3.6.09

Extincion #2

“Allegro” (2 de 2)
Historia: Rodrigo Roa.

I

Justin Smith abrió los ojos, y lo que vio alrededor suyo no era para nada lo que esperaba encontrar. Estaba en el suelo, recostado cerca de un pequeño poblado envuelto en llamas. Sin embargo, él recordaba estar en casa, y luego, cómo las llamas consumían lo que alguna vez fue su hogar… ¿Cómo había llegado ahí?... Recordó también la silueta de esa mujer de fuego… su hermana…

En eso, alguien tocó su hombro. Se dio vuelta, se levantó y frente a él, vio a una mujer vestida con un traje azul y plateado, que llevaba una ballesta y un carcaj lleno de flechas. Era Arbalète, la heroína de Francia. Cerca de ella se encontraban Niebla, defensora de Grecia, y Toro Negro, héroe de España.

- ¿Estoy en Europa? – preguntó - ¿Cómo llegué acá? Yo estaba en casa, y de pronto…

- Estamos en España… y quizás “eso” te ayude a resolver alguna duda – le indicó Arbalète, al notarlo exaltado y confundido.

Justin miró hacia el poblado, y vio que las llamas lo consumían con furia, y seguían avanzando. Sobre las llamas, se elevaba una gigantesca figura ígnea, igual a la que vio en la ventana de su casa, pero varios metros más alta.

La visión era sobrecogedora. Los tres héroes europeos corrieron hacia la ciudad, tratando de defender a las personas en riesgo. Arbalète lanzó una flecha congelante hacia la Elemental del Fuego, pero ésta ni siquiera lo notó. Mientras, Niebla y Toro Negro sacaban a la gente del lugar.

Justin no se podía mover aún, de la impresión. Conmocionado como estaba, sólo una palabra salió de su boca, ante tamaña visión.

- Hermana…

II

Zimbabwe, África.

Prototipo y su esposa, Bett Keenan, habían llegado hasta una aldea, porque la extraña nevazón que caía en África no era una buena señal, y mucha gente necesitaba ayuda para enfrentar tal situación. Usando sus poderes en común, habían puesto a salvo a gran parte de los habitantes de ese pequeño poblado de Zimbabwe.

Al poco rato, Pantera, la heroína de Camerún y antigua miembro del R-Squad, llegó hasta el lugar.

- Qué bueno que llegaron antes que yo - le dijo a los defensores de Sudáfrica – Pensé que sería demasiado tarde cuando estuviese aquí. Los volcanes han entrado en erupción, y el clima está loco… Estoy preocupada.

- Jamás había visto tal nevazón en estos parajes… Algo no está bien, ¿verdad? – preguntó Bett Keenan.

- He escuchado reportes de desastres naturales en todo el mundo – respondió Prototipo.

De pronto, la tierra comenzó a moverse. La gente, asustada corrió en todas direcciones. Si bien no fue tan grande, el movimiento sísmico hizo que los defensores chequearan a las personas de la aldea. No había heridos. Pero en ese momento, el transmisor de Prototipo chicharreó, y a través de él, el defensor escuchó una noticia que lo alarmó.

- Debemos ir a Harare, la capital. Para empeorar las cosas, un terremoto ha dejado muchos damnificados allí – explicó el héroe. De inmediato, los tres se dirigieron hacia allí.


México, América del Norte.

La recién formada Sociedad del Orden Sudamericano había sido requerida desde Eria. Tras pasar por México, eran transportados por mar hacia el país en cuestión. El cielo estaba gris, el mar agitado, y los fuertes vientos ya se sentían a esa distancia. Desde varios kilómetros de distancia, los héroes del sur del mundo vieron algo que los impresionó.

- Esa columna gigantesca que se ve a la distancia… Eso es mucho más que un tornado, ¿no? – preguntó Espinas.

- Me temo que la situación es más grave de lo que nos dijeron… - reflexionó Relámpago.

- Windham es conocida en todo el mundo como la “ciudad de los vientos”… Pero esto es demasiado – dijo una vez más el héroe chileno.

- Esto es lo que nos advirtieron Cacique y Guerrero Austral… - dijo Cóndor, como pensando en voz alta.

El resto callaba, observando el imponente espectáculo que brindaba el poder de la naturaleza furiosa. Preocupados, siguieron su difícil camino, a enfrentar a su propia madre tierra.

