12.12.12

IMPERIO #10

“El Fin”
Historia: Zirijo & Rodrigo Roa.


I

El sonido del puñetazo que dio Blackbird a The American Dream en la costa del territorio de los Estados Unidos del Mundo, resonó entre las olas, el humo y los edificios. La mente del defensor estaba nublada por la intransigencia de quien lo enfrentaba, y por la impotencia que lo había embargado desde el inicio de todo esto, del Imperio.

- ¡Quick, corre! – pidió Blackbird a su compañero velocista, al ver que los segundos pasados después del aquel golpe, aumentaban.

Cuando Quick emprendió carrera, el velocista de The All-Americans, Sonic Man, lo siguió, en dirección desconocida hacia el interior del país.

En la playa quedaron Blackbird y el Hombre de Fuego. Este último había encendido su cuerpo en llamas al ver el golpe que dio su amigo Adam. Se alejó un poco, y miró directamente a Agente, que se preparaba para sacar su arma.

- Chicos… ¿saben ustedes lo que es el fuego? – preguntó, al momento de envolverse en una gigantesca y atemorizante bola de fuego. Las llamas se figuraron como alas en la espalda de Justin, y este avanzó con gran fuerza contra el Agente.

No pasaron más de diez segundos en que todo sucediera. El rostro de American Dream estaba enfurecido por aquel golpe que lo tomó por sorpresa. Con rapidez sobrehumana tomó los brazos del defensor de Angalileo, y con un cabezazo reventó su nariz. Blackbird, adolorido, golpeó el pecho del sueño americano con ambos pies, logrando soltarse. Adam concentró energía entre sus manos, lanzándoselas e impactando con éxito. Pero aún así, The American Dream se incorporó del suelo, y Blackbird no pudo más que pensar en su próximo movimiento.

Quick, en plena carrera, esquivaba los discos que lanzaba Sonic Man a alta velocidad. Estos estaban afilados, y aumentaban de velocidad al estar en plena carrera. Ninguno dio con Roy, que en sólo unos instantes ya estaba en Los Angeles.

Allí, el General Burt Smash continuaba con el plan de retomar la ciudad, expulsando a los dos miembros de Le Projet Acadia, Monsieur Canadá y Polar, que continuaban con la toma de territorio norteamericano. El camino estaba cortado por un gran cráter, e impedía que vehículos militares entraran en la zona.

Rodeando la ciudad, Quick se dio cuenta que las tropas norteamericanas estaban expectantes por el momento apropiado para entrar y sorprender a los canadienses... pero justo en aquel instante, una sombra de aeroplanos se acercaba. Los Sky Rangers llegaban por el este, y abrían fuego contra los soldados.

Smash huyó junto a sus tropas hacia alguna base segura. Su misión fue obstruida, y Los Angeles era ahora territorio bajo el control de Canadá. Mientras, el joven velocista corría de regreso...

Al momento en que Quick regresó a la playa de Houlover, el Hombre de Fuego seguía atacando a Agente, que aún no había hecho uso de su arma, esperando. Justin encendió fuego en el suelo, y lanzó largas llamaradas hacia el comando especial. Este apuntó su arma mientras estaba en suspendido en el aire, esquivando el ataque, y disparó. Una gran red se desplegó en frente de Justin, empujándolo y desestabilizando su vuelo. El empujón fue tan fuerte, que llegó a hundirse en el mar.

- Tus esfuerzos por desconcentrarme con el fuego no sirvieron de mucho… por más que intentes encenderte, el mar es mucha agua incluso para ti – dijo Agente, burlándose de la estrategia de Justin.

Justin se incorporó en la playa. El mar no llegaba más arriba de su cintura, pero era más un acto de burla que una verdadera intención de detenerlo. Justin buscó en si algo, un pensamiento. El agua comenzó a lanzar vapor en torno del Hombre de Fuego, y este se encendió nuevamente en llamas, derritiendo la red por completo. Estas flamas eran más brillantes, más fuertes. Desplegó llamaradas a su alrededor, y nuevamente embistió con un ataque.

