25.1.09

Arcángel #2

“Ángel Caído” (Parte 2 de 3)
Historia: Rodrigo Roa.

I

- ¿Azul y amarillo? Esos no son colores para combatir el crimen – dijo irónicamente Jeremiah Burke – Si voy a usar un traje, quiero que sea negro, para simbolizar algo… - se detuvo, y pensó un momento - Está bien, puede tener algo de dorado, también, para no perder la tradición.

Angela rió, pero aceptó el comentario del joven. Era un detalle, en comparación a todo lo que debían conseguir.

El entrenamiento había sido más duro de lo que Jeremiah había imaginado inicialmente. Quizás el joven no se lo había tomado demasiado en serio, pero ahora sí estaba sintiendo el rigor de la responsabilidad que estaba asumiendo.

Si bien él ya era bastante atlético, y sabía cosas básicas de combate, para ser Arcángel no bastaba con eso; había que ser aún mejor, lo más cercano a la perfección que fuese posible. Por ello, el joven pasaba horas y horas cada día en el Domo, y en el gimnasio, ejercitando y practicando técnicas de combate, bajo la atenta supervisión de Angela Jamseck y Jake Stone.

Pero el entrenamiento físico no era suficiente. Ciertos días, Angela instruía a Jeremiah acerca de las estrategias y cuidados de su labor, así como también le proporcionaba información de los enemigos que podría llegar a enfrentar.

- Cómo sabrás, Jeremiah, el primer Arcángel combatió con una serie de criminales muy peligrosos – le dijo Angela, mostrándole una presentación de diapositivas – Hoy te instruiré acerca de ellos.

La mujer comenzó a hablar, a pesar de que Jeremiah no parecía demasiado interesado. Él sólo quería salir a patear traseros pronto, y no le parecía tan importante conocer a esos tipos que sólo había escuchado en las noticias.

- El rival más peligroso de Arcángel, siempre ha sido Serpentario – comenzó diciendo Angela – Él y su organización, Nest, controlan buena parte del crimen de Delta City. Muchas pandillas más pequeñas tienen relaciones con Nest – luego, la mujer pasó a otra diapositiva – Un enemigo igualmente peligroso ha sido Arlequín. Es un payaso, impredecible y un asesino a sangre fría. También está Mister Halloween, que es uno de los más extraños, ya que posee extraños poderes místicos. Y uno de los más recientes criminales de la ciudad es Bloodface… Su fealdad es tan grande como su maldad.

Jeremiah miró los rostros de los tipos, y le parecieron vacíos, sin expresión. No pensaba en nada más que en salir, y golpearles ese rostro para hacerlos “reaccionar”.

- Muy… interesante todo esto, Angela – dijo el joven – Pero, ¿cuándo saldré a buscar a estos tipos y ponerlos en su lugar?

- No es tan simple ni fácil, Jeremiah… Debes entender que como Arcángel enfrentarás a tipos más peligrosos de los que has conocido hasta ahora… No son criminales comunes. No lo tomes a la ligera, Jeremiah, por favor.

No muy convencido de la diferencia entre los tipos que conocía en su barrio, y estos criminales disfrazados, Jeremiah volvió a casa, con una traicionera idea en su mente: “¿qué tan difícil puede ser?

II

Breathless Town era un barrio triste, y generalmente silencioso, a la fuerza. Las personas comunes preferían dedicarse a sus cosas, y no llamar mucho la atención. Por eso, era fácil notar cuando algo no andaba bien.

Ese día, Jeremiah llegó a casa, y en su camino se topó con varios “Perros de la Calle”. Ninguno le dijo una sola palabra, pero todos lo miraron con atención. El joven los miró de vuelta, tratando de demostrar seguridad. Pero siguió su camino, sin detenerse a pensar en lo que buscaban esos tipos.

Una vez en casa, y tras sacar las cadenas y hacer todo lo rutinario, su pequeño hermano, Joshua, se acercó a hablarle.

- Jeremy… ¿por qué ahora llegas más tarde? – le dijo, con tono de preocupación – Me da susto que te demores, y la abuela se preocupa…

- Lo siento, Josh… - respondió cariñosamente el joven – Pero es que este nuevo trabajo es más… exigente. Pero tranquilo, hermano. Una vez que esté listo, verás que ya nada más nos preocupará.

La sonrisa de Jeremiah tranquilizó a Joshua. El niño volvió donde su abuela, y el joven se dispuso a seguir sus labores, antes de descansar y terminar el largo día. Jeremiah estaba realmente confiado de que una vez que asumiera el manto de Arcángel, nada podría dañarlo a él ni a sus seres queridos…

III

Las actividades de Nest se habían ido incrementando con el paso de los días. La policía de la ciudad sabía que no podía entrar en una guerra abierta con la organización, sin el apoyo de un defensor, tal como antes lo hicieran junto a Arcángel. Nest había demostrado tener acceso a herramientas y armamento sofisticado, por las oscuras conexiones de su líder, Serpentario.

Este villano nunca había pasado demasiado tiempo en la cárcel, a pesar de que Arcángel lo había derrotado una y otra vez, ya que se las arreglaba para quedar en libertad o escapar inmediatamente. Era escurridizo como una serpiente, incluso para la ley. Y si sus subordinados caían, aparecían nuevos. Nadie quería decirle que no a Serpentario; sus habilidades de combate, y su extraña “amistad” con sus serpientes mascota, eran famosas y le habían hecho una gran reputación en la ciudad y en todo el país. Por eso, le era fácil encontrar jóvenes en los barrios bajos, que le siguieran y le ayudaran a mantener su organización como la más poderosa. Pero a pesar de eso, Serpentario los trataba con una frialdad que era a la vez terrible y atrayente.

Ese día, reunidos alrededor de una mesa llena de comida más lujosa de lo que la apariencia del lugar podía sugerir, representantes de varias pandillas de la ciudad, y también miembros cercanos de Nest, escuchaban a su líder, el peligroso Serpentario. Entre ellos, había algunos miembros de los Perros de la Calle.

- ¡Escúchenme todos! – dijo a todos los presentes – Les aseguro que nuestro viejo enemigo, Arcángel, ya no nos molestará, nunca jamás, en el futuro. El futuro es promisorio, muchachos. Los insto a atreverse a dar un paso más, porque las autoridades ya se encuentran asfixiadas por nuestra presencia. ¡No tengan miedo, que ahora nadie nos detendrá!

Los demás presentes comentaban la seguridad que les transmitía Serpentario. Muchos se fueron ese día dispuestos a hacer lo que nunca se habían atrevido a hacer, y a deshacerse de las molestias que aún tuvieran, porque era verdad lo que les decía: ya no había nadie que pudiese detenerlos.

IV

Otro día de entrenamiento, y Jeremiah parecía progresar, a pesar del gran cansancio. Ya sabía defenderse, y su masa muscular había crecido bastante. Ya sabía de estrategias, y conocía a los principales criminales de la ciudad. Y en realidad, Jeremiah no comprendía qué más podía faltarle.

- Angela – dijo ese día – No quisiera pecar de ingenuo… Pero, la verdad… No sé qué más debería aprender para ser Arcángel. Supongo que ahora sólo debería salir a aprender lo que la experiencia me pueda enseñar…

- No, Jeremiah – respondió Angela, seria – Aún no estás preparado. Para defender esta ciudad, y para ser un héroe, no es suficiente “ser bueno”. No te puedes permitir fallar, porque la vida de los otros depende de ti. Nunca olvides eso.