III

Un lugar blanco, luminoso y puro, recibió a los Centinelas. Después de la gran ola que los cubrió, algunos pensaron que estaban muertos. Pero ver a Animal de pie, los tranquilizó. Pero fue lo que estaba enfrente de Animal lo que los sorprendió aún más.

- Animal, mi heraldo – dijo una dulce y profunda voz femenina.

- Madre – respondió éste - ¿Por qué nos has traído aquí?

Los demás Centinelas comprendieron en ese momento frente a quien estaban. Gaia, la madre tierra, el espíritu de la naturaleza, que se manifestaba como una hermosa figura femenina, radiante y llena de poder y calidez.

- La era del hombre ha llegado a su fin – dijo Gaia – No jugarán más con el mundo que se les ha dado. Ha llegado el momento de su extinción.

Todos se sorprendieron, pero nadie dijo nada. ¿Quién se atrevería a discutir con una diosa? Animal fue el primero en hablar.

- Pero… madre… El hombre ha de ser guiado. Yo puedo hacerlo… Nosotros podemos, en tu nombre.

- No, Animal. El tiempo se ha agotado. No más. He convocado a mis Elementales, los que aparecen cada vez que lo requiero, para defender el mundo de aquellos que le hacen daño. Ahora necesito de ti, para terminar la labor.

- ¿Qué? ¿Qué quieres que haga, madre? – preguntó Animal.

- Para que la extinción sea completa, deben acudir los cinco elementales. Agua, Aire, Tierra y Fuego ya han comenzado… Pero el Elemental del Cor ha de ser encontrado y convocado por ti, mi heraldo.

- ¿Es esa tu decisión definitiva, madre? – preguntó finalmente el defensor de la naturaleza.

- Si – dijo Gaia, con una voz potente.

Los demás Centinelas habían estado escuchando todo esto, pero entonces, decidieron intervenir. Mindreader se atrevió a dar el primer paso, y decir la primera palabra.

- Gaia… No puedes extinguir así nada más al ser humano.

- ¿Quién eres tú, y por qué osas contradecir mis decisiones? – respondió la madre tierra.

- Mi nombre es Alí Goukal, y me llaman Mindreader. Soy uno más de los humanos que le ha hecho daño a su propio mundo. Pero también creo firmemente que somos parte de este planeta, y que deberíamos vivir en armonía con él, y con todas las especies que lo habitan.

- Pero han fallado, humanos. No han entendido esto a tiempo – dijo Gaia.

- Por eso los he reunido a ellos, madre – dijo Animal - Porque aún creo en los hombres, y porque estos Centinelas podrán hacer que sigan el camino correcto, por el bien de la tierra.

- Y, ¿cómo garantizas que el daño no ha de ser hecho de nuevo, y aún más grave? – cuestionó la diosa.

- Pues… tú necesitas a Animal, y por lo tanto a todos nosotros, su manada – dijo Mindreader – Y nosotros necesitamos de tu piedad… Propongo un pacto, Gaia.

- ¿Qué pacto podría interesarme tanto como a ustedes, humano?

- Te traeremos al Elemental del Cor, a cambio de que dejes vivir a los seres humanos. Y si fallamos de nuevo, aún tendrás a tus Elementales para que terminen el trabajo…

- ¿Tanta fe tienes en los tuyos? – preguntó una vez más la madre tierra.

- Si – dijo Animal – Creemos en el ser humano.

- Pues bien… - concluyó Gaia – Buscarán al último de los Elementales y lo traerán ante mí. Si lo logran, consideraré la vida de los hombres… Pero tendrán un tiempo limitado. No detendré a los Elementales que ya comenzaron la extinción. Su tiempo dependerá de los propios humanos que se defiendan.

- Muy bien – dijo Doctor Neutrón, que se decidió a hablar – Lo haremos, pero… ¿dónde se supone que encontremos al Elemental del Cor?

- Vendrán conmigo – dijo la diosa, y acto seguido, una luz los envolvió, y una vez más desaparecieron.

IV

Indonesia, Asia.

Al llegar al país asiático, Lady Star, Quick, Megabot, Shark y Quasar fueron recibidos por Shaman y los otros miembros de Guardianes de Oriente, aunque sin la presencia de su líder, Dragón Blanco/Negro.

- ¿Dónde está Dragón? – preguntó Lady Star.

- Él está… incapacitado de ayudarnos esta vez – le respondió Shaman.

