17.10.08

Brand New Start #8

“Castigo”
Historia: RXM.

I

            El salón ubicado a un costado del Templo de Logos se encontraba repleto de periodistas y algunos curiosos que querían escuchar lo que el Cardenal Curtis tenía que decir sobre la situación reciente entre la Iglesia de Logos y los defensores del planeta. El ataque de Electric Man al Templo durante una asamblea había provocado la reacción de los miles de fieles alrededor del mundo, y las manifestaciones contra los héroes se habían recrudecido. El Cardenal había prometido que en esa conferencia, Logos haría una manifestación de su poder y se pronunciaría en relación a los defensores.

            —Señoras y señores —comenzó diciendo—. Los hechos recientemente acaecidos entre los señores defensores y nuestra Iglesia han provocado que la tensión en el mundo crezca. Nosotros, como Iglesia, consideramos que los así llamados “héroes” han pasado a llevar uno de los principales derechos de los seres humanos, que es la libertad de creencia y pensamiento. Por esto, rechazamos por completo sus recientes acciones.

            En el lugar, varios defensores que se habían hecho presentes escuchaban con atención, y sin un argumento que los excusara. Sabían que habían cometido algunos errores, y querían arreglar la situación.

            —El Señor Logos —continuó el Cardenal—, me ha hecho saber su enorme molestia, al ver que sus fieles seguidores son reprimidos por una actitud fascista, basada en sospechas infundadas que no buscan nada más que ensuciar el nombre de Logos y su Iglesia. Es por esto que ha decidido manifestarse, aquí y ahora.

            Los presentes exclamaron con asombro, ya que todos esperaban ver esa manifestación del llamado “nuevo dios del mundo”. Los camarógrafos y fotógrafos prepararon sus instrumentos, y el resto preparó sus ojos para ver lo que el Cardenal les prometía.

            —Veo a algunos defensores que se han hecho presentes —dijo el Cardenal, mirando en dirección al grupo de héroes que se ubicaba en el fondo del salón—. Entonces, supongo que es el momento exacto en el que el Señor Logos querrá aparecer…

            Y apenas dijo esto, un silencio sepulcral se apoderó del lugar. Los ojos de todos los presentes buscaban en todas las direcciones, tratando de ser los primeros en ver aparecer al supuesto dios. La tensión era enorme, y ni siquiera se escuchaba la respiración de las personas del lugar.

            De pronto, una luz comenzó a brillar en el centro del salón. La luz comenzó a crecer, y poco a poco se convirtió en un poderoso destello que llenó el lugar, para luego dar paso a la formación de una gran silueta luminosa, acompañada por otros tres cuerpos de apariencia material. Logos se había manifestado, y venía acompañado de sus tres heraldos, Destructor, Erdol y Void.

            Las muestras de asombro de los presentes no se hicieron esperar. Pronto, la voz de Logos sonó fuerte como un trueno, y todos le escucharon.

            —Defensores. Su actitud y sus acciones insultan a quienes creen en mí. No me dejan otra opción más que decretar a todo aquel defensor que no se convierta a mi religión como enemigos de Logos y su Iglesia. ¡Deben ser castigados!

            Acto seguido, los tres heraldos se movieron con velocidad, y atacaron a los sorprendidos defensores…

II

            En otro salón, mucho más oscuro, pero cercano al lugar donde una batalla comienza, Quick se encuentra encadenado en una húmeda pared. Frente a él aparece la figura oscura de un hombre mayor, cuyas facciones y movimientos son perturbantes, convincentes. Es el antiguo enemigo de los héroes conocido como Predicador.

            —Tú eres uno de los chicos nuevos —le decía al semi inconsciente defensor—. Eres muy joven… No debieron confiar en ti, aún no sabes lo que te puedes encontrar siendo un defensor.

            Quick apenas entendía lo que oía. Había sido interceptado por Predicador en medio del desierto, y después de eso, sólo recordaba estar encerrado en ese frío salón.

            —¿Sabes lo que pasará ahora, Quick? —le dijo con cierta ironía Predicador—. Tus amigos Blackbird y Hombre de Fuego tampoco lograrán llegar a la ciudad. Enviaremos a Erdol y Void a deshacerse de ellos en cuanto terminen lo que hacen… y ustedes fracasarán en su misión. ¡Nadie se enterará de la verdad acerca de Logos, y los héroes seguirán cometiendo esos estúpidos errores!

