2.9.09

Animal #7

“El Trono de Agartha”
Historia: Zirijo.

I

- ¡Hay que volver ahí abajo! – golpea la mesa del laboratorio, Delta, que sigue muy afectada por la decisión de Animal.

- Él quiso quedarse allá abajo Delta, no podemos hacer nada en contra de eso… además escuchaste al Elemental decir que todo tiene su lugar y su tiempo – responde el Doctor Neutrón, tratando de consolarla.

- Pero no es ni el tiempo, ni el lugar de Animal. Él se quedó allá abajo para reemplazar a ese tal Elemental.

- No podemos cuestionar las cosas que hace Animal, el está en otro plano de verdad – dice muy seriamente el Doctor Neutrón – Creo que ahora seríamos un estorbo para él.

- ¡Cómo dices esas cosas! – pregunta Delta – Además, ¿quién será el líder de los Centinelas?

- Alí tiene mucha experiencia – propone Neutrón – Él puede tomar el puesto de Animal.

- ¿Reemplazar a Animal? ¿Eso estás queriendo decir?

- No, nada de eso… sólo que tome su lugar hasta que Animal regrese – se detiene un segundo, y continúa en voz muy baja –… Si es que regresa.

II

Ahora que el Elementar del Cor no está, este lugar se siente vacío" – pienso, mientras contemplo los muros de mi nuevo hogar, Agartha. Esta tierra, que fue alguna vez el hogar de una raza exiliada.

Hace mucho tiempo, en la superficie, existían tres razas. Los Humanos, señores del fuego y el metal; los Atlantes, amos del agua y el saber; y los Agarthianos, señores de las letras y el entendimiento.

Pero…

- ¡¿Quién anda ahí!? – siento que alguien anda cerca - ¡Responda!

Creo que es mi imaginación. La soledad le hace mal a todo el mundo. Como a los humanos, que fueron envenenados con la muerte y la soledad. Esto provocó que sintieran envidia de la longevidad y el sentido de comunidad de los Atlantes y Agarthianos, por lo que dominaron las artes de la guerra. Gracias a ellas, expulsaron a los Atlantes a sus ciudades secretas bajo el mar, y a los Agarthianos, a las profundidades de la tierra. Las llaves al Reino de Agartha se perdieron en algún lugar del tiempo, por lo que, al ser prohibido hablar de los Agarthianos, nadie supo donde fueron escondidos. Pero los Agarthianos sobrevivieron en las historias, y sueños de las personas, por lo que esa época en la que vivían juntos no se ha perdido del todo… Ese molesto ruido otra vez…

- ¡¿Quién demonios anda ahí!?

- Yo, señor – contesta alguien desde la oscuridad.

- Identifícate – pregunto, mientras saco mis garras y preparo los colmillos.

- Soy Q’nejo, señor – responde nuevamente la criatura sin mostrarse.

- Muéstrate a la luz, Q’nejo – ordeno – o atente a las consecuencias.

De las sombras sale una masa informe arrastrándose del suelo. Su figura es asquerosa, ya que pareciera que está cubierto por una especie de líquido.

- Quédate ahí, Q’nejo, no des ni un paso más.

- No puedo dar pasos señor, no tengo pies – contesta.

- Eres gracioso – digo mientras me saca una sonrisa - ¿Qué se supone que eres exactamente?

- Soy un Agarthiano, señor. Soy uno de los pocos que queda.

III

- Delta, por favor, entra en razón – le dice el Doctor Neutrón a la mujer que puede controlar los elementos.

- No hay nada de razón en esto, Doctor. Animal no puede ser remplazado. Sin Animal, no hay Centinelas.

- Pero cómo se te ocurre decir tamaña barbaridad. Los Centinelas debemos seguir con nuestra misión.

- Pero hemos perdido a nuestro líder, y perdimos a nuestro amigo Ubamba. Ya no quiero perder nada más – dice la mujer, arrodillándose y entregándose a la pena.

- Sé que es difícil, pero es el precio de arriesgarlo todo por los demás. Nadie dijo que sería fácil seguir el camino del héroe.

- Nadie dijo que sería una heroína – responde Delta, levantando la vista - Soy sacerdotisa del dios Ra, señor de todo lo que está bajo el sol, y mi misión era castigar a Toxik, ese bastardo que contaminaba las tierras de mi señor. Animal fue el gran detonante de que me convirtiera en Centinela. Sin él, esto no tiene sentido.

- Sabes que a él no le gustaría escuchar eso.

- Lo sé, Doctor, lo sé…. pero esta rabia es más grande. No poder haber hecho nada para que Animal regresara con nosotros… No sé qué hacer.

- Vamos, reunamos a los otros, y decidamos en conjunto. Seamos la manada que Animal querría que fuésemos.

IV

- ¡Agarthiano! – exclamo de sorpresa.

- Si señor, y usted está en el trono de “Alma Brillante”- dice la criatura.

- Hablas de Maxter… el Elemental del Cor.

- Al que ustedes llaman así - responde Q’nejo, que se arrastra hasta estar muy cerca de mi.

- Pues, si… debo remplazarlo aquí, en las profundidades, hasta…. hasta no sé cuando.

