3.2.11

Zudo #11

¿Héroe? (1 de 2)
Historia: Zirijo.

I

- “Justo como una mano…”- me comenta el líder de Ultra Force, el Amo de los Espejos, sobre su grupo de operaciones – Los cinco formamos un buen equipo, funcional y de muy bajo perfil.

- ¿Eso es bueno? – pregunto, inocente.
- Por supuesto que es bueno.  Nosotros hacemos el trabajo sucio… ese que “Defensores Unidos” no está dispuesto a realizar.

Luego de derrotar a Control, y de que Ultra Force me ofreciera su ayuda con Elena, vamos de regreso a su guarida secreta. No sé a dónde nos dirigimos, pero las nubes y el cielo azul es algo que no me había detenido a observar desde hace mucho.

- Mira muchacho… Zudo, ¿no es cierto? Defensores Unidos son aquellos que se enfrentan a amenazas extraterrestres en medio de Angalileo, donde los “flashes” y la atención de todos está puesta en ellos. En cambio, nosotros estamos donde nadie nos quiere, evitando atentados terroristas, asesinatos a líderes políticos, desarmando sectas peligrosas… Bajo tierra, donde nadie sabe que existimos...

- ¿Y qué tiene que ver lo de la mano? – le pregunto nuevamente, mientras ajusto mi cinturón de seguridad de la cabina de manejo de la “Ultra Nave”.

- Así me gusta ver a mi grupo: cinco integrantes, para cinco dedos de la mano, funcional, útil, flexible. Cada uno tiene un papel fundamental dentro del grupo. Por ejemplo, Ultrabot, el índice, guía moral del equipo y el con más experiencia. Segundo al mando luego de mí, y quien nos mantiene sanos, unidos.

- Ultrabot, el índice. Lo tengo… ¿y los otros?

- Halcón Dorado es el dedo medio. El equilibrio perfecto dentro del equipo. Para este tipo de trabajo necesitamos a sujetos que sean más rudos que el enemigo, y esa es la labor de Halcón. Agresivo, hábil con la espada. La punta de lanza de Ultra Force – dice, mientras regula los controles de la nave y mantiene su vista al frente - Scream y Estrella Fugaz son el anular y el meñique del equipo. Scream está hace poco con nosotros, pero es de gran ayuda. Su habilidad nos permite alternar ataques de corto y largo alcance, parte de tener gran impacto. Y Estrella Fugaz es quien nos mantiene frescos. Hay veces en que su delirante personalidad nos ayuda a seguir adelante.

- Entonces… tú eres… - digo, dudoso.

- El pulgar, Zudo, el último dedo que queda. Mantengo operativa esta mano. Permito que funcione de forma correcta.

Miro nuevamente hacia el parabrisas de la “Ultra Nave”, para pensar un momento, pero el Amo de los Espejos siempre piensa en todo antes que los demás.

- Ve a ver a tu amiga, está con Richard allá atrás.

II

Richard es el piloto de “Ultrabot”, la maquinaria de combate que se enfrentó con la controlada Scream. En la parte de atrás de la nave está Elena, en una camilla de emergencias, recibiendo tratamiento.

- ¿Cómo está ella? – le pregunto al hombre que la cuida.

- Está estable. No muestra signos de conciencia, pero con este suero puede que recupere un poco de estabilidad.

- ¿Estaba enferma? – pregunto nuevamente.

- No, pero estaba muy deshidratada y su cuerpo no estaba en las mejores condiciones.

-Debe ser porque hemos estado viajando hace semanas en un automóvil.

- Es posible. Dime, Zudo… ¿Por qué están viajando? ¿Huyen de algo, o alguien? – me pregunta Richard, luego de un momento.

- Eso es algo que no te puedo decir. Estamos en una misión secreta.

Richard mira a Elena, y monitorea sus signos vitales. Pasa un rato de vuelo. Todos están cansados y duermen, menos Richard, el Amo de los Espejos y yo.

- ¿Por qué me ofreció su ayuda el Amo de los Espejos? – le pregunto finalmente a Richard.

- Al parecer vio algo en ti, Zudo. Siempre ve cosas en el reflejo de los ojos. Puede que tengas potencial para ser uno de los nuestros… – me responde, dejándome más confundido que antes.

- ¿Y que se supone que debo hacer? – insisto.

- Aprende lo más que puedas, mira, observa y encuentra tu espacio. El Amo de los Espejos siempre tiene ese tipo de presentimientos. Creo que esta visita te ayudará mucho.

Apenas termina de hablar, la nave se detiene. Llegamos a la guarida de Ultra Force.

III

De inmediato bajamos, y una vez que me aseguro que Elena está siendo atendida por Richard en el centro de salud de la base, me dirijo a la sala principal, para descansar un poco. Ahí escucho unos golpes y movimiento. Es un saco de entrenamiento el que suena, al recibir los duros y precisos golpes que da Halcón Dorado contra él. No pierde el tiempo, desde que bajamos de la nave que está aquí, lo noto por su cansancio. Golpe tras golpe, el saco sale disparado, simplemente para regresar al mismo lugar donde lo espera otro golpe del héroe.

- No te preocupes, él está bien – me dice una voz femenina. Es Scream.

- Está solo entrenando – le digo, mientras no puedo dejar de ver lo preciosa que es.

- Él nunca está solo, Zudo. Ven, acompáñame a la cocina.

Estando en la cocina me doy cuenta que no como nada desde hace varias horas. La adrenalina de la pelea, todo el tiempo que estuve inconsciente y el viaje hasta aquí, es mucho tiempo sin comer.

- En la nevera hay pizzas congeladas, solo debes meterlas en el microondas – me ofrece, gentil.

- ¿Tu quieres una? -  le pregunto, mientras elijo una pizza de la nevera.

- No, yo tomaré un café.

- Uno olvida que todos necesitamos comer, incluso los héroes… – le digo, para hacer conversación – Siempre que pensaba en una base de operaciones, jamás imaginé que tendría una cocina.

- Son muchas horas de vigilancia, Zudo. Todos tenemos necesidades.

- Es cierto – respondo. Como en silencio, mientras puedo sentir que ella me mira fijamente. Luego me percato de un detalle del cual no me había dado cuenta.

- ¿Cómo sabes mi nombre? – le pregunto directamente.

- Estás en todos los noticiarios y en las listas del gobierno estadounidense, Zudo. Eres el criminal más buscado, por lo ocurrido en Las Vegas hace un par de meses – me responde mientras sale de la cocina. El movimiento de sus caderas me deja sin respuesta y desordena por completo mis ideas.

Salgo de la cocina para seguir conversando con Scream, pero ella ya no está. Nuevamente escucho los golpes al saco.

IV

Voy a sentarme a uno de los sillones que se encuentran en la sala central. Sin poder saber donde estaba Scream, decido quedarme observando a Halcón Dorado mientras entrena.

Ahora toma su mosquete y comienza a blandirlo en el aire. Su manejo de la espada es completo, y cada estocada que propina a un “enemigo invisible” va dirigida a dañar seriamente al contrincante. Uno tras otro, no se detiene ante el paso del tiempo. Creo que ya van 45 minutos de entrenamiento con la espada, cuando, por reflejo, hago una pregunta.

- ¿Es muy difícil manejar la espada? – pregunto, porque la mía solo aparece en situaciones límite. Pasan unos minutos hasta que con una estocada final, me responde.

- La simpleza y perfección en el arte de la espada está determinado por solo una cosa, comprender que la espada es una extensión de tu cuerpo.

- ¿De mi cuerpo? – pregunto, antes de darme cuenta que en mi caso, es así, la espada sale de mi brazo, no es algo que haya adquirido en algún lugar.

- Sí. Cada movimiento que realices con tu espada debe comprometer cada uno de los músculos de tu cuerpo. Todo tu cuerpo debe moverse con tu ataque o tu defensa, en una danza mortal. Toda tu mente y todo tu cuerpo deben moverse con tu espada.

- Es más complicado de lo que pensé – añado.

- Si no estás cien por ciento seguro de que lo que estás haciendo es correcto, entonces tu espada no prevalecerá en contra de la de tu oponente. – suspira por un momento – Tu espada es una extensión de tus ideas.

Lo miro fijamente, y él solo se da media vuelta y comienza a golpear nuevamente el saco de entrenamiento. Ahora no solo se escuchan los golpes que propina al saco, sino que también palabras muy bajas. No puedo entender lo que dice hasta unos minutos después…

- Un golpe más hermano, un solo golpe más.

V

- ¿Te vas a terminar de comer eso? Me pregunta alguien, mientras trato de entender lo que pasa con Halcón Dorado.

- No, no, ya no tengo hambre, puedes tomarla – le contesto a Estrella Fugaz, quien se había percatado de que todavía no terminaba de comer la pizza.

- Muy bien, es importante no desperdiciar nada… no sabes la escasez de pizzas en esta zona.

- ¿Escasez de pizzas? – pregunto, descolocado.

- Sí, no tienes ni idea lo que es encontrar a un repartidor de pizzas que llegue hasta aquí abajo, y más difícil aún es encontrar alguno que no cobre una propina descomunal.

-  Jajá, lo imagino.

- Dime muchacho, ¿te gustó el lugar? – me pregunta, mientras se come lo que quedaba de mi pizza.

- Es un lugar acogedor para ser una base secreta – respondo sinceramente.

- Es verdad, todo mundo se imagina una cueva llega de ratas voladoras, o una especie de sala de hospital de cristales. Este lugar es como un hogar para nosotros.

Este sujeto me saca una sonrisa, en medio de esta situación. Con Elena grave, la misión de las “Sandalias de Hermes”, y lo extraño que es que mi padre haya estado ayudando a estos sujetos con sus inventos, este tipo tiene el poder de hacerme sonreír.

- ¿Ya viste a la muchachona? – me pregunta ahora – Es el sueño de cualquiera...

- ¡Te oí! – se escucha una voz femenina desde una de las tantas puertas a las que daba el salón central.

- Esa era la idea – responde Estrella Fugaz, mientras avanza hacia Halcón Dorado.

- ¡He, he! ¡Halcón Dorado!… ¿qué tal? – pregunta Estrella Fugaz, apuntando con ambos índices y con una sonrisa irritante.

- Púdrete, Estrella – responde este.

- Muy bien – contesta el héroe, sin borrar la sonrisa de su rostro.

Una explosión interrumpe la cotidianidad en la base de Ultra Force, desde la sala de emergencia, y es el Amo de los Espejos quien sale del humo.

- No huyas, Amo de los Espejos… - se escucha desde el desastre. Es una voz femenina, una voz familiar.

- Zudo, por fin nos vemos otra vez… ¡Ahora terminaré lo que empecé en el desierto! – exclama Elena, con un cúmulo de energía oscura en sus manos.

- ¿Qué estás haciendo Elena? – pregunto, consternado.

- Elena no… Shadow.


Continuará…
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