Historia: RXM
I
Sú
Fú corrió varios kilómetros a supervelocidad, desde la cabaña hasta el centro
de la ciudad, para llevar el mensaje que la Mujer de Fuego le había encargado.
Lo primero que hizo fue ubicar a Black Force.
—¡Black
Force! —dijo mientras llegaba—. Tenemos problemas.
Black
Force, quién se encontraba en la antigua sede de los Defensores Unidos,
acompañado, entre otros, por Electric Man, Dragón Blanco y Amo de los Espejos,
no comprendió a qué se refería la joven heroína china.
—¿Qué
sucede, Sú Fú? —atinó a preguntar. Los demás escuchaban con atención.
—Son
los chicos, Black Force — respondió Sú Fú—. Blackbird, Quick y el Hombre de
Fuego… ¡han desaparecido!
La
alarma recorrió el lugar. Black Force de inmediato le preguntó los detalles a
la recién llegada.
—¿Cómo
sabes eso? ¿Qué pasó exactamente?
—La
Mujer de Fuego me contactó para ayudarla a encontrarlos, ya que no tenía
señales de ellos desde hacía varias horas… —respondió Sú Fú—. Pero no los
encontramos, y la Mujer de Fuego me envió hasta acá, ya que encontró un mensaje
de su hermano.
Black
Force se sorprendió. Mal que mal, los chicos eran parte del grupo encargado de
investigar en secreto a la Iglesia de Logos.
—Muy
bien. ¡Debemos encontrarlos sea como sea! —dijo, dirigiéndose a todos en
general, y luego miró a Sú Fú—. Dime, ¿dónde está la Mujer de Fuego?
Mientras
todo eso pasaba, y mientras la mayoría de los que habían escuchado esa
instrucción de Black Force se ponían en movimiento, Electric Man salía del
edificio, pero con una idea muy distinta a la de la mayoría de los
defensores...
II
En
el Gran Templo de Logos en Angalil, el Cardenal Raymond Curtis presidía una
masiva asamblea, la de mayor concurrencia que se había realizado desde la
construcción de ese edificio. En el altar, a su lado, se encontraba inmóvil
Destructor, con una expresión de seriedad.
—…
Por eso, pidamos al Señor Logos que nos ilumine en los momentos de dificultad,
y nos dé su bendición para hacer lo correcto —decía con pasión el Cardenal.
En
ese momento, las puertas del templo se abrieron violentamente, y el ruido de
éstas provocó que todos los presentes desviaran su mirada hacia la entrada.
Allí, Electric Man hacía su entrada, lleno de rayos de electricidad rodeándolo,
y con cara de pocos amigos.
—¡Ya
es suficiente! —exclamó Electric Man—. Se acabó esta farsa. Es hora de que
muestren su verdadera cara.
—¡Pero
qué falta de respeto es esta! —exclamó el Cardenal Curtis al ver al defensor—.
Usted no puede entrar e interrumpir una asamblea del Señor así nada más.
—Lo
siento, Cardenal —dijo sarcásticamente el defensor —Pero es hora de que
respondan por este engaño.
Al
decir esto último, el cuerpo de Electric Man emitió más electricidad en todas
direcciones, lo que le dio una apariencia poderosa que hizo retroceder a las
personas presentes. Pero en ese momento, el único que dio un paso hacia
adelante fue Destructor. Miró fijamente a Electric Man, y esperó. El defensor,
en lugar de intimidarse se acercó a Destructor. Ya estaba frente al altar. El
Cardenal se contuvo un minuto, pero al ver que Electric Man no cedía, se
atrevió a darle una orden a Destructor.
—Encárgate.
De
inmediato, Destructor se movió a una gran velocidad y se arrojó directamente
contra Electric Man, golpeándolo con fuerza. Electric Man retrocedió, y en ese
momento, Destructor se lo llevó consigo. La fuerza fue tal, que ambos
atravesaron una de las paredes del Templo, yendo a parar a la calle.
Mientras,
el Cardenal trataba de calmar a las personas.
—Tranquilos.
Destructor se encargará, y el Señor Logos nos protegerá —dijo, mientras
ocultaba una sonrisa…
III
La
tensión que había en el ambiente desde la visita del Reverendo Wright había
dado paso a una gran curiosidad. El doctor del albergue donde se hospedaban la señora
Gates y su hijo Mac había estado realizando exámenes al chico durante varios
minutos. Shark y los demás albergados aguardaban con ansias el resultado.
Después
de un rato de espera, el médico salió y llamó aparte a Shark y la señora Gates.
—Verán…
—dijo—. Mac… está completamente curado.
Shark
abrió grandes ojos de sorpresa, y la señora Gates sonrió con sus ojos llenos de
lágrimas de emoción.
—¿Está
usted seguro, doc? —preguntó el defensor.