The American Dream se lanzó con los puños adelante y juntos, y golpeó en el estómago a Blackbird. Ambos siguieron con la trayectoria, incrustándose en la arena. El soldado norteamericano, vestido de franjas rojas y azules, con estrellas blancas en todo su traje, se puso de pie, y tomó del cuello a Blackbird, mirando hacia la playa. La semiinconsciencia de Adam impedía que reaccionara, haciendo que perdiera la vista del hermoso cielo despejado entre borrones negros.

Cuando los ojos del héroe se cerraban, de la nada un fuerte grito lo despertó, y el quejido de The American Dream le permitió zafarse de entre sus manos. Un extraño joven con un escudo y una espada en su brazo izquierdo fue quien le permitió escapar, con un corte diagonal en la espalda de quien había derribado la nave de los Calaveras. Era Zudo, entregado al vacío de sus actos.

- ¿Quién eres tú? – preguntó Blackbird, sin conocer al sujeto que lo estaba ayudando.

- Soy Zudo Price, y este tipo me debe una caída de al menos diez mil metros. ¿Quién eres tú? – preguntó el perseguido mensajero de la Casa de los Colores.

- Blackbird, de Defensores Unidos.

-Esa es una agresión a un oficial de ejército – dijo The American Dream, poniéndose de pie, incorporándose del ataque, con la capa que adornaba su espalda, cortada – Es un delito grave…

En ese momento, un mensaje corto y claro por fin pudo escucharse por el comunicador del líder de The All-Americans, que se había encendido durante la pelea con Blackbird.

- “American Dream, estamos siendo atacados por los canadienses, regresa inmediatamente a la capital, junto con Agente y Sonic Man”.

- Señor, tenemos intrusos en la costa sur...

-Me importa un carajo. Estamos bajo ataque, Washington es prioridad. Cambio y fuera.

Agente escuchó la conversación mientras seguía enfrentándose al Hombre de Fuego, pero con un rápido movimiento lo esquivó, y partió en dirección norte. The American Dream los miró, y se retiró en vuelo precipitado hacia la capital del Imperio.

II

- ¡Debemos seguirlos! – dijo, motivado, el Hombre de Fuego, cuando se reunió con Blackbird y Zudo.

- Quick, ¿me escuchas?

- Fuerte y claro – respondió Roy, tratando de perder la pista de Sonic Man, que lo perseguía entre cañones, bosques y praderas.

- Corre al norte… Corre a Washington… intercepta a The All-Americans, trata de ganar tiempo hasta que nosotros lleguemos.

- Ok... – y Quick cambió de curso, directo al norte... pero Sonic Man le dio alcance.

- No irás a ningún lado.

Quick fue obligado a cambiar de trayectoria, perdiéndose en terreno norteamericano.

De pronto, un fuerte dolor de cabeza embargó a Blackbird y al Hombre de Fuego, que en ese momento se presentaba con Zudo. Adam reconoció la interface… era Lady Star.

- Blackbird, lo siento, estoy tratando de hacer sinapsis grupal con los demás miembros del equipo… pero están todos muy lejos.

- ¿Qué te pasó? ¿Dónde has estado?

- Me quitaron todo, Blackbird... mi uniforme, el amplificador de ondas neuronales… todo. Pero he descubierto cómo usar mis poderes sin intervención externa. Me faltaba un poco de potencia… y Luz.

- Lady Star – saludó telepáticamente el Hombre de Fuego a su compañera de equipo.

- ¡Justin! ¿Estás con Blackbird? Bien… me han revelado algo, la ubicación exacta de una cura para la enfermedad que transmiten los insectos…. Fue todo una trampa. Los estadounidenses crearon el Ébola Vastitas, y ellos esconden la cura en el subterráneo de la Casa Blanca.

- No digas más… vamos en camino.

- Estoy con un amigo. No puedo dejarlo solo... – dijo Zudo, cuando se preparaban para partir en vuelo.

- No te preocupes… yo puedo llevarlo, he aprendido algunos trucos – dijo Justin Smith, salvando la situación.

