2.10.08

Brand New Start #6

“Punto de Quiebre”
Historia: RXM

I

            Sú Fú corrió varios kilómetros a supervelocidad, desde la cabaña hasta el centro de la ciudad, para llevar el mensaje que la Mujer de Fuego le había encargado. Lo primero que hizo fue ubicar a Black Force.

            —¡Black Force! —dijo mientras llegaba—. Tenemos problemas.

            Black Force, quién se encontraba en la antigua sede de los Defensores Unidos, acompañado, entre otros, por Electric Man, Dragón Blanco y Amo de los Espejos, no comprendió a qué se refería la joven heroína china.

            —¿Qué sucede, Sú Fú? —atinó a preguntar. Los demás escuchaban con atención.

            —Son los chicos, Black Force — respondió Sú Fú—. Blackbird, Quick y el Hombre de Fuego… ¡han desaparecido!

            La alarma recorrió el lugar. Black Force de inmediato le preguntó los detalles a la recién llegada.

            —¿Cómo sabes eso? ¿Qué pasó exactamente?

            —La Mujer de Fuego me contactó para ayudarla a encontrarlos, ya que no tenía señales de ellos desde hacía varias horas… —respondió Sú Fú—. Pero no los encontramos, y la Mujer de Fuego me envió hasta acá, ya que encontró un mensaje de su hermano.

            Black Force se sorprendió. Mal que mal, los chicos eran parte del grupo encargado de investigar en secreto a la Iglesia de Logos.

            —Muy bien. ¡Debemos encontrarlos sea como sea! —dijo, dirigiéndose a todos en general, y luego miró a Sú Fú—. Dime, ¿dónde está la Mujer de Fuego?

            Mientras todo eso pasaba, y mientras la mayoría de los que habían escuchado esa instrucción de Black Force se ponían en movimiento, Electric Man salía del edificio, pero con una idea muy distinta a la de la mayoría de los defensores...

II

            En el Gran Templo de Logos en Angalil, el Cardenal Raymond Curtis presidía una masiva asamblea, la de mayor concurrencia que se había realizado desde la construcción de ese edificio. En el altar, a su lado, se encontraba inmóvil Destructor, con una expresión de seriedad.

            —… Por eso, pidamos al Señor Logos que nos ilumine en los momentos de dificultad, y nos dé su bendición para hacer lo correcto —decía con pasión el Cardenal.

            En ese momento, las puertas del templo se abrieron violentamente, y el ruido de éstas provocó que todos los presentes desviaran su mirada hacia la entrada. Allí, Electric Man hacía su entrada, lleno de rayos de electricidad rodeándolo, y con cara de pocos amigos.

            —¡Ya es suficiente! —exclamó Electric Man—. Se acabó esta farsa. Es hora de que muestren su verdadera cara.

            —¡Pero qué falta de respeto es esta! —exclamó el Cardenal Curtis al ver al defensor—. Usted no puede entrar e interrumpir una asamblea del Señor así nada más.

            —Lo siento, Cardenal —dijo sarcásticamente el defensor —Pero es hora de que respondan por este engaño.

            Al decir esto último, el cuerpo de Electric Man emitió más electricidad en todas direcciones, lo que le dio una apariencia poderosa que hizo retroceder a las personas presentes. Pero en ese momento, el único que dio un paso hacia adelante fue Destructor. Miró fijamente a Electric Man, y esperó. El defensor, en lugar de intimidarse se acercó a Destructor. Ya estaba frente al altar. El Cardenal se contuvo un minuto, pero al ver que Electric Man no cedía, se atrevió a darle una orden a Destructor.

            —Encárgate.

            De inmediato, Destructor se movió a una gran velocidad y se arrojó directamente contra Electric Man, golpeándolo con fuerza. Electric Man retrocedió, y en ese momento, Destructor se lo llevó consigo. La fuerza fue tal, que ambos atravesaron una de las paredes del Templo, yendo a parar a la calle.

            Mientras, el Cardenal trataba de calmar a las personas.

            —Tranquilos. Destructor se encargará, y el Señor Logos nos protegerá —dijo, mientras ocultaba una sonrisa…

III

            La tensión que había en el ambiente desde la visita del Reverendo Wright había dado paso a una gran curiosidad. El doctor del albergue donde se hospedaban la señora Gates y su hijo Mac había estado realizando exámenes al chico durante varios minutos. Shark y los demás albergados aguardaban con ansias el resultado.

            Después de un rato de espera, el médico salió y llamó aparte a Shark y la señora Gates.

            —Verán… —dijo—. Mac… está completamente curado.

            Shark abrió grandes ojos de sorpresa, y la señora Gates sonrió con sus ojos llenos de lágrimas de emoción.

            —¿Está usted seguro, doc? —preguntó el defensor.

            —Si, Shark —respondió—. Completamente seguro. De hecho, te llamé a ti también porque no sé cómo tratar la información… el Reverendo Wright ha hecho un gran milagro y no es algo fácil de comprender y menos de aceptar.

            Pero Shark estaba completamente confundido. Ensimismado, no supo que decir. Su mente pensaba en tantas cosas… Sólo atinó a felicitar a la señora Gates y a Mac.

            —Lo siento, doc— dijo Shark, aún confundido—. Creo que… yo… debo pensar en muchas cosas…

            Y diciendo esto, el defensor salió del edificio, con rumbo desconocido.

IV

            El combate entre Electric Man y Destructor se había intensificado. Los dos combatían en las calles de la ciudad, y también sobre ellas. Al principio, Destructor intentaba golpear al defensor, pero éste tomaba su forma eléctrica intangible, y no podía ser alcanzado por la fuerza bruta del Heraldo de Logos. En esos momentos, Electric Man aprovechaba para rodear a Destructor con electricidad y aplicarle fuertes descargas.

            Las descargas dañaban un tanto a Destructor, pero éste parecía no fatigarse ni debilitarse con nada. Luego, cambió su estrategia, y juntando grandes cantidades de energía en sus manos, comenzó a lanzarla rápidamente en la dirección hacia la que notaba que Electric Man se movía. El defensor esquivó los ataques de Destructor por un rato, pero de pronto Destructor amagó un ataque y sorprendió a Electric Man materializándose, por lo que recibió el impacto de lleno. En ese momento, Destructor aprovechó para golpear con sus puños al defensor en varias ocasiones, con lo cual lo debilitó lo suficiente para que con un último golpe lo enviase con fuerza a estrellarse al suelo. Una vez allí, Destructor voló en dirección a Electric Man y le dio un potente golpe que lo hundió varios metros. Luego se elevó una vez más, y le lanzó un poderoso rayo de energía, tras el cual, el defensor no se levantó más.

            Destructor bajó hasta el pequeño cráter que se había formado. Se detuvo sobre él, y posó sus pies sobre el lugar donde debía estar Electric Man.

            —¡Ah! Necesitaba estirar un poco los músculos —dijo—. Espero que te haya bastado con eso para aprender que no debes meterte con la Iglesia de Logos… ¡No desafíes nuestro poder!

            Y se elevó de nuevo. Pero antes de irse, Destructor habló una vez más.

            —Y espero que para la próxima, los defensores envíen a alguien más fuerte.

            Y diciendo esto, volvió al Templo. Electric Man no volvió a levantarse, y su cuerpo, magullado, fue rescatado minutos más tarde por Lady Star, otros héroes y agentes de “The Wall”, quienes lo llevaron a que recibiera ayuda médica.

            Lady Star miró a los demás defensores. No fue necesario que les leyera la mente. Todos ellos sabían que este momento había sido un verdadero punto de quiebre.

V

            El Cardenal Curtis había despedido hace unos minutos al último de los fieles asistentes a la asamblea, y Destructor había vuelto tras derrotar a Electric Man, y ahora descansaba. La sensación que tenía Curtis era de victoria. Lo que había pasado ese día era un fuerte golpe para los defensores. La gente ya no los vería con los mismos ojos, ya que se habían atrevido a cruzar la línea. Las personas tenían derecho a creer lo que quisieran, pero los héroes habían demostrado, a través del error de Electric Man, que no estaban dispuestos a aceptar esa libertad. Era el momento para que la Iglesia de Logos se alzara victoriosa, y para que su poder e influencia creciera, a la vez que los héroes perdían credibilidad.

            En esto y más pensaba el Cardenal mientras dejaba el Templo, hacia sus aposentos. Pero de pronto, sintió pasos. Se volvió, y encendió una vela. Comenzó a caminar lentamente, recorriendo el Templo, tratando de escuchar la dirección de los pasos. Pero no fue necesario que siguiese buscando. Una voz le llamó.

            —Cardenal.

            El Cardenal volvió a voltear, y frente a él, vio a alguien que no esperaba ver, pero que le alegró en cuanto vio. Sonriendo, se dirigió a él.

            —Shark. ¿Qué te trae por aquí a estas horas... y de esta forma?

            El defensor tomó un respiro y miró hacia el altar de Logos en el Templo. Una vez que pareció que estaba convencido de lo que iba a decir a continuación, volvió a mirar al Cardenal, y habló.

            —Quisiera que me hable… acerca de Logos.

            El Cardenal lo tomó de un hombro y lo invitó amablemente a seguirlo.

            —Vamos, Shark —dijo—. Déjame que te hable de Logos y su luz... Quizás él te pueda iluminar…

            Y caminaron, juntos.



Continúa...
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