Porqué lo hiciste James? ¿Por qué me traicionaste? – preguntaba Elena, mientras tenía encerrado a James en una gran bola de energía negra.

- No tenía otra opción, eres un peligro para la nación, Elena. No te podemos dejar libre – respondía James desde dentro.

- ¿Realmente piensas así James? – preguntó Elena, sorprendida.

- Lo lamento…

Sin pensarlo dos veces, lanzó la bola de energía que tenía a James, en contra de Blackjack, justo después de mi ataque. Por un instante la bola de energía absorbió a Blackjack, pero éste, en un movimiento que no alcancé a ver, sólo recibió el golpe, evitando ser absorbido.

Mientras caigo al suelo, luego del golpe que le di al protector de Las Vegas, soy sostenido por una extensión de energía oscura. Es Elena quien me sube al quinto piso donde estábamos.

- Casi te pierdo a ti también – me dijo triste Elena.

- Vámonos de aquí. Blackjack no nos puede ver, y tenemos que encontrar a Hefestos.

Bajamos por las escaleras de servicio, mientras que Blackjack nos buscaba intensamente por el edificio. Salimos corriendo por un callejón y nos perdimos entre las personas de la ciudad.

II

The Red House. Las Vegas, Nevada.

- Espero que la confianza que pusiste en esos jóvenes tenga buenas razones – se escucha en la habitación del Barón de la Casa Roja.

- No te preocupes, Amelia. Los envié a buscar a Vulcano, hemos perdido contacto con él desde hace mucho tiempo, y necesito que me diga si tiene las armas que mandé a pedir, listas. La seguridad en este país ya no nos deja trabajar con tanta libertad como antes, ¿no lo crees así Violet Princess?

- Es cierto, pero no creo prudente confiarles la seguridad de nuestro herrero a unos desconocidos – contesta la joven voz del otro lado del teléfono.

- Eres demasiado joven para recordar la crisis anterior. En tiempos violentos, los enemigos de los enemigos, son tus mejores aliados. Así conformamos las alianzas que nos mantienen vivos hoy. Tu madre, la anterior Princesa Violeta nos ayudó mucho, al contactar a las antiguas fuerzas.

- ¿Será prudente…?

- Si, es necesario que contactemos a los mensajeros. Será la siguiente misión de esos dos.

- ¿No los estás involucrando mucho en esto, Barón?

- Barón de la Casa… uf… No. Son tareas inconexas, no creo que encuentren los hilos en común.

- Bien, los recibiré cuando lleguen a New York. El Rey no puede verlos sin mi autorización.

- Lo sé, Amelia, por eso los envío contigo.

III

En medio de la ciudad todos se pierden con todos, y pasamos a ser uno más dentro de la masa. El escudo los desmaterialicé en el callejón, ahora se hace mucho más fácil. Me siento diferente. Antes, ni siquiera me hubiera atrevido a saltar de un quinto piso a golpear a un meta humano en la cara, pero ahora, esta cosa que corre por mi cuerpo me transforma, me hace más atrevido, arrojado, e intrépido, pero no sé… algo me falta, aún siento que no estoy completo, que no puedo ser un héroe.

- Estamos en medio de Salt Lake City, y no sabemos cómo encontrar a Hefestos – interrumpe mis pensamientos Elena. Ella se ve muy afectada con lo que pasó con James, pero lo esconde tras la misión.

- Creo que voy a pedir coordenadas más exactas al número que nos envió el mensaje.

- Yo perdí mi teléfono, lo dejé en casa de James.

- No importa, creo que con el mío servirá.

Marco el número y espero que me contesten. No pasa nada. Intento nuevamente sin dejar de caminar, y nada. Hemos perdido el contacto con La Rosa de Colores, y no sabemos dónde buscar a Hefestos.

- Este Hefestos… ¿no sabemos nada de él? – me pregunta Elena.

- No, sólo que su nombre debe ser alguna referencia a un herrero o constructor de algo.