Blackbird, Zudo, Hombre de Fuego y Hefestos, el amigo de Zudo que sobrevivió también a la caída del “Kraken”, partieron a toda velocidad, volando hacia el norte por la costa. El Hombre de Fuego no hacía ningún daño a quien cargaba de los brazos, ya que parte de su habilidad era controlar las llamas que salían de él.

III

En Washington, Ian Thomas ordenaba a Lady Bug desplegar a todos los insectos infectados en la ciudad, para atacar a los soldados canadienses que se abrían paso con las armas Q, cargadas con energía residual de Quasar. Los insectos iban con órdenes de atacar a los enemigos, pero eran tantos, que atacaron a todo ser humano que se cruzaba en su camino. Cientos de miles de insectos picando y mordiendo a civiles, aliados y enemigos por igual, contagiándolos con el horrendo Ébola Vastitas, llevándolos a su muerte segura. El caos era extremo, y las últimas fuerzas se resguardaban en la Casa Blanca.

Un gran destello los desconcertó a todos. Venía de algún lugar no identificado, y fue tan fuerte, que se pudo ver en todo el costado occidental del planeta.

- ¿Qué diablos fue eso? – preguntó Zudo.

- No lo sé, pero vino del norte… no puede ser bueno.

Con una velocidad impresionante, The American Dream y Agente hicieron arribo a Washington sin demora, pero se encontraron con la infestación de insectos, que también los atacaron a ellos. Agente, escondido en su vehículo hermético no tuvo mayores problemas, pero American Dream fue mordido y picado en varias oportunidades.

- No… espera… ¿me mordieron? ¿No me hicieron inmune a esto? – preguntó American Dream, fuera de sí, cuando llegaban a la entrada de la Casa Blanca - Hey, déjenme pasar... soy un oficial herido, tengo mis derechos… ¡dije que se quitara! – dijo desesperado, y ante la negativa de los guardias, los agredió, y no pudieron detenerlo hasta que llegó a la oficina presidencial.

- Cálmate, ya estás aquí… podemos ayudarte – lo trató de tranquilizar Agente, que una vez allí, se preocupaba de resguardar al Presidente Ford – No... no te acerques, American Dream... es una orden.

Lejos de entender, el emblema del Imperio, ese que recorrió el mundo derribando fronteras y arrasando con ejércitos completos, tomó a Agente y lo hizo volar.

- ¡Vamos! Les di todo, ¡les permití jugar conmigo! ¡Denme la Cura!

- ¡Aléjenlo de mi! ¡Ayuda! – rogaba Nelson W. Ford.

Descontrolado, The American Dream lo apretó tan fuertemente de la cara, que le fracturó la mandíbula, produciéndole un shock nervioso. Pero no pudo detenerse allí. Impotente, terminó por separar la cabeza del cuerpo del Presidente, del Emperador del mundo.

- ¡Ayuda! ¡Estoy infectado! ¡¡No!! – gritaba desesperado, pero un disparo lo redujo. Directo en la cabeza, con una bala especial preparada para algo como esto.

- No quería usarla… pero no me diste otra opción, American Dream – le dijo Agente, mientras la sangre fluía por la alfombra del salón oval.

IV

- Señor Storm, reunámonos en la sala de emergencias… ha ocurrido un imprevisto – comunicó Agente a su superior directo. Luego salió de la sala.

En el intertanto Quick logró llegar a un Washington infestado de insectos y soldados tirados en la calle, pero aún era perseguido por Sonic Man. Este lanzó uno de sus discos, pero esta vez Quick lo esperaba, tomándolo y lanzándoselo de regreso, a una velocidad mayor a la que le había imprimido el velocista norteamericano. El disco dio en la pierna de Sonic Man, haciéndolo caer de forma dolorosa y estrépita. Quick por fin lo perdió.

- Blackbird, ¿dónde estás? – preguntó por el comunicador.

- A unos kilómetros de Washington. Volamos al máximo que podemos – respondió su amigo.

- Cuidado, la ciudad está infestada de insectos… están mordiendo a todos. Es como si se los estuvieran comiendo vivos.

- Los espantaré con mi fuego. Apenas lleguemos nos reunimos – agregó Justin, ofreciendo una solución al problema.

