29.1.11

Quasar #9

“Vida Sintética”
Historia: Rodrigo Roa


"El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados".-  Jean Paul.

I

Recuerdo claramente el día en el que ocurrió el momento más feliz de mi vida. Fue un detalle imprescindible, demasiado simple… pero eso provocó que el día completo quedase pegado a mi memoria en todo su esplendor, en todos sus segundos, y en todas sus sensaciones…

Es verdad, hoy no recuerdo concretamente esas sensaciones. El día en el que aquello ocurrió ha adquirido connotaciones míticas en mi mente, y tal vez los hechos ni siquiera ocurrieron así como ahora los pienso.

Pero así, de la forma en que yo lo recuerdo en este momento, es como debió ser, y como quiero que haya sido. ¿De qué otra forma pudo ocurrir?

Increíblemente, Mia no estaba allí en ese momento tan feliz, pero si… ella fue la causante de que así ocurriese…

Mia Duvall… en otros tiempos, le habría llamado “amor”. Hoy, es prácticamente otro recuerdo mítico, adornado por la mente para ser perfecto y eterno…

Hoy todo parece lejano, y el presente parece haber estado aquí siempre. Es como si ese pasado hubiese sido otra vida, o tal vez alguna película o alguna historia que imaginé o soñé…

En fin… No quiero cuestionar eso, porque si hay algo que parece totalmente irreal en lo que ha sido mi vida, es el ahora, y no el ayer…

II

Mientras espero a las afueras del cuartel, los minutos que tardan en preparar los aparatos de comunicación que usaremos en mi próximo viaje, parecen horas o días. El tiempo ha perdido todo significado “humano” para mí… No sé qué día ni qué hora es, no sé hace cuanto ocurrieron estas cosas que ahora vienen a mi mente.

El Ejército de mi país, Canadá, detectó una enorme emanación de Energía Cor, entrando a la atmósfera cerca de la frontera con Estados Unidos. Me enviarán a investigar, y eso incluirá que rastree la fuente de esa energía, en el espacio exterior, siguiéndola hasta donde sea necesario.

Una vez más iré al lugar que me transformó… Mi sueño de toda la vida convertido en una pesadilla…

Una extraña radiación nos golpeó, a mí y mi gran amigo y compañero, Jean Mills, mientras cumplíamos una misión en la Estación Espacial Internacional… Nos transformó… A mí en “esto” que soy ahora, pero a él… a él lo volvió un monstruo sin cordura…

Observando, descubrí que desde entonces, Jean, que ahora se hace llamar Entropy, se ha ocultado suplantando la identidad de su propio hermano, Jacques, a quien él mismo asesinó… y se ha acercado a Mia… pero por más que eso debería dolerme, no hay nada que pueda hacer en esta condición, o más bien, no soy capaz de hacerlo…

Por mi parte, y sin recurrir a nadie, he tratado de comprender lo que nos ocurrió, lo que soy, aunque ni siquiera soy capaz de sentir con claridad… Mientras, he servido a mi país, y he cumplido, sin cuestionar, todas las órdenes que mis superiores han estimado que yo debo cumplir… incluso, asesinar…*

¿Tanto me he alejado del Henry Levesque que alguna vez fui? Si… tanto como para no ser capaz de saber si lo que hago es lo correcto, ni sentir si este es o no mi lugar y mi tiempo.

Ahora soy Quasar y tanto me he alejado de lo que una vez fui, que de aquel Henry Levesque tan sólo quedan estos recuerdos imperfectos, que ni siquiera sé que tan reales son, pero que mi mente me regala perfeccionados, de la forma en la que yo hubiese querido  vivirlos…

III

En el día que ahora recuerdo, acompañé a Mia a esperar el microbús que la llevaría a su casa, al otro lado de la ciudad, y la besé tres veces antes de partir. No quería dejarla ir, por esa curiosa sensación, que existe entre las almas gemelas,  de que siempre parece quedar algo pendiente… esa necesidad de volver a estar juntos para enmendarlo, aunque no sea nada importante.

En aquel día, participé de un juego de football con mis compañeros de la Academia Militar, y como me sentía lleno de energía, corrí y luché… creo que hice un muy buen partido, pero terminé exhausto.

Más tarde, acompañé a mi padre al cementerio, a la tumba de mi madre, pero allí no estuve triste, sino que lleno de una emoción indescriptible y pacífica, de superación y feliz remembranza.

De aquel día, recuerdo cada paso que di, cada mirada que dirigí, y cada palabra que dije. Pero lo que realmente extraño no es eso… ni siquiera los labios de Mia…

Ocurrió horas después de separarme de ella. Estaba muy cansado tras todo lo que había hecho, y mi estómago estaba vacío. Sólo pensaba en comer algo, pero mi refrigerador también estaba vacío, y ya no me quedaban ganas de salir de compras… Si, así de sencillo y práctico es el gran recuerdo que tengo de ese día…

Llegué a casa. Abrí la puerta y caminé sin mucha energía hasta encontrar la comodidad de mi cama. Me recosté y cerré los ojos.

Mi estómago volvió a llamar. Comencé a imaginarme el placer de probar algún tipo de delicia, algo dulce que me devolviese la energía… Pero eso sólo aumentó mi decepción.

Minutos después me levanté, abrí los ojos… y allí, frente a ellos, estaba lo que más deseaba. Un paquete repleto de galletas, mis galletas favoritas, cortesía de la mujer de mi vida, una sorpresa minúscula de su parte, pero con la capacidad de iluminar completamente un día y los recuerdos futuros del mismo.

Abrí el envase y saqué la primera galleta como si fuera una ceremonia, y la llevé a mi boca con la misma delicadeza. Su sabor era aún más dulce en aquellas circunstancias…

Hoy ni siquiera sé lo que significa “dulce”. Hoy no recuerdo el crujido de esas galletas, porque todo en mis sentidos se reduce a átomos y moléculas, a formas de energía, vibraciones y composiciones químicas…

Pero mi mente me regala una posibilidad: recordar esa galleta como la más deliciosa que haya probado en mi vida, aunque no lo haya sido.

Recordar los colores de ese día como los más bellos que jamás vi, recordar la piel de Mia como la más suave que jamás toqué… Pero sin saber si realmente es así, o si es lo que yo quiero creer, si es sólo el pasado que yo mismo me estoy construyendo para ser alguien más que sólo un fenómeno que cumple órdenes…

¿Continúo mintiéndome o…

IV

El repentino sonido de una chicharra me saca de mis pensamientos. Es el llamado desde el cuartel, indicando que todo está listo.

Debo partir. Debo cumplir nuevas órdenes. Esta vez me llevarán a lugares inesperados, pero creo que es mejor así… Si sigo aquí, pensando del pasado y sus ilusiones, la silenciosa tormenta que siento en mi interior podría tornarse peor, y sin nadie aquí que pueda controlarla, ni siquiera comprenderla… Son tantas las cosas que extraño, tantas las cosas que ahora me son completamente ajenas…

Será mejor que me aleje de esta Tierra y de estos recuerdos, que me aleje de esta vida sintética, mientras descubro lo que ahora soy, y el indeseable lugar que ahora ocupo en el tiempo… solo…


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"Los recuerdos no pueblan nuestra soledad, como suele decirse; antes al contrario, la hacen más profunda".- Gustave Flaubert.

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* Ver “Quasar” #8

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