9.10.08

Brand New Start #7

“Cambio”
Historia: RXM.

I

     Las pantallas de televisión estaban encendidas en miles de hogares de Eria y el mundo, o quizás en millones. Los principales canales transmitían la ceremonia que se realizaba en el Templo de Logos. Y mientras algunos vitoreaban con alegría por el momento que se estaba viviendo, otros no terminaban de creerlo posible.

            El Cardenal Curtis, secundado por algunos acólitos, derramaba agua sobre la cabeza de Shark, a la luz única de una vela encendida. Mientras, pronunciaba las últimas palabras que simbólicamente convertían al joven defensor en un miembro de la Iglesia de Logos.

            —Recibe, Shark, la bendición de nuestro Señor Logos, quién te iluminará a partir de ahora, y te recibirá como un miembro de nuestra Iglesia.

            Tras escuchar esto, la gente en el Templo se puso de pie y aplaudió fervorosamente. Algunos incluso tenían sus ojos llenos de lágrimas de emoción. Muchas de las personas que veían la ceremonia en televisión también aplaudieron, felices por el nuevo miembro de la Iglesia, el primer defensor en convertirse a la nueva religión.

            Shark se levantó, y el Cardenal lo miró satisfecho. El defensor miró hacia el público y vio como lo aplaudían y lo vitoreaban. El Cardenal observó esto y sonrió. Esperó que los aplausos cesaran, y se dirigió con convicción a todos quienes le miraban.

            —Este momento, queridos hermanos, será recordado como el momento en que la Iglesia de Logos cambió para siempre. Shark ha venido a nosotros porque busca un signo de paz entre todos los hijos de Logos, humanos y metahumanos por igual, héroes y villanos. Todo aquel que crea en el Señor Logos será iluminado. ¡Escuchen todos! ¡Y que el gesto de Shark acerque nuestros caminos!

            Los defensores también observaban esto por televisión. Y ni la felicidad ni la paz definían lo que sentían en ese momento, menos después del incidente protagonizado por Electric Man.

            —Esto no está nada bien para nosotros —dijo el Amo de los Espejos—. Nada bien…

            —Y cada vez está peor —concluyó Dragón Blanco—. ¿Qué haremos ahora?...

II

            En las arenas del desierto, en la región oeste de Eria, la tranquilidad era absoluta, en oposición a la algarabía que en ese momento llenaba a algunas ciudades. Sólo el ruido del viento parecía dialogar con las dunas, y cualquier otro ruido se perdía en la inmensidad.

            De pronto, la calma y el silencio se interrumpieron abruptamente. Un destello de energía llenó el ambiente, y tres siluetas se materializaron allí. Eran Blackbird, el Hombre de Fuego y Quick. Al principio el sol radiante les cegó por unos instantes, pero una vez que sus pupilas se acostumbraron a él, lograron observar todo lo que les rodeaba, para ubicarse. Se dieron cuenta de que estaban en el desierto, alejados varios kilómetros de algún centro urbano.

            —Estamos demasiado lejos de la ciudad —dijo el Hombre de Fuego—. Debemos ir pronto…

            —Creo que sólo uno de nosotros podrá hacer esto rápido —dijo Blackbird, mirando directamente al tercero de ellos.

            Quick se sorprendió, a pesar de que era completamente lógico que él fuera quien podía llegar con rapidez a la ciudad. No esperaba tener tal responsabilidad en sus manos.

            —Debes ir —le dijo Blackbird—. Debes ir lo más rápido que puedas e informar a los demás defensores de todo lo que ahora sabemos… Es necesario que lo sepan, no podemos equivocarnos por no aceptar… ciertas cosas. Ve, Quick.

            Los tres se miraron. Sus miradas demostraban algo distinto en ellos. Habían crecido, sabían que el mundo era mucho más complejo de lo que ellos creían, que habían fuerzas mucho más grandes que el ser humano, y que habían verdades que eran difíciles de creer y aún más difíciles de comprender. Ya no eran los niños inmaduros del principio, a pesar de que les faltaba mucho por crecer, mucho por vivir y aprender. Pero ahora sabían que debían actuar, conocían la importancia de todo lo que sabían, las responsabilidades que tenían. Sus miradas dijeron todo lo que las palabras no podían decir.

            De inmediato Quick miró el horizonte, y partió corriendo con su supervelocidad, lo cual lo hizo desaparecer de la vista de los otros defensores en unos segundos.

            —Sólo tiene quince años —dijo Blackbird—. ¿Crees que habremos hecho bien en confiar en él?

            —No lo sé, Blackbird —le respondió el Hombre de Fuego—. Pero él es quien puede llegar más rápido… y su edad… Nosotros también somos niños aún… y a pesar de eso, sabemos que debemos ser responsables… Vamos, debemos llegar pronto a la ciudad.

            Y dicho esto, ambos emprendieron el vuelo, con una ardua tarea por delante.

III

            Horas después de la ceremonia en la que Shark se convirtió a la religión de Logos, los simpatizantes de esa Iglesia habían salido a la calle a manifestar su descontento con la actitud de los defensores, motivados por el incidente que protagonizara Electric Man.

            Miles de personas en masa cantaban y gritaban en contra de la actitud de los defensores, considerando que eran libres de creer en lo que quisieran.

            —¡No al fascismo de los héroes! —era el grito más repetido entre los manifestantes.

            Las pancartas eran miles, y las calles estaban llenas. Las principales cadenas televisivas transmitían en vivo los hechos, y era el principal acontecimiento a nivel mundial.

            Los defensores observaban apenados. Muchos de ellos estaban reunidos en la sede de Defensores Unidos, y no encontraban una solución. La situación se les había escapado de las manos. Black Force y Lady Star se encontraban en el cuartel de “The Wall”, donde estaba recuperándose Electric Man.

            —Debemos hacer algo que cambie la imagen que las personas se han formado de nosotros —dijo Black Force.

            —Si. Debemos hacerle saber al mundo que en ningún momento nuestra intención fue decidir por ellos… —agregó Lady Star—. Pero la aparición de Logos es tan… sospechosa… por decirlo de alguna forma…

            En ese momento, en la televisión que estaba encendida en la sala en que estos dos defensores esperaban, se escuchó una noticia que llamó la atención de todos quienes estaban allí.

            —“… En otras noticias, el Cardenal Raymond Curtis ha anunciado una masiva conferencia de prensa para mañana por la tarde, en la que se referirá a los hechos recientes y a la situación de su Iglesia. El Cardenal ha dicho además que Logos ‘se manifestará’ al respecto durante esa conferencia. Desconocemos más detalles al respecto, pero les estaremos informando…”

            —Debemos ir —interrumpió Lady Star—. Vamos, es necesario que estemos allí mañana.

            Y ambos defensores dejaron el lugar raudamente. Debían prepararse para asistir a esa conferencia. Si Logos iba a manifestarse de alguna forma, ellos tenían que verlo.

IV

            En algún lugar de Inglaterra. Días atrás.

            En las alturas de un cerro en las afueras de una ciudad, un hombre mira el infinito, mientras sus ojos observan un plano distinto, desconocido para el hombre común. Es un plano lleno de respuestas, donde no existen puntos cardinales ni referencias geográficas.

            Para mirar en este plano se requiere de un gran poder, y este hombre lo tiene. Su nombre alguna vez fue Ron Cusack, pero hoy él es simplemente Códex. Y él sabe. El conocimiento es su verdadero poder, pero la magia es su instrumento y también es mucho más que eso.

            Él es el guardián de la magia, y él conoce los planos que están más allá del entendimiento humano. Por eso, ahora tiene mucho que decir.

            —Ellos… deben saber.

            Su viaje por lo desconocido culmina. Ha visto lo que necesitaba y ha comprendido. “El mundo ha cambiado, tanto en lo que vemos como en lo que no”, piensa, mientras retorna a poseer sólo sus tradicionales cinco sentidos.

            —Debo ir —dice, sin agregar ninguna palabra vana a esa frase.

            Y así, Códex emprende su marcha, una misión autoimpuesta, pero que sólo él puede cumplir. Él debe hacerles saber el error que cometen, debe contarles la verdad, aunque generalmente, la verdad que no somos capaces de ver sea la que más duele.

            Pero Códex sí es capaz de verla. Por eso, él irá a la ciudad, al centro del mundo. Porque si el nuevo mundo en el que vive necesita que alguien muestre lo oculto, será él quien lo haga, aunque eso le implique involucrarse en lo que nunca antes se ha involucrado.

            Ese día, Códex partió. Y su camino lo llevará donde sea necesario.

V

            Quick corría a una velocidad impresionante. No existía en el mundo alguien más veloz que él, y se podría decir que incluso superaba al anterior ser más veloz sobre la Tierra, el defensor Rayo Veloz. En las arenas del desierto quedaban marcadas sus huellas mientras dejaba atrás kilómetros y kilómetros, en tan sólo segundos.

            El joven defensor sabía la importancia de su misión. Sabía que debía llegar a la ciudad y contactar a los héroes, antes de que fuera demasiado tarde y ellos hicieran algo de lo que se pudiesen arrepentir.

            De alguna forma, él, junto a Blackbird y el Hombre de Fuego habían llegado a conocer la verdad. Habían estado equivocados todo el tiempo. Los defensores se negaban a creer en algo, sin saber qué es lo que realmente pasaba. En el mundo hay fuerzas más grandes que ellos, y ellos parecían resistirse a eso. No eran ellos quienes decidían lo que la gente debía creer y que no, y menos sin atreverse a aceptar que hay cosas que no están en sus manos.

            En esto pensaba Quick mientras corría, hasta que de pronto, una súbita columna de arena surgió desde el suelo, violentamente, y cubrió la visión del defensor, obstaculizando su camino. Quick se vio obligado a detenerse, mientras la arena caía del cielo como si fuera una lluvia. En medio de esa nube de arena, el defensor sólo veía lo que le rodeaba a escasos metros, así que no se percató de la presencia de un hombre, que parecía ser de edad avanzada, sostenido en un bastón.

            De pronto, ese hombre levantó su bastón, y antes que Quick se diera cuenta de su presencia, y en medio de la nube de arena, lo golpeó con fuerza en la cabeza, dejándolo inconsciente. Quick cayó de inmediato y el hombre se acercó a su cuerpo. Se trataba de Predicador, antiguo y peligroso enemigo de los defensores.

            —Tú debes ser Quick —le dijo Predicador al cuerpo inconsciente de Quick—. ¿No te han dicho que es peligroso transitar a exceso de velocidad? —y rió con entusiasmo.


            Acto seguido, tomó a Quick, y lo llevó consigo, con rumbo desconocido…


Continúa...
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