Y diciendo esto, le hizo repetir todos los ejercicios que ya había hecho ese día, pero con más exigencia. Jeremiah no estaba contento con esto, porque creía que la mujer exageraba. Pero obedecía, porque no quería perder ese “trabajo”, antes de empezarlo. Además, la adrenalina atraía al joven, y no perdería la oportunidad de hacer lo que siempre quiso, ahora que tenía las herramientas: deshacerse de tipos como los Perros de la Calle.

Tras una ardua jornada de entrenamiento, Jeremiah volvió a casa. Lo único que quería era tirarse sobre su cama y descansar. Sentía su cuerpo como si un camión le hubiese pasado por encima. Caminó con prontitud hasta llegar a Breathless Town, y luego se dirigió a su casa. El barrio estaba más callado que de costumbre, aunque se veía que los Perros de la Calle habían estado de fiesta ahí afuera. Aún quedaban fogatas, y la basura estaba tirada por todas las calles.

Jeremiah llegó hasta la puerta de su casa, y de inmediato sintió algo extraño. Era como si hubiese algo que no encajaba allí, y se preocupó. Apenas puso atención, notó lo que era: las cadenas de la casa, estaban rotas. Todas ellas.

De inmediato, empujó la puerta, y entró, agitado y con un gran escalofrío en todo su cuerpo. Encendió la luz, y lo que vio adentro le provocó una brusca vibración por todo su cuerpo. Todo lo que había en la casa estaba destruido o desordenado, la escena era caótica. Pero al mirar las paredes, notó lo peor. Había sangre.

- ¡¡Joshua!! ¡¡Abuela!! – gritó, desesperado. Buscó en todas las piezas, y no había ninguna señal de ellos. Cuando llegó a la pieza de su hermano pequeño, vio que sobre su cama había una nota. La tomó, y la leyó.

- “Tomaremos esto como tu paga. Nos debes mucho, imbécil. Si quieres volver a verlos, te esperamos esta noche” – y terminaba con una firma que enfureció al joven – “Perros”.

Desesperado, y más aún, enfurecido, Jeremiah salió de la casa, y corrió, decidido.

V

La seguridad del Domo era extrema. El sistema había sido diseñado por el mismo Martin Jamseck, y perfeccionado a través de los años, con ideas de James Balker y de Angela. Sólo ellos, además de Jake Stone, podían tener acceso a esas instalaciones en cualquier momento. El resto, incluyendo a Jeremiah Burke, debían tener algún tipo de autorización particular para lograr entrar.

Pero eso no le importó. Jamás había retrocedido ante un desafío, y esta vez, además, había una necesidad de por medio. Jeremiah llegó hasta el Domo, y comenzó a buscar alguna entrada. Tendría que arreglárselas de cualquier forma para lograrlo, así que no dudo en forzar una de las rejillas de ventilación del edificio, después de haber escalado varios metros.

No le importó que las alarmas se activaran a los pocos minutos, ni que Angela pudiese descubrirlo. Tampoco le importaron las advertencias que la mujer le había hecho acerca de completar su entrenamiento para ser Arcángel. Jeremiah sólo pensaba en conseguir el nuevo traje y el equipo, porque lo necesitaba. De ello dependía la vida de las únicas personas que realmente le importaban. Movido por la ira y la desesperación, el joven llegó hasta el depósito, y tomó todo el equipo, incluyendo las alas, y el nuevo traje diseñado a su gusto.

Minutos más tarde, Angela y Jake llegaron hasta el lugar. Encontraron todo descerrajado, y el traje ya no estaba. La mujer no podía creer que el joven hubiese entrado hasta ahí, y estuviese haciendo eso. No podía comprender qué lo llevaría a tomar una decisión tan drástica.

- ¡Pronto, Jake! Debemos encontrarlo… Ese muchacho nos debe una buena explicación… ¡Más le vale no hacer nada de lo que pueda arrepentirse! – dijo Angela, furiosa.

Pero ya era tarde. Sobre los cielos de Delta City, Arcángel volaba una vez más.


Continúa...
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