- En las zonas urbanas no puede construirse nada sin un permiso. Tenemos que buscar un lugar donde un herrero moderno pase desapercibido.

- ¿Herrero moderno? – repito con sarcasmo – Tú estás pensando a otro nivel.

- Es simple estrategia. En la institución, si no piensas así, no puede ser un agente calificado. Todo sirve, Zudo. Todo sirve.

Caminamos al área industrial para ver si encontramos al “herrero moderno”. Discretamente miramos por todos lados y nada inusual se veía, hasta que llegamos a una fábrica que daba cuenta de un evidente abandono.

- Entremos aquí – propuso Elena - Hay un espacio en la reja, se nota tránsito de personas.

- Pero con cuidado, espera… si nosotros encontramos este lugar, ¿otros podrán hacerlo también?

- Si, pero deben estar muy bien entrenados.

- Oh, ya veo. Entremos pues.

Tras pasar muy rápidamente por el patio de la fábrica abandonada, llegamos a un gran portón corredizo. Estaba sin seguro, y sin mucho esfuerzo lo abrimos. Seguimos por la oscura fábrica, investigando si podría ser el escondite del tal Hefestos, cuando nos encontramos con algo inesperado.

- ¿Estas son herramientas? – pregunté.

- No, más bien parece…

- Instrumentos científicos, como los que usaba mi padre.

Efectivamente. Encontramos un mesón lleno de instrumentos de medición científica en la fábrica. Al parecer, había servido como escondite para alguien que se dedicaba a la investigación de fenómenos astronómicos, y de todo orden, siendo abandonada repentinamente.

- Estas notas no nos dicen nada, están incompletas – dice Elena, luego de leerlas por un rato.

- Déjame verlas…

El silencio me embarga. La letra de aquellas notas, la reconozco… es la letra de mi padre.

- Mi padre estuvo en esta fábrica trabajando… Pero, ¿por qué?

- Recuerda que estaba huyendo de nosotros, cuando te conocimos – dice Elena, mientras sigue revisando los papeles.

- Pero, esto es casi providencial, Elena. Nunca pensé que podríamos encontrarnos con alguna pista de mi padre en esta ciudad.

- Esas cosas no existen, jovencito – dijo una voz desde la oscuridad.

- ¿Quién es usted? – pregunta Shadow, con su energía oscura lista para actuar.

- Soy al que buscan. Soy el herrero de los dioses.

IV

- Inútiles, eso es lo que son - se escucha en la oficina del General Smash. La puerta está abierta y las ventanas permiten ver el espectáculo. Es Smash, que habla por teléfono.

- Pero señor, usted sabe el nivel de entrenamiento de Shadow, era casi imposible realizar la misión.

- Por eso mismo te la encargué a ti James. Además te envié el refuerzo de Blackjack, pero veo que incluso bajo las órdenes de Control, es un bueno para nada.

- Señor, el muchacho es mucho más peligroso de lo que pensábamos. Al parecer Shadow le está entrenando. Si logra que alcance su potencial, será imparable.

- No, si es que lo eliminamos antes – responde Smash.

- Nada de eliminar – dice la misteriosa figura de Wörner, desde la silla del escritorio de Smash – Recuerda que el muchacho tiene algo que nosotros queremos, y no podemos dejarlo así nada más. Servirá de “alimento” para… tú sabes de quien hablo.

Después de esas palabras, a Smash no le queda más que dar órdenes a James para que siga buscando a los fugitivos.

V

Esa abandonada fábrica en la que entramos, sin quererlo, se transformó en lo más cercano con relación al paradero de mi padre.

- ¿Usted conoció a Jules Price? – le pregunto al hombre que nos sorprendió.

- ¿Jules? No conozco a nadie con ese nombre.

- La persona que escribió estas notas… ¿¡usted conoció a mi padre!? – dije desesperado, mientras lo levantaba del cuello.

- Cálmate, Zudo – me dice Elena, mientras me separa del hombre aquél – Recuerda que es el hombre que estamos buscando, el tal Hefestos.

