23.7.11

Blackbird #13

Soledad (Parte 3 de 3)
“Homúnculo”
Historia: Rodrigo Roa.

I

- Durante décadas, más de un siglo, he buscado la forma de traerla de vuelta – comenzó explicando el Brujo Solitario – Probé todos los hechizos conocidos, logré prolongar mi propia vida y aprendí a usar grandes poderes… pero no logré mi objetivo.

Blackbird trataba de liberarse, pero la presencia tan cercana del Homúnculo le hacía sentir un potente y extraño ardor en su cuerpo, que debilitaba su fuerza. El anciano continuó su narración.

- Esto que ves, es lo más cerca que he estado de lograrlo. Es un homúnculo, hecho de mis propias lágrimas. Sin embargo, el hechizo siempre topa con la misma dificultad… necesita un alma, necesita emociones… necesita un sacrificio para ser completamente humana.

Mientras decía esto, seguía manipulando sus pociones, preparando el hechizo final.

El defensor, tras escuchar estas palabras, pero más aún tras haber experimentado empáticamente el dolor del Brujo, alcanzaba a entender su situación. Pero tampoco podía dejar de pensar en lo enloquecido que estaba.

¿Acaso esto era el resultado de esas emociones a través del tiempo?

Pensó en Sophie, pero también en Cat O’Neal, e incluso en los amigos que había hecho como miembro de Defensores Unidos. Pensó en cómo sería si todos ellos le dieran la espalda, o si los perdiera para no recuperarlos jamás. ¿Se sentiría también como este hombre, desesperado y solo, sin criterios de moralidad ni de sanidad mental?

Pero esto no lo desanimó, a pesar del dolor que transmitía el Homúnculo, y que lo dañaba. Más bien, un sentimiento de compasión creció dentro del joven héroe.

- Yo… te entiendo… realmente – dijo, convencido.

Pero el Brujo no se detuvo. Avanzó, pronunciando palabras ininteligibles, y acercando su poción al cuerpo de Blackbird.

El joven defensor hizo un esfuerzo sobrehumano, y se sobrepuso a la sensación de dolor. Su voluntad creció, y junto a ella, creció su fuerza. Logró zafarse de sus ataduras, y su aura proyectó energía hacia el Homúnculo, el cual se alejó varios metros.

Esquivó al Brujo, y se elevó. El anciano lanzó una descarga mágica, pero Blackbird creó un campo de fuerza y la detuvo. De inmediato bajó, volando en dirección al Homúnculo, y lo atacó con un potente rayo de energía, que lo dispersó parcialmente, pero lo suficiente para que no se levantara de nuevo.

- ¡¡Nooo!! ¡¡¿Qué has hecho?!! – gritó amargamente el Brujo Solitario.

El héroe siguió su vuelo, esta vez hacia el viejo, y antes de que éste pudiese reaccionar, lo tomó de los brazos, lo derribó, y se puso sobre él, inmovilizándolo.

- Ya es suficiente. – le dijo – El dolor de tu soledad no justifica lo que pretendes. ¡No puedes jugar con la vida y la muerte! ¡¿O acaso tú eres el homúnculo, sin alma y sin emociones?!

- Pero ellos… ellos me la quitaron, y no han pagado por eso… - replicó el anciano, sollozando.

- No te culpes por los pecados de otros… Entiendo tu dolor, lo sabes. Mis habilidades me permitieron vivir tu experiencia… Pero debes sobreponerte, usar tu fuerza de voluntad… eso es lo que nos hace humanos.

El Brujo permaneció en silencio, como escrutando sus pensamientos. El defensor lo liberó y se puso de pie.

- Mira… yo… - habló el viejo – Sé que la soledad me ha sacado del rumbo, me ha quitado mi propia luz… Debo pensar… Debo rehacerme, tienes razón…

El defensor respiró aliviado, al notar que comprendía. Puso su mano sobre el hombro de su interlocutor y con un gesto de su cabeza, le indicó aprobación.

- ¿Qué harás ahora?

- Creo que viajaré… – respondió – lejos de todas las ciudades, y lejos de este Bosque.

- Si necesitas cualquier tipo de ayuda, puedes contar conmigo, dijo finalmente el héroa, a lo cual el Brujo agradeció.

Blackbird comenzó a caminar, con la intención de retomar el camino a casa. El anciano le habló antes de partir.

- Chico…. Si me permites un consejo… Jamás dejes que dañen a los tuyos, incluso tú mismo… jamás los pierdas. No dejes que la soledad se apodere de ti.

El joven héroe asintió. Se despidió con un gesto amistoso, y se elevó.


II

Blackbird al fin volaba hacia su hogar. Una curiosa satisfacción llenaba sus emociones.

Sentía que había crecido mucho durante este viaje, y no sólo por descubrir su origen. Había aprendido a controlar mejor sus habilidades, como resultado de un mejor conocimiento de sí mismo. La voluntad y la fe eran fuertes en él, ahora.

Creía tener la capacidad para superar cualquier futuro ataque de Itmed, el dios del Miedo, que lo había amenazado con hacer daño a su vida. Creía poder superar eso, y más.

Ya conocía su origen, y estaba dispuesto a honrar a su madre, Itfad, la diosa de la Fe, y a su padre, Rick Johnson, el Capitán Cometa, el héroe más grande que el mundo había conocido.

Blackbird se sentía en el camino correcto. Había encontrado su lugar. Sólo una cosa le faltaba, y era Sophie.

Se propuso arreglarlo, y ser honesto con ella. Era la hora de jugársela por la persona más especial que había conocido.

Con esta convicción volaba el defensor, de regreso a casa. Y cuando ya se acercaba, bajó su máscara, Adam Johnson esbozó una sonrisa…


Fin…
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