            La voz de Predicador le provocó un escalofrío a Quick. No entendía por qué la Iglesia de Logos no querría que los defensores y todo el mundo se enterarán de la verdad, si la verdad era que… “¡Claro! Si los héroes sabían la verdad, tendrían más cuidado, ya no actuarían como lo hacen y se cuidarían de cometer errores… Entonces, a Logos le conviene que los defensores sigan sospechando de él…”, pensó el joven.

            — Si —dijo sorpresivamente Predicador, como si leyera la mente de Quick—. Lo que has deducido es correcto. Los héroes caerán, y será por su propia ignorancia… Ya se lo dijimos al mundo… ¡el que no cree en Logos, no se salvará! Y los defensores no creerán, mientras no sepan la verdad…Y luego, la gente dejará de creer en ellos… Se acerca el fin para los defensores, Quick, y nosotros seremos espectadores privilegiados.

            Quick cerró los ojos, y se dio cuenta de cuán asustado estaba. Predicador se alejó, y sus pasos y su risa hacían eco en el salón, creando un ambiente aún más tétrico de lo que ya era.

III

            Black Force había recibido un golpe directo en su mentón de parte de Destructor, y había sido arrojado varios metros por él. Lady Star y Dragón Blanco resistían los ataques mágicos de Erdol, pero su poder parecía superarlos. Megabot, Amo de los Espejos y Protector Omega esquivaban uno tras otro los poderosos ataques de Void. Pero los Heraldos de Logos parecían tener sus poderes aumentados por el dios por el que luchaban. Sus ataques eran arrolladores, y por cada golpe o descarga de energía que esquivaban, los defensores recibían otros cuantos que sí les hacían daño.

            Logos había dejado el lugar, pero su luz y su poder aún estaban en la retina de los que habían presenciado tal manifestación. La mayoría de las personas había huido en distintas direcciones, pero se las ingeniaban para observar a distancia. Los defensores ni siquiera habían tenido tiempo de ponerlos en un lugar seguro, ya que se vieron completamente superados por el sorpresivo ataque de los Heraldos.

            Destructor arrojaba grandes rayos de energía sobre Black Force, uno tras otro, y el defensor no siempre lograba esquivarlos. Y aunque trataba de contraatacar con sus poderosos golpes, la batalla lo desgastaba cada vez más. La misma imagen se repetía en los otros combates simultáneos, mientras Erdol creaba poderosos hechizos que dañaban a Lady Star y Dragón Blanco, y Void hacía desintegrarse las cosas con solo tocarlas, mientras sus oponentes apenas podían esquivarlo.

            De pronto, Void tuvo arrinconados a Protector Omega, Megabot y el Amo de los Espejos, contra la pared de un edificio. Void lanzó dos poderosos golpes, esquivados, pero al entrar en contacto con la pared de concreto, comenzó a expandir una extraña energía negra que deshizo los soportes, y provocó un enorme derrumbe sobre los defensores y el mismo Void. Sin embargo, el Heraldo de Logos salió de allí haciendo desaparecer la materia con su toque, dejando sepultados a los tres héroes, y se alejó.

            Erdol creó un campo de fuerza que impedía los ataques de sus oponentes. Lady Star trató de entrar en su mente, pero Erdol la rechazó una y otra vez. Dragón Blanco generó un gran rayo de energía, pero no pudo penetrar la defensa del hechicero. Mientras, Destructor le dio un gran golpe a Black Force, y tomándolo de un brazo lo arrojó en dirección a Erdol. En ese momento, el hechicero deshizo su campo de fuerza con una especie de explosión, y esta lanzó a gran distancia a Lady Star y Dragón Blanco. Entonces, Black Force fue recibido por una potente descarga de magia de Erdol que lo incrustó en el suelo a unos metros de distancia, donde se quedó, derrotado. Lady Star y Dragón Blanco, por su parte, fueron recibidos por Destructor, quien los noqueó con potentes golpes que los dejaron en el suelo. Los defensores no se volvieron a levantar.

            Los Heraldos se reunieron en el centro del campo de batalla, y miraron satisfechos a los defensores caídos, derrotados. Fue Erdol el que habló entonces, dirigiéndose a todos los presentes.

            —Esto que acaban de ver, es lo que pasa cuando el Señor Logos decide castigar a alguien. ¡Crean, y serán salvados! —luego miró a los defensores, y les habló con un tono casi paternal—. Defensores… no se resistan más a lo inevitable. Ustedes ya no son los dioses a los que las personas adoran… ¡Entiéndanlo y cedan!