Mientras lo miro fijamente a los ojos, lo suelto y me alejo para calmarme un poco. Esta cosa que corre por mis venas, todo este poder me hace hacer cosas impensadas.

- ¿Usted es el tal Hefestos? ¿Cómo podría probarlo? – pregunta Elena a este tipo.

- Fueron enviados por el Barón de la Casa Roja. Ustedes me llevarán a Chicago para entregar el “Trueno de Zeus”.

- Espere, ¿está diciendo que tenemos que llevarlo por tres estados, para entregar un “Trueno”?

- El “Trueno de Zeus” es un arma, la más grandiosa de todas. Tenemos que entregarla en Chicago, en el “Brown Building”.

Mientras hablan Elena y el tal Hefestos, me dedico a leer las notas que eran de mi padre. En ella hay información sobre reflectores de energía y un montón de notas con respecto a esa tal arma.

- ¿A esto se dedicaba mi padre? ¿A construir armas?

- Esas notas llegaron como ustedes, las enviaron desde La Rosa de Colores. Mi tarea era construir esta arma, con todas las indicaciones.

-No puedo creer esto… debo buscar a mi padre, no puedo detenerme en este jueguito en que nos metió el Barón de la Casa Roja.

- Calma, Zudo, no caigas en la desesperación. Recuerda que por lo único que seguimos libres, es porque el Barón nos dio esta tarea. Cumplamos con esto, y luego vemos que pasa con tu padre.

- ¡¿No entiendes lo importante que es esto para mí?! - respondo alterado, aún no puedo controlarme - De un momento a otro mi padre es un desconocido, una mentira. Debo saber a que se dedicaba mi padre en realidad.

- Las notas venían de Warren, Arkansas. Es imposible enviar un paquete sin que se sepa de donde viene.

- Entonces vamos a Warren, luego entregaremos el Arma – digo.

Elena me mira desconcertada, la ira, la desesperación y una voluntad férrea me hacen tomar la decisión. No me puedo permitir seguir sin saber donde está mi padre, y saber quién es en realidad.

- Muy bien, hagámoslo a tu modo… pero las consecuencias de lo que vayamos a hacer, corren por tu cuenta.

- Todo por saber dónde está mi padre.

Un silencio incómodo nos rodea, hasta que Hefestos despeja la mesa de trabajo, y trae un artefacto tapado por una manta. La descubre, y se nos revela el “Trueno de Zeus”.

- Este artefacto es un acelerador de electricidad estática. En el ambiente hay corrientes eléctricas constantes. Esta máquina lo que hace es acumular una cantidad de energía electro-estática, dirigiéndola por un cañón a una velocidad sorprendente.

- Es una máquina que dispara rayos – interrumpe Elena.

- Si… en palabras simples, si. Debemos llevarla lo antes posible a Chicago.

Tomamos todo lo que pudimos de la fábrica, entre ellas las notas de mi padre, y buscamos un vehículo. No encontramos el que nos dio el Barón, así que tenemos que tomar uno “prestado”. Elena conduce, mientras que yo llevo el arma y vigilo a Hefestos. De pronto, llega un mensaje:

- “Ls Ryos dbn llegar a ls mnos dl Conde”.

- ¿El Conde? – me pregunto en voz alta.

- El Conde vive en Chicago, debemos llevarla hasta allá – responde Hefestos.

- Lo sé, pero primero iremos a Warren, tengo que saber de mi padre.

- El Barón no estará muy contento si nos desviamos – me advierte Elena – Tenemos enemigos muy peligrosos.

- Podemos con ellos, ya los hemos derrotado dos veces, no pueden hacer nada.

- Calma, Zudo. Sólo digo que nos apeguemos al plan.

La miro, decidido, y ella capta el mensaje.

- Ya te lo advertí, Zudo. Si insistes con ir a Warren, iremos sólo para calmar tu ansiedad.

Estaba decidido, iríamos tras la pista de mi padre, descubriríamos este misterio que me está matando, y entregaríamos los famosos “Truenos de Zeus”.


Continúa...
_

No hay comentarios: