7.2.09

Animal #3

“Uno más de la especie” (Parte 2 de 4)
Historia: Zirijo.

I

Hace un tiempo atrás.

- “Experimentos militares se han conocido por toda la historia, pero este es el mejor y más grandioso de todos”.

Se escucha en una de las tantas tabernas que rodean las instalaciones militares de Colorado, Estados Unidos.

- Haz logrado mi atención, muchacho - le responde el cantinero a uno de los infantes que hablaban en la barra de JOE’S, la taberna más visitada por estos proto-soldados que defenderán Norteamérica.

- Se trata de lo último en tecnología de asalto y combate terrestre, un vehículo que es más que todos los que se hayan construido en el mundo. Se trata del Pershing.

- Pero niño, ese es el modelo de un tanque, uno de los de nuestra nación - le contesta el cantinero, un tanto decepcionado.

- Lo sé. Por eso es que se llama así, es un modelo de tanque - contesta Ian McNamara - … y fui seleccionado para las pruebas de piloteo esta mañana. ¡Va a ser sensacional!

II

Ahora.

El robot me recibe con una lluvia de balas. Sin pensarlo dos veces, ésta máquina que tenía escondida Toxik, se abalanza contra mí. Me está acribillando con sus brazos. Un golpe directo en la cara, uno en el hígado, y el último en la espalda.

- ¿Quién eres tú? ¿Por qué me atacas si no te he hecho nada? - le pregunto a este tipo.

- Porque el señor Tom Black me dio una razón para existir.

- Esta no es la mejor manera de vivir - le digo, mientras me trato de levantar.

- No lograrás nada intentando dialogar con él, Animal. Pershing está diseñado para matar, sólo es cuestión de una orden para que tú no sigas en este mundo.

- ¿Qué hago con él, señor Black? - pregunta el androide.

- Termina el trabajo - le manda Toxik.

- Sí, señor.

Pershing se vuelve a mirarme, pero en ese momento ya estoy de pie y si no hay más que hacer para que entre en razón, pelearemos. Un gancho directo a la mandíbula del robot. Su rostro es completamente de acero, alguna aleación, puesto que no se abolla fácilmente como las máquinas que ya he destruido. Va otro golpe, pero de la nada aparece un escudo de su brazo izquierdo. Se cubre y retrocede. Pliega el escudo de un tirón. Y saca una especie de sable de su pierna derecha. Despliega el escudo de su brazo, y se lanza al ataque. Un estoque. Lo esquivo, pero se abalanza con el escudo protegiéndolo. Logra empujarme, y volver a tener el control del sable, lanzando otra estocada mientras me empuja. Lo detengo con las manos y empujo con fuerza el sable al suelo, el cual queda clavado. Detengo sus movimientos por un momento y le lanzo una patada en la cara. Alcanza a cubrirse con el escudo, pero el impulso lo obliga a soltar el sable. Mis manos sangran. Lo miro fijamente, y también trato de tener a la vista a Toxik. Pershing, como lo llama Black, me mira igualmente. Su mirada, aunque es un robot, es desafiante y está llena de orgullo guerrero. Es casi humana.

- Deja de defender a este delincuente. Está cometiendo actos criminales contra la madre naturaleza, y debe pagar ante la ley de los hombres, sino estarás de su lado y tendrás que rendirle cuentas a ellos y a mí también - le advierto.

Su mirada me dice que no le importa, que quiere luchar.

- Muy bien, ya te lo advertí, ya estás enterado de lo que pasará.

- Acaba con esa bestia, Pershing. Recuerda lo que he hecho por ti, me debes todo - le grita Toxik, desde el otro lado de la habitación.

- Sí, señor Black – contesta - Sólo estoy monitoreando sus signos vitales, viendo si es capaz de resistir un buen combate. Y según los resultados, lo es.

Al terminar sus palabras se abalanza contra mí disparando balas de grueso calibre desde los dedos de su mano izquierda. Me muevo a su derecha, para que el movimiento entorpezca su visión. Pero su intención no era atacarme directamente, sino que recuperar su sable. Lo toma y logra sacarlo del piso con una rapidez sorprendente.

- No cometeré el mismo error, mis datos me lo impiden - me dice, mientras se prepara para atacarme. Por sus movimientos, noto que está programado para la batalla cuerpo a cuerpo. Este chico me agrada.

Ahora me ataca con un corte desde arriba. Se acerca lo suficiente para estar en mi rango de pelea. Su brazo viene a una velocidad impresionante, pero mis bestia-sentidos son más rápidos y me permite ver las cosas tal como lo vería una mosca (es una mala comparación, pero la visión de las moscas es una de las mejores del reino animal), y como no puedo evitar que el sable me corte, voy por su brazo. Lo desvío y este termina clavado en el escritorio de Tom Black. El siguiente movimiento es un golpe directo a la cara, espero que eso sea suficiente para que se le suelte un tornillo o algo así. La máquina sale disparada por los aires, golpeando la muralla y dejándolo incrustado. Miro en dirección a la puerta y Toxik ya no está.

Lo persigo, y desde su oficina salgo a un pasillo donde estaban las instalaciones de “limpieza”. Maquinarias de inmenso tamaño se encargaban de cargar los barriles hasta el centro de un hoyo, donde eran arrojados desde los aires. Algunos se reventaban con el impacto, mientras otros permanecían cerrados en el fondo. Era una mezcla de todo tipo de desperdicios allá abajo. Corro por los pasillos de mallas. Era una fábrica en medio de la sabana africana. Trato de olfatearlo, pero los pestilentes líquidos impiden que pueda oler cualquier cosa, es tan tóxico y nocivo que nada podrá vivir en estas tierra por unos cuantos miles de años. Miro, escucho, y los pasos de Toxik se detienen, y se escucha un grito. Salto hacia el pasillo de más abajo y al de enfrente. Las cadenas me permiten balancearme como en una jungla, pero esta es de acero y cadenas. Llego donde se escucha el grito, y me encuentro con Black flotando en el aire, y en frente de él, una mujer. Me mira sorprendida, y me dice:

- Haz llegado tarde, querido. Este tipo debe pagar por sus crímenes ante mis dioses primero.

III

La mujer es un poco más alta de lo normal, debe medir un metro ochenta. De tez morena, tostada por el sol, de figura esbelta, y una mirada que encierra los más grandes misterios de la humanidad. Esa es la descripción de la mujer que tenía a Tom Black, Toxik, flotando en el aire e inmovilizado.

- ¿Quién eres tú? – le pregunto a la mujer.

- En mi tierra me llaman Delta, y vengo en nombre de los guardianes del Nilo a detener y hacer pagar por sus culpas a este hombre – sus ojos son inevitables, son de una profundidad y encanto místicos. Me miran con decisión.

- Espera, este hombre debe pagar ante sus propias leyes antes de que pague por las de tus dioses. Ellos están dormidos ya, casi olvidados. El tiempo de castigo ante su mano llegará cuando su espíritu vaya a parar al reino de las sombras - le contesto. No puedo dejar que nadie más se lleve a Toxik.

- Animal, bestia de poderes sorprendentes y de sabiduría infinita, estás equivocado en esto. Conozco tu historia, se me reveló en un sueño, y te advierto que no porque seas ahora un espíritu de Gaia, y un elegido de la madre para vigilar a los hombres, debes hacer su trabajo sucio.

- No es por eso que persigo a este tipo, se lo debo a las personas por las que sigue valiendo la pena defender este planeta. Defenderla de ellos mismos.

Su mirada me dice que entiende, sabe que digo la verdad, pero está aquí por una razón, la misma que por la cual estoy aquí también. Continuo:

- Sé que puedes escuchar las súplicas de la naturaleza, pero no puedes dejar de pensar que las personas son también parte de este planeta. Tú también eres un ser humano, no tienes la autoridad para ser el verdugo de los hombres, por lo menos no por estos crímenes.

- Claro que tengo autoridad. Tengo el poder necesario, se me concedió por ser la sacerdotisa del templo del Sol, la autoridad que los dioses del Nilo me dan.

Nuestras miradas de cruzan fríamente por unos instantes, sabiendo que estamos aquí por la misma razón, pero no con los mismos fines.

El tóxico aire se interrumpe y el muro de nuestro costado explota. Una sombra con forma humana nos distrae. Es Pershing, con el cuerpo de Ubamba en su hombro.

- Espero no interrumpir nada, pero deben dejar en paz al señor Black.

IV

Hace un tiempo atrás.

- El soldado Ian McNamara está listo para las pruebas señor - le informa unos de los científicos encargados del proyecto Pershing a su superior directo, el Comandante Smith.

- Muy bien. Haz que pase, tengo que hablar con él - responde el Comandante – No lo hagas esperar más.

- Sí, señor.

Ian había pasado con excelentes calificaciones las pruebas y era un atleta innato. Sus calificaciones en los test de entrenamiento habían sorprendido a sus superiores. Había sacado las mejores calificaciones posibles, así es que lo sometieron a pruebas más avanzadas, intelectualmente hablando, sacando brillantes puntuaciones. Todos sabían en la base que podría haber hecho con su vida lo que quisiera, pero había una motivación muy especial en este muchacho para haber querido entrar a las fuerzas armadas.

- ¿Por qué estás aquí, chico? – le consulta desafiante el Comandante.

- Porque quiero servir a mi país, creo en él por sobre todas las cosas, y lo defenderé ante toda fuerza que quiera ensuciar el nombre de los Estados Unidos de América, señor.

El espíritu patriota de este muchacho inspiraba hasta a los más desencantados de América, y por tanto era el elegido para esta prueba, nada de lo que le hicieran impediría que siguiera sirviendo a su patria.

Muy bien, chico, entonces eres el indicado para este proyecto. Estás a punto de pasar a la historia de tu país, por ayudarnos a perfeccionar nuestras armas contra el terrorismo y contra todo aquel que esté en contra del estilo de vida americano.

- El honor es mío, señor.

V

-¡Ubamba! – exclamo. Sabía que no tenía que dejarlo solo.

- Entrégame al señor Black inmediatamente mujer, este no es asunto tuyo - le dice Pershing a Delta.

- No te entregaré a ningún Black ni nada, este tipo tiene que pagar.

- Esperen un momento. Hagamos un intercambio – propongo - Es lo más razonable.

- No negocio con terroristas, mi software me lo impide - contesta la máquina.

- Entonces no hay nada más que decir – mientras dice eso, Delta está moviendo las rocas que están afuera, y lanzándoselas a Pershing.

El robot se da cuenta a tiempo y las esquiva dejando caer a Ubamba. En eso voy corriendo a recogerlo y llamar la atención del soldado de acero. Pero no lo logro, solo tengo a Ubamba en mis manos, pero Pershing va tras Delta.

La protectora del Nilo flota por los aires, moviéndose gracias a poderosas ráfagas de viento, que la empujan, y se lleva consigo a Toxik. Pershing los sigue, y salta por los pasillos para interceptar a Delta. Logra asestar un golpe a la mujer, lo que la desestabiliza, pero ella se toma de una de las tantas cadenas que cuelgan de la fábrica mecano. Tom Black no corre la misma suerte y cae directamente en el pozo tóxico. Un espeluznante grito llena la fábrica antes del momento mismo del impacto.

Pershing está junto a él en el pozo de residuos industriales, observando a su jefe, monitoreando signos vitales, pero nada, no hay respuesta. Los signos vitales de Black están fijos, no pasa nada, todo indica que está muerto. Los líquidos nocivos son tan corrosivos que están desfigurando el cuerpo de Tom, y también se infiltran en las rendijas del cuerpo de Pershing, alcanzando las terminaciones cyber-nerviosas.
Mientras me acerco a ver la escena, y ver si Delta estaba bien, un gran cortocircuito ilumina el lugar, y el cyber-cuerpo de Pershing se derrumba junto al cuerpo de Black. Corro, pero no puedo entrar al lago tóxico. Sé que correría la misma suerte de ambos, así es que subo por Delta, quien presencia lo sucedido desde las alturas.

- ¿Estás bien? - le pregunto.

- Si, ¿y tú? - no puedo evitar que mi corazón comience a latir más fuerte y más rápido. Sus ojos son como universos en miniatura, llenos de misterios y vida.

- Bien – le respondo – Pero Ubamba necesita ayuda médica con urgencia.

- Yo puedo ayudarlo. Soy sacerdotisa, y conozco todo para salvar y matar a un hombre - me contesta y salta al vacío. Comienza a bajar lentamente gracias a su habilidad de controlar el aire.

Realiza unas cuantas oraciones, saca unas hierbas de su cinturón y se las da a Ubamba. Este despierta casi inmediatamente y se pone de pie.

- Tú me has salvado. Te estaré eternamente agradecido, sacerdotisa – le dice Ubamba a Delta.

Mientras esto sucede, escucho un ruido, proviene del pecho de Pershing.

- Algo suena en Pershing, el androide que calló junto a Black - comento.

- Es una bomba – dice Delta. Luego, levanta a Pershing del pozo tóxico donde estaba y lo trae hasta nuestros pies – Este tipo de bombas es conocida en Medio Oriente, la probaron para la Guerra del Golfo. Es una bomba silenciosa… es una bomba bacteriológica, mata a toda la población en un radio de dos kilómetros, y se extiende en el aire y el agua. Si dejamos que explote, mataremos toda la vida que queda en este sector.

- Hay que desactivarla – le digo a Delta.

- Yo conozco a alguien que puede detener la bomba – responde Delta – Tenemos dos días para hacerlo.

- Entonces vamos, no perdamos más tiempo.


Continúa...
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