—Si,
Shark —respondió—. Completamente seguro. De hecho, te llamé a ti también porque
no sé cómo tratar la información… el Reverendo Wright ha hecho un gran milagro
y no es algo fácil de comprender y menos de aceptar.
Pero
Shark estaba completamente confundido. Ensimismado, no supo que decir. Su mente
pensaba en tantas cosas… Sólo atinó a felicitar a la señora Gates y a Mac.
—Lo
siento, doc— dijo Shark, aún confundido—. Creo que… yo… debo pensar en muchas
cosas…
Y
diciendo esto, el defensor salió del edificio, con rumbo desconocido.
IV
El
combate entre Electric Man y Destructor se había intensificado. Los dos
combatían en las calles de la ciudad, y también sobre ellas. Al principio,
Destructor intentaba golpear al defensor, pero éste tomaba su forma eléctrica
intangible, y no podía ser alcanzado por la fuerza bruta del Heraldo de Logos.
En esos momentos, Electric Man aprovechaba para rodear a Destructor con
electricidad y aplicarle fuertes descargas.
Las
descargas dañaban un tanto a Destructor, pero éste parecía no fatigarse ni
debilitarse con nada. Luego, cambió su estrategia, y juntando grandes
cantidades de energía en sus manos, comenzó a lanzarla rápidamente en la
dirección hacia la que notaba que Electric Man se movía. El defensor esquivó
los ataques de Destructor por un rato, pero de pronto Destructor amagó un
ataque y sorprendió a Electric Man materializándose, por lo que recibió el
impacto de lleno. En ese momento, Destructor aprovechó para golpear con sus
puños al defensor en varias ocasiones, con lo cual lo debilitó lo suficiente
para que con un último golpe lo enviase con fuerza a estrellarse al suelo. Una
vez allí, Destructor voló en dirección a Electric Man y le dio un potente golpe
que lo hundió varios metros. Luego se elevó una vez más, y le lanzó un poderoso
rayo de energía, tras el cual, el defensor no se levantó más.
Destructor
bajó hasta el pequeño cráter que se había formado. Se detuvo sobre él, y posó
sus pies sobre el lugar donde debía estar Electric Man.
—¡Ah!
Necesitaba estirar un poco los músculos —dijo—. Espero que te haya bastado con
eso para aprender que no debes meterte con la Iglesia de Logos… ¡No desafíes
nuestro poder!
Y
se elevó de nuevo. Pero antes de irse, Destructor habló una vez más.
—Y
espero que para la próxima, los defensores envíen a alguien más fuerte.
Y
diciendo esto, volvió al Templo. Electric Man no volvió a levantarse, y su
cuerpo, magullado, fue rescatado minutos más tarde por Lady Star, otros héroes
y agentes de “The Wall”, quienes lo llevaron a que recibiera ayuda médica.
Lady
Star miró a los demás defensores. No fue necesario que les leyera la mente.
Todos ellos sabían que este momento había sido un verdadero punto de quiebre.
V
El
Cardenal Curtis había despedido hace unos minutos al último de los fieles
asistentes a la asamblea, y Destructor había vuelto tras derrotar a Electric
Man, y ahora descansaba. La sensación que tenía Curtis era de victoria. Lo que
había pasado ese día era un fuerte golpe para los defensores. La gente ya no
los vería con los mismos ojos, ya que se habían atrevido a cruzar la línea. Las
personas tenían derecho a creer lo que quisieran, pero los héroes habían
demostrado, a través del error de Electric Man, que no estaban dispuestos a
aceptar esa libertad. Era el momento para que la Iglesia de Logos se alzara
victoriosa, y para que su poder e influencia creciera, a la vez que los héroes
perdían credibilidad.
En
esto y más pensaba el Cardenal mientras dejaba el Templo, hacia sus aposentos.
Pero de pronto, sintió pasos. Se volvió, y encendió una vela. Comenzó a caminar
lentamente, recorriendo el Templo, tratando de escuchar la dirección de los
pasos. Pero no fue necesario que siguiese buscando. Una voz le llamó.
—Cardenal.
El
Cardenal volvió a voltear, y frente a él, vio a alguien que no esperaba ver,
pero que le alegró en cuanto vio. Sonriendo, se dirigió a él.
—Shark.
¿Qué te trae por aquí a estas horas... y de esta forma?
El
defensor tomó un respiro y miró hacia el altar de Logos en el Templo. Una vez
que pareció que estaba convencido de lo que iba a decir a continuación, volvió
a mirar al Cardenal, y habló.
—Quisiera
que me hable… acerca de Logos.
El
Cardenal lo tomó de un hombro y lo invitó amablemente a seguirlo.
—Vamos,
Shark —dijo—. Déjame que te hable de Logos y su luz... Quizás él te pueda
iluminar…
Y
caminaron, juntos.
Continúa...
_
No hay comentarios:
Publicar un comentario