- A nosotros no nos preocupa el tiempo, ese es un invento de los de la superficie. Aquí, el presente, pasado y futuro, son uno solo. Un continuo, que no tiene nada que ver con el tiempo.

- Eres muy sabio, para ser una bola de… de no sé que cosa, Q’nejo.

- Soy Agarthiano, señor. Domino el entendimiento. Ahora, si me disculpa, debo realizar mis deberes. Tengo hijos y esposa a los cuales alimentar.

- ¿Hijos? ¿Esposa? ¿Alimentar? – pregunto, sin pensar que puedo ofender a mi nuevo amigo. Luego pienso en algo que tenga sentido - ¿Qué hacen aquí para sobrevivir?

- Aquí no sobrevivimos, señor. Vivimos en paz y armonía. Aprendimos de este lugar, y ahora somos sus restauradores.

- Increíble. Esto es tan surrealista… nada de esto tendría sentido en la superficie.

- Me retiro, señor – me dice la bola informe, mientras se arrastra al lugar de donde salió, la oscuridad.

- Bien, dime algo antes. ¿Puede haber un poco más de luz en este lugar?

- Por supuesto. Debe ir a la parte posterior de Agartha, donde debe alinear las rocas. Ahora, si me permite…

- Adelante, Q’neho, ve con los tuyos…

V

- Centinelas, gracias por venir – dice el Doctor Neutrón, en una de las tantas salas de su casa-laboratorio, en Berlín, Alemania.

- Estamos aquí para hablar sobre la situación de Animal, me parece – acota inmediatamente Mindreader.

- Así es, Alí, pero…

- Se sacrificó por nosotros. Es un mártir – interrumpe Balam.

- Él no está muerto – dice Delta, levantándose de su silla.

- Orden por favor, todos queremos hablar… - dice el Doctor Neutrón.

- Pero no volverá a la superficie – responde Balam, acalorado.

- Yo opino que bajemos nuevamente – dice Delta – Hay que traerlo a la superficie.

- Pero es una locura… – dice el Doctor Neutrón.

- Fue una locura la primera vez que bajamos – expresa Guardián Nocturno, incluyéndose en la discusión.

- Pero, ahora es diferente, la crisis ha pasado, y estamos todos en paz – comenta Balam.

- Todos, menos Animal – dice Delta, mirando hacia el suelo de forma reflexiva.

- No, todos menos tú – acusa Neutrón a su compañera de equipo - Deberías entender que Animal lo hizo por nosotros, y gustoso. Nadie lo obligó.

La sala queda en un silencio incómodo. Nadie quería hablar, ya que todos habían conocido a Animal en situaciones diferentes, y todos habían sido capaces de entender el dolor de Delta. Ella fue la primera en conocerlo del grupo, la primera en pensar siquiera en Centinelas.

- Mierda – susurra la protectora del Nilo.

- Si, sé que es difícil, pero… no hay nada que podamos hacer. Sólo mantener su legado, como Centinelas – propone Mindreader.

- ¿Todos a favor? – pregunta el Doctor Neutrón.

- Si – repiten uno tras de otro, los asistentes a la reunión. Todos, incluso Delta.

- Bien. Centinelas por siempre.

VI

Sigo sin entender. Siguen viviendo los Agarthianos en las profundidades de la tierra. Siempre pensé que no aguantaron el paso del tiempo. Ha pasado tanto desde que fueron exiliados a las profundidades, que es simplemente descabellado pensar que seguían vivos, pero así es.

Camino hacia la parte posterior al palacio donde encontramos al Elemental del Cor, y es entonces cuando las veo. Tres grandes piedras, en forma piramidal, sostenían en sus puntas tres espejos triangulares. Y al centro, un fragmento de cristal muy raro, que expelía una gran luz. Me acerco, y veo que el cristal no está en su altar. Coloco el cristal donde corresponde, y comienza a brillar aun más.

- ¿Qué es esto? – pregunto en voz alta.

- Ha encendido las luces de Agartha, señor – escucho desde mi espalda.

- ¿Q’nejo? – pregunto, mientras me volteo para observar una criatura informe que se arrastra hacia mi.

- No, mi nombre es Cascabel – responde la criatura, mientras que la luz se apodera de todo el lugar.

El cristal hacía que la luz fuera más intensa, y además, la dirigía hacia los tres grandes espejos de las rocas piramidales. Estas dirigían, a su vez, la luz hacia muchos espejos que la hacían rebotar, de vuelta hacia el cristal.

- Mi señor, ha regresado. Sea bienvenido a Agartha – me dice Cascabel, mientras que un haz de luz atraviesa su inconsistente forma, haciendo que cambie.

Cambia de tal forma que parece ser un hombre, pero con los rasgos y características de una serpiente. Su piel, su rostro, todo es de serpiente, pero a la vez, humanoide.

- ¿De qué estás hablando? – le pregunto, sin querer darme cuenta de la verdad.

- Señor, usted nos ha devuelto nuestra forma. Usted ha despertado a los habitantes de Agartha. Sea bienvenido a su reino.


Continúa...
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