Envueltos en una bola de fuego, Blackbird, Quick, Zudo, Hefestos y el Hombre de Fuego lograron llegar a la puerta de la abandonada Casa Blanca, donde los insectos reinaban y todos los guardias habían huido luego de la muerte del Presidente.

- Hey, ¿quiénes son ustedes? – preguntó Wild Dog, miembro del equipo del Proyecto R-Evolución, cubierto de un repelente especial, diseñado para evitar el contacto con los insectos – Esta es la Casa Blanca, no pueden estar aquí.

- Míranos – desafió Justin, que apartaba el fuego de entre sus manos y lo expandía por toda la Casa Blanca, incendiándola, alejándolo a los insectos con el humo y las llamas.

Wild Dog, protegiéndose de la onda de calor, se hizo a un lado, e hizo un llamado. En un instante, de otras habitaciones aparecieron otros miembros de R-Evolución: Puma, Lagarto, Rush, Hardcore y Ámbar. Todos dispuestos a apresar o eliminar a Defensores Unidos.

Mientras el Hombre de Fuego lanzaba largas llamaradas, Blackbird se acercaba a repartir golpes y Quick corría a enfrentarse directamente con Wild Dog, aún oculto.

Zudo y Hefestos aprovecharon la situación para escabullirse entre los cuartos, llegando al salón oval. La sangre de los cadáveres de The American Dream  y del Presidente Nelson Ford los recibió, con un fuerte olor. Vieron que una compuerta estaba abierta y entraron. En una sala oculta bajo unas escaleras, encontraron un maletín con unas cuantas muestras de un líquido de color lila.

- Según esto… es una estructura química capaz de desactivar los compuestos tóxicos de la sangre infectada… ¡es La Cura! – dijo Hefestos, revisando los pequeños papeles que acompañaban los recipientes.

- Debieron dejarla abierta… algo no está bien… alguien huyó sin llevarse la Cura.

Arriba, la pelea ya se había trasladado hasta la oficina del Presidente. Blackbird estaba allí con Lagarto y Rush. Zudo y Hefestos subieron. El escudo y la espada se formaron justo para cortar en uno de sus brazos a Lagarto, que estaba desprevenido.

- Tenemos la Cura, pero es imposible salir de aquí todos juntos – dijo Zudo a Blackbird, que había lanzado a Rush por la ventana.

- Vete, con tu amigo. Llévate la Cura a alguna parte. Repártela... ve a Eria, allá estarán seguros.

- Bien.

Zudo y Hefestos bajaron nuevamente, y encendieron algunas de las luces que aún funcionaban. Un vehículo hermético, como el de Agente, quedaba disponible. Sólo había espacio para dos, y uno de ellos ya había sido usado. Ambos subieron aquel vehículo, y se perdieron rompiendo paredes y atravesando escombros, entre las sombras de los túneles subterráneos que comunicaban la Casa Blanca con algunos de los túneles de trenes y alcantarillas.

Se escucharon explosiones a la distancia. La Casa Blanca estaba en llamas y los insectos continuaban atacando a la población, y no se detenían. Los enjambres se metían por todos los agujeros y orificios que estaban a su alcance. Entraban a las casas, infectaban a todo el mundo. Los soldados canadienses seguían disparando a diestra y siniestra, hasta que sus armas comenzaron a vibrar. Algo las llamaba, las excitaba. Quasar estaba cerca.

Con el poder del cosmos en su interior, Quasar lanzaba grandes cantidades de energía a los edificios, calles, puentes, y su grito de guerra resonaba por toda la ciudad. Sin discriminar, el arma perfecta y más poderosa de las galaxias estaba barriendo con el campo de batalla. Nada se iba a salvar de su paso.

Quasar sintió algo así como un dolor en su cabeza, cuando escuchó una voz familiar. El aún miembro de Defensores Unidos se recogió en sí mismo para evadir el dolor. Pero Lady Star logró entrar de todos modos a su mente. Era una tormenta ahí adentro. No podía dialogar con él.

