6.9.12

IMPERIO: Concilio de Guerra

Historia: Rodrigo Roa.


Things fall apart; the centre cannot hold;
Mere anarchy is loosed upon the world
- William Butler Yeats


Inter abrió los ojos, y vio que ya no estaba en el mismo lugar que antes. Su ropa seguía sucia, manchada con tierra y sangre. En sus oídos aún retumbaban el sonido de las balas, los cañones y los gritos, y una gota de sudor terminaba de caer de su rostro al piso.

Pero ya no estaba en el campo de batalla. A su alrededor se erigía un salón amplio, diseñado con líneas curvas, moderno pero frío, lujoso... lejano. Era una verdadera mansión, pero extraña, como si no perteneciese a la Tierra.

- Es un niño... sólo un niño...

- Todos están involucrados, no hay diferencia... La guerra no respeta edades...

- Ha llegado por accidente, pero no podemos enviarlo de vuelta a ese baño de sangre...

- ¿Quién... quiénes son? - preguntó hacia las voces que escuchó, un tanto asustado. El eco de un lugar solitario, desolado, hacía parecer las voces más profundas y más lejanas. Nadie respondió, e Inter comenzó a mirar y caminar en todas direcciones, desconcertado.

- Debemos proseguir – dijo una de las voces, con dureza y autoridad – El tiempo que tenemos es limitado.

- ¿Aún con el chico aquí?

- Su presencia no es un impedimento para el  objetivo de nuestro concilio... Ahora, si retomáramos...

- Bien. Como decía previamente... – retomó otra de las voces – Entre otras cosas, hemos decidido reunirnos aquí para tratar de comprender y conciliar nuestras propias concepciones sobre la guerra que acaece a través del mundo. Se encuentran aquí: Códex, Guardián de Toda la Magia; Shaman, el hombre que mejor comprende a los espíritus humanos; Zenith, avatar del Poder del Cielo; y yo, Kao, protector inmortal de los Libros del Destino.

- ¡Wow! ¿Es esto real o me pegaron demasiado fuerte en la sesera? – exclamó Inter, al llegar a un salón muy poco iluminado, donde estos seres poderosos e increíbles se reunían. Estaban alrededor de una gran mesa redonda, y en el techo translúcido del salón, se veían el cielo oscuro y las estrellas.

- Escogí este lugar, la Mansión Órbita, como punto de reunión... – continuó Kao, sin prestar atención al comentario del joven héroe - Para estar alejados de la Tierra, para observarlo todo a distancia, sin involucrar sentimientos o el pesar de ver a los nuestros envueltos en tamaña destrucción...

En ese momento, Inter interrumpió con una fuerte exclamación, que ya no pudo ser ignorada por los allí reunidos.

- ¡Pero ustedes...! ¡Ustedes tienen tanto poder...! ¡¡No pueden simplemente reunirse y no hacer nada para detener esto!!

- Eres muy joven y muy iluso... – le dijo cálidamente Shaman – Aún no comprendes lo que todos estos hechos significan para el futuro del mundo terrenal... e incluso, para el espiritual. Primero debemos entender...

- ¿Podemos proseguir sin ser interrumpidos? – preguntó Kao, un tanto molesto por la presencia involuntaria de Inter.

Los concurrentes asintieron con una mirada decidida y un ligero movimiento de su cabeza, y volvieron a ignorar al joven héroe.

- En Estados Unidos fue creado un virus, y esparcido a través del mundo. Se han usado y engañado a jóvenes metahumanos inocentes para esto... Los mismos que crearon el virus han ofrecido la cura de este y todos los males, a cambio de la soberanía de los estados... Y las consecuencias han sido desastrosas – describió Kao.

- Países se han entregado sin más, mientras otros han alzado la voz contra este nuevo Imperio. Sin embargo, el poder que poseen no es rival para el avance militar, armamentista y tecnológico... AHB-42, la bomba nuclear consciente, es el paso más reciente de este desarrollo, y Tokyo y Londres sufrieron la destrucción a través de este ser... las almas de los caídos aún claman de dolor... – dijo luego Shaman, con pesar.

- No parece existir esperanza. Los hombres se han olvidado de esa palabra. Ya no confían en sus dioses, ya comienzan a ceder en sus propias voluntades, para entregarse al cómodo atractivo de la oferta del Imperio... -  complementó Zenith

- Sin embargo, Canadá es el único país que se ha atrevido a declarar la guerra directa. Su poder, basado en la energía ilimitada de Quasar, es el único capaz de oponerse directamente al Imperio... – continuó Códex.

- Pero mientras esto ocurre, el resto del mundo sufre la destrucción, la muerte... el cambio completo de la vida en sociedad desde hoy y para siempre... – concluyó Kao - La situación no mejora, y según el camino que seguirá, no lo hará en el futuro. El Destino así lo indica, y es irrevocable. Bien lo dicen los Libros del Destino, y bien lo sabe Códex, que ha explorado lo profundo de los planos metafísicos...

- No, Kao. No es así... – replicó con certeza el hechicero – La Magia es el arte de romper con los designios del destino, desviar los caminos trazados por los dioses, de hacer lo que no ha podido ser hecho... pero para hacerlo, antes debes creer que es posible...

- Destructor tenía en sus manos la salvación de millones, Códex. Tenía el poder suficiente. Pudo detener la guerra y la muerte... – se lamentó Kao -  Pero su agenda personal es otra... es benevolencia retorcida, es su propio ego el que lo hace creer sólo en sí mismo. Así mismo ocurre con tantos otros... No, amigos míos, no nos engañemos. El Destino no puede ser cambiado, ya está escrito, y deshacerlo es una fuerza demasiado pesada para los hombros humanos...

- Es difícil juzgar las decisiones de Destructor... – comentó Shaman, pero fue interrumpido.

- ¡No! ¡No es difícil!... A los ojos de Dios, es responsable de sus decisiones. Con su omisión, condenó a sus hermanos, pero también se condenó a sí mismo -  exclamó Zenith.

- ¿Eres tan ingenua, joven Zenith, para creer ciegamente en tal simpleza? ¿No reconoces la complejidad de tu propio Señor? – la interrogó de inmediato el anciano, con cierta molestia en su tono de voz – Tú no has peleado en esta guerra, no sabes ni entiendes las decisiones a las que se han enfrentado...

- Shaman tiene razón, Zenith – complementó Códex – Es verdad que tu Dios no estará contento con lo que ha hecho Destructor, pero todos nosotros, como humanos, no podemos ser tan ingenuos como para creer que no existan necesidades y decisiones alternativas al bien y al mal... Sobre todo en un contexto tan devastador como este...

- Muchos se sienten atrapados – explicó Shaman – No ven salida a la situación de su entorno, y sólo alcanzan a defender sus propias vidas... Pero eso no significa que el Destino no pueda ser reescrito, Kao... Los Libros que custodias, se van escribiendo en el momento en que las cosas ocurren, ¿no es así?

- Así es...

- Pues la única salida a todo esto, es que ocurra lo inesperado, que la caótica emergencia de sucesos se anticipe a los planes de los hombres y mujeres que manejan los hilos de este nuevo Imperio... – concluyó el anciano oriental.

- Y eso ya está ocurriendo – dijo entonces Códex – Por ejemplo, está el Hombre de Fuego quien ha regresado, y cual Prometeo, ha traído consigo una flama que simboliza esperanza... O el joven Blackbird, quien ha tomado decisiones sabias, y ha comenzado a recorrer el camino del legado de su padre, como guía de la comunidad de defensores... O la determinación de otros defensores, como Zudo, o Lady Star, o aquellos que están enfrentando al Imperio a pesar de estar en desventaja, lo cual inspirará a otros, y los llevará a romper el yugo...

- Dios tiene formas misteriosas... Él ha entregado esta esperanza, y el determinará el curso de esta guerra... – dijo a su vez Zenith, un tanto molesta – Aquellos que han de ser salvados, lo serán por Su Poder.

- Como sea que esto ocurra... – continuó Códex – Los hechos no son concluyentes. El Destino aún no está escrito. Existe un futuro, desconocido e incierto, pero que pertenecerá a todos los seres humanos que aprendan a vivir de nuevas formas.

- Tienen razón, en parte – respondió Kao – Pero también es verdad que es el fin del mundo tal como lo conocimos...

- Y el comienzo de uno nuevo... – dijo Shaman – Veremos qué se levanta de las cenizas...

Hubo una pausa llena de complicidad. Los poderosos seres reunidos miraron hacia arriba, y parecieron escudriñar el infinito del universo, en medio de la penumbra. No se dijeron nada, pero supieron que era hora de pasar a otros temas trascendentales.

- Ahora, Inter... – dijo Kao, volviendo su atención hacia el joven defensor - Debes volver... pero lo harás sin recordar todo esto.

- No... ¡No! No pueden hacer esto... ¡No pueden dejar que el mundo caiga completamente! ¡Deben actuar, ustedes pueden hacerlo!

- Lo siento, joven Inter... No conoces ni comprendes nuestro propósito aquí. – sentenció Códex - Debes olvidar lo que has visto y oído. Debes volver a tu vida, y tanto tú, como tu mundo, deberán encontrar nuevas formas de vivir. Ese es el precio que debe pagar el mundo para ser salvado...

- ¡Pero... no...!

Antes de que pudiese terminar su frase, con un despliegue de luces y humo, un hechizo de Códex regresó a Inter a su lugar de procedencia, sin recuerdos de lo que había escuchado, sin ninguna noción de este episodio único que había presenciado.

Inter volvió a su vida y a la lucha, pero el cónclave continuó. La discusión se centró ahora en otros asuntos, algunos relacionados con la guerra, otros con ciertos hechos trascendentales o extra-dimensionales... De cualquier forma, ocultos. Asuntos tan complejos y desconocidos, que no han de ser oídos ni conocidos por ningún  mortal común y corriente...


Fin... por ahora.                                                                              ¡Continúa en IMPERIO #7!

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