9.2.12

Quasar #14

“Los Posibles Pasados”
Historia: Rodrigo Roa


I

Ya no estoy en la nieve, pero sigo sintiendo la sangre en mis pies. Después de la luz y la explosión, he despertado en mi antigua casa, en Toronto. No están mis padres, pero siento el mismo olor que había en casa, cuando era un niño… como si hubiese sido ayer…


Ya no sé si esto es efectivamente una posibilidad del futuro, o sólo una alucinación. Veo escenas simultáneas… algunas ya ocurrieron, otras son imposibles… ¿o no?


¿Cómo llegué aquí, en primer lugar? Estaba llegando a la Tierra, desde el espacio, pero no recuerdo casi nada desde que me acercaba a la atmósfera…


Una vez más, escucho el ruido de una estampida a mis espaldas, fuera de casa. Miro por la ventana y descubro que son soldados, cientos o miles de ellos, junto a tanques y máquinas de guerra… Atacan mi casa con armamento pesado, artillería, bombas muy destructivas…


Hay fuego a mi alrededor una vez más. Pero los soldados no entran. Se calcinan en su propio fuego, y se convierten súbitamente en esqueletos, aún vestidos con ropas militares y cascos…


Y del fuego, surge una figura… yo. Estoy frente a mí mismo.


Pero esa silueta no dura mucho. Es Entropy quien la ataca y la destruye, trozo tras trozo, tal como sucedió aquel día*, que ahora parece tan lejano…"

II

- Confirmen las coordenadas del impacto – dijo uno de los soldados que iba en el convoy, a través de la radio.

- Coordenadas enviadas al GPS – respondieron de inmediato desde el cuartel.

- Doctor LaPreé, ¿está seguro de lo que dice? – preguntó el General Mathieu, mientras permanecía sentado en la parte trasera del vehículo.

- Es una hipótesis, General. Basados en las observaciones preliminares, creemos que el impacto de la onda electromagnética provocó una especie de efecto de división en la psique de Quasar, al momento del impacto… Estará confundido, al menos. Más allá de eso, no conocemos las consecuencias – sentenció el científico – Por lo demás, no debería afectar mayormente nuestra planificación.

- Muy bien, Doctor. ¿Los brazaletes están preparados? – preguntó, y recibió una respuesta afirmativa de otro de los soldados – Bien. Vayamos allá.

III

Despierto en el desierto. Un lugar en el que ya he estado, pero que esta vez tiene algunas diferencias.


Hay extrañas construcciones que apenas se asoman del suelo. La arena parece cubrirlas…


Me acerco, y observo que en medio de ellas hay telas… o ropajes. Sí, son ropajes. También veo otros elementos prácticos, como alimentos, sillas, relojes, y pequeños paquetes… Pero lo más sorprendente es una… estatua… una monumento gigantesco de una mujer, con los ojos vendados, cuya sola cabeza asoma sobre la superficie, pero que sugiere enormes dimensiones para el resto del cuerpo.


Todo parece gastado allí, como si hubiese estado mucho tiempo sin ser tocado, dejado a su suerte… ¿Por qué me parece que ya he estado aquí antes? Sin embargo, no puedo mencionar ningún lugar que se le parezca…


¿Por qué tengo esta sensación? Creo que en otro tiempo le hubiese llamado, ‘mal presentimiento’… creo… Recuerdo esos días en que cada cosa tenía un nombre claro, o alguna forma de referencia…


Ahora, no estoy seguro de lo que pienso, ni de lo que sé… ni siquiera estoy seguro del lugar en que estoy… o del tiempo… ¿He llegado a un mundo distinto? ¿Aún es el mundo que conocí? ¿O será demasiado tarde para detener lo que ha de suceder… o ya sucedió?


No estoy seguro de nada… Un momento… Un sonido… a la distancia. Es una patrulla de vehículos militares… Los veo venir, pero no me alegra… ¿Qué hacen? ¿Es eso un arma apuntando hacia mí? ¿Por qué lo… ? ……………….”

IV

- El objetivo ha sido inmovilizado, General. El grupo científico puede proceder – explicó uno de los soldados, tras usar contra Quasar, armas cargadas con su propia energía, y configuradas para emitir ondas que lograran lo que parecía imposible: detenerlo.

- Muy buen trabajo, muchachos. Doctor LaPreé, active los brazaletes, y colóqueselos – ordenó Mathieu - Luego, llévenlo al bunker, para preparar los siguientes movimientos que llevará a cabo.

Todo el escuadrón se movilizó con prestancia y precaución, según lo planificado. En pocos minutos, los dispositivos de contención, especialmente diseñados según la firma energética de Quasar, fueron colocados en sus brazos.

El efecto tardó sólo un instante en producirse. A partir de ese momento, el hombre que alguna vez fue Henry Levesque quedó completamente a merced de sus superiores en el Ejército.

Imposibilitado de tomar decisiones, con su psique prácticamente inhibida, ahora sólo era una masa de energía, un esclavo de otros intereses… en definitiva, un instrumento.

- Ya no tienes vida propia, Leve… perdón… Quasar – dijo Bernard Mathieu, frente a él – Harás todo lo que te digamos que haga, sin cuestionamientos. Ya no tienes pasado, ni futuro propio. Sólo te debes a nosotros, tienes tus órdenes, y de eso dependes, ¿está claro?

Lógicamente, no habría respuesta a sus palabras, pero el General quedó satisfecho. Finalmente, dio sus últimas órdenes.

- Trasládenlo. Después de algunos ajustes, lo enviaremos a algún lugar donde pueda sernos útil… Felicitaciones, Quasar, el futuro de Canadá te lo agradecerá… A partir de ahora no eres más que nuestra mayor arma…


Continúa en “Defensores Unidos” #0, y en “IMPERIO”!…
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* En “Quasar” #1 al #4


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