Con otro gran esfuerzo Lady Star aguantó las ondas psico-cuánticas de la mente de Quasar, e implantó un pensamiento en su mente. Convulsionado, Quasar emitió una onda de energía gigantesca, que lo cubrió todo. El planeta completo. La onda no afectaba a nada más que a los insectos infectados, esos que seguían volando y repartiendo la enfermedad. Un solo pensamiento que dejó a Lady Star fuera de la red, desmayada en un estado de coma transitorio, pero que logró desintegrar a cada portador de la pandemia que afectaba al mundo.

Ya calmado, gracias a la intervención psíquica de Lady Star, Quasar se detuvo a observar la ciudad que se caía a pedazos. Muerte, fuego, y destrucción. Quasar levantó los brazos, convencido de que esta ciudad y esta gente no necesitaba más castigo, y comenzó a absorber la energía de las armas Q. La carga de las armas abandonó sus contenedores, y regresó con su original, que seguía suspendido en los aires.

Con el proyecto R-Evolución derrotado, y con Zudo y Hefestos perdidos, Blackbird, el Hombre de Fuego y Quick fueron en dirección a la oficina central de la O.N.U., donde el Amo de los Espejos le dijo a Blackbird que se encontraban algunos de los aliados que ayudaron a detener a las hordas de Pershings repartidos por el mundo.

Afuera, vieron como descendía Quasar, y los miraba con ojos de desolación, conscientes de todas las calamidades que había visto.

Desde el interior de la oficina, los miembros sobrevivientes de The Wall abrieron las puertas al asegurarse de que los insectos ya no estaban atacando, y que no había enemigos cerca. El mismo Comandante Monroe salió a saludar a los héroes en este día de destrucción...

- La guerra ha acabado chicos… gracias a ustedes hemos ganado esta guerra.

- Podremos haber detenido a Estados Unidos, señor Monroe – respondió Blackbird – pero las guerras no las gana nadie.


Fin...


Epílogo I

- Señor... – se escucha desde un receptor remoto de comunicaciones. Es Agente, junto a Dwayne Storm – La misión ha sido un fracaso.

- No te preocupes, vuelve con nosotros. Cambio y fuera – respondió la sombría figura que se comunicaba con Agente.

- Señores... – dijo luego, rodeado de no más de 5 personas – El experimento fue un fracaso, debemos comenzar nuevamente.


Epílogo II

Sobrevolando el hongo nuclear que dejaba el cadáver de AHB-42, al sur de Eria, Destructor pensaba y pensaba. Trataba de entender qué era esto... ¿Una tragedia, o la oportunidad de levantar un sueño?


Epílogo III

- Lady Star, ¿qué es lo que te sucede? – se preguntaban los soldados de The Wall ante la telépata que se desmoronaba en frente de ellos, en Los Angeles.

Lady Star caía inconsciente por el esfuerzo que representó presenciar la mente del atribulado y furioso Quasar.

- No, ¿estás bien? ¿Estás...? ¡Rápido! ¡Debemos llevarla de regreso a Eria, allí sabrán qué hacer!


Epílogo IV

- Ahí, ese camino nos sacará de aquí – dijo Hefestos a un nervioso Zudo.

Ambos llevaban en un maletín el suero para sintetizar cantidades masivas de La Cura, capaz de sanar a los millones de personas que aún luchaban para sobrevivir al Ébola Vastitas.

Afuera, la ciudad estaba desierta y en llamas. Una onda de destrucción había pasado por ahí, así que el camino era peligroso. Una mala maniobra los hizo estrellarse con un montículo de concreto, destrozando el frontis del vehículo.

- ¿Qué hacemos ahora? – preguntó Hefestos. Luego se percató de algo – Algo brilla en tu bolsillo...

- Es un espejo del Amo de los Espejos. Cuando estuve con Ultra Force me lo dieron… ¿Aló, alguien puede responderme?

Luego de unos minutos alguien respondió.

- Soy Richard Butler, identifíquense.

- Soy Zudo Price, Ultrabot… tengo una cura… logramos robar una Cura para el virus.

- Esperen donde están, iré por ustedes.


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