Las lluvias eran tan intensas, que apenas podían mantener los ojos abiertos, y las gotas dolían al tocar su piel. De inmediato, los héroes descubrieron al responsable de todo eso: el gigantesco Elemental del Agua.

- Muy bien, atención todos – ordenó la líder de Defensores Unidos – Esto será complicado, así que… ¡Cuidado!

En ese instante, el ser de agua extendió su brazo, y lanzó una gran “marejada” sobre los héroes, y también sobre las casas del lugar, destruyéndolas completamente. Los héroes se protegieron del gran impacto con sus poderes.

- ¡Quick! ¡Sú Fú! ¡Distráiganlo! – ordenó la heroína.

Ambos velocistas comenzaron a correr lo más rápido que pudiesen, y el Elemental arrojaba sus brazos de agua una y otra vez sobre ellos. La mujer fue alcanzada pronto por un fuerte chorro que la detuvo. El joven defensor lo esquivaba corriendo en zigzag, pero de pronto, la ola provocada por el gigantesco ser, rompió contra una pared y alcanzó al muchacho, lanzándolo lejos.

Mientras, los demás héroes estaban sacando a la gente. Shark saltó hacia la masa de agua, buscando un lugar donde dañarlo. Lady Star consultó a Shaman.

- ¿Hay algún conjuro, o algo que puedas hacer para calmarlo?

- No, Lady Star… - respondió Shaman – Los Elementales son fuerzas primordiales, más allá de mi poder… Son delegados divinos.

- Entonces… ¡Quick y Sú Fú, sigan desviando su atención!... ¡Quasar!, ¡Megabot! Nosotros lo detendremos, mientras Shark averigua algo… y ustedes, Guardianes de Oriente, saquen a la gente del lugar – ordenó la defensora,

Comprendiendo que no podrían hacer más que distraerlo y rescatar a unas cuantas personas, ambos grupos se prepararon para resistir la furia del agua.

V

Un fuerte viento recibió a los Centinelas. La nieve dominaba la escena, y les costaba avanzar. Gaia iba delante de ellos, y los guiaba con su luminosa presencia.

- ¡¿Dónde estamos?! – preguntó Delta, alzando la voz para ser oída a pesar del ruido del viento.

- Esto es Siberia – respondió Animal – Gaia nos ha traído aquí…

Mientras seguían avanzando, todos se preguntaban si realmente había sido una buena idea ese pacto… ¿Hacia dónde los llevaría la aventura?

A pocos metros, frente a una gran caverna, Gaia se detuvo, y los Centinelas quedaron detrás de ella. La caverna estaba bloqueada por la nieve y un poco de vegetación.

- Este lugar será su entrada – dijo la diosa de la tierra – Aquí comenzará su largo camino… ¡Hasta el centro de la Tierra!

Extendiendo su mano, Gaia provocó que la entrada a la cueva se abriese, y la nieve y la vegetación dieron lugar a un profundo agujero, que iba en declive desde la entrada hacia las profundidades de la Tierra. Frente a ellos se mostraba la oscuridad de un camino que parecía no tener fin.

Sorprendidos, los defensores miraron la caverna y un escalofrío recorrió sus cuerpos. Ya conocían su misión, y sabían que no podían fallar por ningún motivo. Mirándose unos a otros, los Centinelas se dieron el ánimo para dar el primer paso, y con un grito de guerra, entraron en la oscuridad, sin saber que les aguardaba más allá.

- Tendrán un tiempo limitado, Centinelas… - dijo finalmente la diosa – Porque la extinción ya ha comenzado.

VI

Al mismo tiempo que los Centinelas entraban al agujero que los llevaría hasta el centro de la Tierra, los Elementales destruían todo a su paso. Los héroes del mundo intentaban enfrentarlos, pero sabían que sus poderes no se comparaban a la furia de la naturaleza.

Y las palabras de Gaia eran ciertas: la extinción del ser humano ya había comenzado… y los Elementales habían comenzado por los humanos más cercanos a ellos mismos.

En ese momento, en España, Justin Smith era tomado por la Elemental del Fuego, y las llamas comenzaban a rodear su cuerpo, haciéndole verdadero daño. Un grito de dolor alarmó a los demás defensores.

En ese momento, en Eria, Snowstorm, estaba atrapada en una de las “manos” del gigantesco Elemental del Aire, e instantáneamente, absorbido por él, el aire desaparecía de sus pulmones…


Continúa...
_

No hay comentarios: