Historia: RXM.
I
Hace tres años.
Tras
la batalla sostenida con los grupos de héroes más poderosos de dos universos, y
tras ser atrapado entre ambas realidades, el ser conocido como Logos, se
encuentra accidentalmente en un lugar sin tiempo, ajeno a las grandes fuerzas
cósmicas o metafísicas conocidas por el hombre. Es un lugar vacío, sin puntos
cardinales ni distancias, donde sólo se puede sentir la presencia de un ente
superior, lleno de poder. Pero ni siquiera hay emociones. No hay nada
reconocible a través de las lógicas humanas. Entonces, Logos pregunta.
—¿Dónde
estoy? ¿Qué es este lugar?
Pero
sólo siente que una voz le habla directo a su alma, sin pronunciar palabra
alguna. En la mente de Logos sólo se escuchan conceptos: “Poder”, “Dios”.
Y
Logos entiende. Ninguna palabra podría explicárselo, pero él comprende. Algo ha
cambiado. En él hay poder. Su esencia está llena de ese poder que sintió apenas
tuvo conciencia de aquel lugar. Pero hay un concepto, una palabra sobre las
otras, que resuena en su mente y en toda su esencia, y es esa palabra la que
define su nueva conciencia: “Dios”…
II
Ahora.
Shark
aún se encontraba impresionado por la historia de la señora Gates. Parecía que
la mala suerte se ensañaba con ella. Su hijo, el pequeño Mac, tenía cáncer
terminal, y la reciente amenaza del robot de Mastertech le había dejado sin un
techo bajo el cual cuidarlo. Por eso, Shark se dedicó a apoyarlos un poco más
de lo que lo habría hecho con alguien común. Lo primero fue trasladarlos hasta
un albergue temporal, y luego decidió pasar una tarde junto a ellos, dada la
ayuda espiritual y emocional que ambos necesitaban. Cualquier compañía que les
hiciera olvidar sus dramas personales era agradecida por la señora Gates.
—Muchas
gracias, Shark —dijo—. Sé que debes tener muchas cosas más que hacer… así que
realmente aprecio mucho que estés un momento con nosotros —hizo una pausa, pero
luego agregó—. ¿Sabes? Podrías quedarte un poco más… vendrá el Reverendo Edward
Wright a ver a Mac. ¡Prometió que tenía grandes noticias del Señor para
nosotros!
Esto
último sorprendió a Shark. No esperaba encontrarse directamente con alguien de
la Iglesia de Logos, y menos con alguien de importancia como el Reverendo
Wright, de quien se decía que era el segundo al mando, tras el mismísimo
Cardenal Curtis. Lo pensó por unos momentos, pero luego decidió quedarse y
observar. Quizás esto fuese de ayuda para darlo a conocer a los demás
defensores, y también para definir mejor su propia postura al respecto. Así,
lleno de curiosidad, Shark esperó y se preparó para conocer al Reverendo.
III
Julie
Smith, la Mujer de Fuego, llevaba varias horas buscando a su hermano, Justin.
Sin embargo, no había señales de él, ni de Blackbird ni de Quick. Por ello,
solicitó la ayuda de una nueva heroína, proveniente de China, que tenía
similares habilidades a las de Quick, aunque su velocidad era un poco inferior.
Su nombre era Sú Fú.
Juntas,
siguieron la pista de los tres jóvenes defensores sin grandes resultados.
Entonces, mientras pasaban por su hogar en Northcrem, Julie descubrió entre las
cosas de Justin los datos que éste había encontrado acerca de la vida previa de
Raymond Curtis, y comprendió que su hermano, gracias a su impulsividad,
seguramente había partido solo a esa cabaña, a “descubrir sus secretos”, como
le gustaba decir imitando a su perdido hermano mayor, quien era detective.
Julie
y Sú Fú viajaron rápidamente hasta las afueras de Angalil, y encontraron la
cabaña. En sus alrededores no había ninguna cosa extraña. Pero la soledad del
lugar era escalofriante. En el cielo, había un sol radiante, pero el pasto
estaba húmedo, como si recientemente hubiese llovido en el lugar. El aspecto
desolado de la cabaña les pareció sospechoso a las heroínas.
La
Mujer de Fuego entró al lugar, y encontró todo en su lugar. Nada parecía faltar
allí, además de sus habitantes. Pero algo llamó su atención. Una fogata,
recientemente encendida, se sentía completamente fuera de lugar. La Mujer se
acercó y entró en contacto con la flama y se mantuvo así por unos minutos.
Entonces, Julie entendió. Era un mensaje de su hermano, ese fuego era parte de
él. De inmediato miró a Sú Fú y le habló con urgencia.
—Están
en problemas. ¡Rápido, ve a avisarle al resto!
IV
El
Reverendo Wright llegó a media tarde, sin ninguna compañía, y al entrar al
albergue, saludó afectuosamente a varias personas que se le acercaron. Parecía
ser un hombre amable, que transmitía paz, y quien no tenía nada de lo que se le
pudiese culpar. Su presencia se hacía sentir en el lugar con una buena sensación.
Shark
quedó un tanto impresionado, ya que esperaba ver a alguien un poco más duro de
carácter, quizás incluso un poco oscuro. Pero luego se dio cuenta de que eso
era lo que los demás defensores pensaban, y que eso condicionaba su propia
visión. Mientras pensaba esto, el Reverendo llegó hasta él y la señora Gates.
—Buenas
tardes, señora Gates. Hola, Mac —se giró y miró directamente a los ojos de
Shark—. Y tú debes ser el defensor Shark, de Ciudad Costera. He oído muy buenas
cosas de ti. Un gusto conocerte.
Shark
sólo atinó a responder cortésmente. El Reverendo de inmediato se sentó al lado
de Mac, y comenzó a hablarle amistosamente, preguntándole como se sentía y que
había hecho recientemente. Tanto Shark como las demás personas que estaban
cerca sentían como la atmósfera se había llenado de paz, y que incluso la
iluminación del lugar parecía ser más clara. El Reverendo seguía junto a Mac.
De pronto, se levantó y dijo algo que sorprendió enormemente a Shark, pero que
llenó de alegría a la señora Gates.
—Les
daré la bendición de Logos, como prometí, señora Gates. Si usted tiene fe en
él, su hijo será sanado por la luz de nuestro Señor.
La
mujer asintió con su cabeza, y de inmediato el sacerdote se preparó, cambiando
su rostro a uno de mayor seriedad, y extendiendo sus manos hacia el cielo.
Shark estaba completamente en silencio, asombrado en extremo por lo que el
Reverendo se proponía. Entonces, Wright pronunció en voz alta las palabras que
parecían ser una poderosa invocación a su dios.
—¡Señor
Logos! Escucha las plegarias de esta mujer y este niño, y dame tu iluminación
para traerles felicidad y calma. ¡Permite, Señor, que este pequeño recupere su
vida, y que lo haga en ti y en tu poder!
Una
luz comenzó a brotar de las manos del sacerdote, y una energía que parecía muy
poderosa invadió el cuarto completo. Shark y la señora Gates debieron tapar sus
ojos ante la extrema luminosidad. La energía rodeó silenciosamente a Mac, y
luego se dispersó por su cuerpo. Luego, todo volvió a la normalidad.
Las
personas miraban con curiosidad. La señora Gates, llena de lágrimas en sus
ojos, esperaba ver a su hijo curado, y realmente lo creía posible. Los
pensamientos de Shark eran confusos y expectantes.
—Levántate,
hijo —dijo Wright a Mac.
Mac
se levantó, y algo en su cara era distinto. Sonreía.
—Muy
bien —dijo el Reverendo—. Señora Gates, por su fe, su hijo ha sido sanado —y
luego se dirigió a todos los presentes—. El poder de Logos permite esto y mucho
más. Crean y serán iluminados como hoy lo ha sido este niño. Ahora, si me
disculpan… —y dejó el lugar, despidiéndose con una leve reverencia.
Shark
no sabía qué hacer. Pero sabía que debía comprobar si realmente el niño había
sido curado, o si todo era un engaño. La señora Gates y Mac se abrazaron
emocionados, llorando de felicidad.
Y
la prueba que necesitaba Shark llegó de inmediato. El médico del lugar llegó
hasta el cuarto.
—Disculpe,
señora —dijo el médico—. ¿Me permitiría usted hacer unos exámenes al pequeño?
—Por
supuesto, doctor. Pero tengo la certeza de que él está ahora sano. ¡Y gracias
al Señor Logos! —dijo, emocionada al máximo.
Shark
siguió al médico, porque necesitaba aclarar sus pensamientos, y para ello,
necesitaba saber la verdad.
V
Blackbird
abrió los ojos, pero sólo consiguió que la negrura absoluta que sus ojos
cerrados le mostraban, se transformara en una blancura absoluta. Giró su
cabeza, y a su izquierda estaban el Hombre de Fuego y Quick. Lo último que
recordaban era estar dentro de la cabaña donde Raymond Curtis había habitado
antes de ser el Cardenal de la Iglesia de Logos.
Los
tres jóvenes defensores se miraron, y luego observaron todo lo que les rodeaba,
y notaron que no era posible describir aquel lugar a través de la lógica
humana. Allí no había espacio ni tiempo. Sólo sentían que existía una
conciencia llena de poder, superior a ellos y a todo lo humano, y distinta de
las grandes fuerzas metafísicas conocidas por el hombre.
—¿Dónde
estamos? ¿Qué es este lugar? —pensaron simultáneamente.
Los
tres sintieron una mezcla de emociones, pero que se podía resumir en un
concepto: “conmoción”. Y de pronto, cada una de sus almas entraron en contacto
con ese ente superior, y entonces el conocimiento de una verdad llenó sus
mentes. Pero ellos sólo sentían conceptos, que les hacían entender lo que
realmente pasaba.
Y
ellos comprendieron, a pesar de que en el lugar no había distancias ni puntos
cardinales, sino que sólo grandes conceptos, ajenos a ellos: “Dios”, “Poder”…
Continúa...
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1 comentario:
Fascinante esa creación de un mundo paralelo. Mucho trabajo y constancia existe, sin duda, detrás de esta historia. Aunque no la he podido seguir como lo hubiese querido, he logrado rescatar el afán y la pasión que ha puesto en ella su creador.
Saludos Rodrigo!!
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