            Acto seguido, el hechicero usó su poder para crear una gran luz, después de la cual los tres Heraldos desaparecieron. Las personas que vieron la batalla dejaron el lugar poco a poco, impresionados por el gran poder de Logos y sus Heraldos. Los defensores quedaron solos allí. Pero ninguno de ellos tuvo palabras, y usaron sus pocas restantes fuerzas para levantarse del piso, tras esta dolorosa derrota.

IV

            Tras la gran batalla con los defensores, los Heraldos de Logos aparecieron en el segundo salón lateral del Templo de Logos, y allí se reunieron con Predicador y el Cardenal Curtis. En un frío rincón de ese mismo salón se encontraba Quick, encadenado.

            —Lo han hecho muy bien, Heraldos —dijo en ese momento Predicador—. Pero esto aún no termina. Debemos sepultar definitivamente a los defensores, y para ello debemos evitar que conozcan la verdad. Erdol, Void —dijo luego—, tienen una nueva misión.

            Erdol y Void se miraron y sonrieron. Se acercaron a Predicador para recibir sus instrucciones.

            —Encuentren a Blackbird y al que se hace llamar “Hombre de Fuego”… aunque sigue siendo un niño… y mátenlos. Sin contemplaciones. ¡Ellos no deben llegar a contactar a ningún defensor!

            Ambos Heraldos salieron raudos. Cuando ambos estuvieron fuera del salón, el Cardenal Curtis se acercó a Predicador. Lo miró interrogativamente, y esperó que este dijera algo.

            —Raymond, tu sabes que todo esto es por el bien de la Iglesia... Vamos, te aconsejo que te hagas acompañar por Shark, eso sería bueno para tu imagen pública.

            Y salieron del salón. En ese mismo momento Erdol y Void comenzaban la cacería de los dos jóvenes defensores que ya se acercaban a la ciudad, y que ignoraban la situación de su amigo Quick, y también el gran peligro que les acechaba.

V

            Los derrotados defensores se habían levantado a duras penas del campo de batalla y habían vuelto a la sede de los Defensores Unidos. Allí, los demás héroes que no habían participado de la batalla, los recibieron y les asistieron en sus heridas.

            Todos y cada uno de los defensores pensaban lo peor. Se sentían completamente derrotados y superados por la situación. Habían perdido en el campo de batalla, pero también habían perdido en los corazones de las personas. Habían cometido muchos errores, a pesar de que aún no entendían del todo lo que sucedía. Pero ya parecía demasiado tarde para reparar sus errores, y  parecía que seguirían cayendo en un espiral, sin salida posible. Blackbird, el Hombre de Fuego y Quick desaparecidos, Electric Man herido, su imagen transformada en una imagen fascista, personas creyendo en Logos como en un dios, una misteriosa nueva Iglesia plagada de sus antiguos enemigos y que los superaba en poder; todo esto era parte de sus preocupaciones, y no tenían respuesta a ninguno de sus problemas.

            Nadie decía nada en el salón, pero no era necesario, porque todos comprendían. Quizás era el momento de hacer un completamente nuevo comienzo, pero no sabían cómo hacerlo, si ya habían llegado a tal situación de derrota.

            De pronto, Riesgo y Adrenalina, quienes en ese momento estaban de guardia en la sede de Defensores Unidos, llegaron corriendo hasta el salón central.

            —Muchachos, oigan todos —dijo Riesgo—. Hay alguien aquí que quiere hablar con todos… Dice que es urgente.

            No acabó de decir esto, cuando a través del umbral del salón entró un hombre vestido con fastuosas ropas, de apariencia serena aunque segura. Era un hombre de unos 30 a 40 años, que parecía estar curtido por la experiencia, pero a la vez ser lo suficientemente joven para representar cierta vitalidad. Sus ropas le daban la apariencia de ser importante, y su semblante demostraba poseer gran poder. Ninguno de los presentes lo había visto antes. El hombre los miró, y luego habló con voz firme, pero con un gesto amable en su rostro.

            —Mi nombre es Códex. He venido a contarles lo que ustedes deben saber.

            Lady Star se adelantó a los demás defensores, y preguntó lo que estaba en la mente de todos.

            —¿Y qué se supone que debemos saber?

            Códex no tardó nada en responder, y lo hizo con seguridad, mirando a los ojos de Lady Star.

            —Les contaré la verdad acerca de Logos.



Continúa...
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