1.7.09

Extincion #7

“Sinfonía”
Historia: Zirijo.

I

La luz dominó la oscuridad de la profundidad de la tierra. Se abrieron las puertas que escondían, en lo profundo de Agartha, al quinto elemental. Animal, junto a los Centinelas, lograron llegar y despertar a la última pieza necesaria para la completa extinción de la raza humana. Ahora solo quedaba esperar a que Gaia cumpliera su palabra.

- Hermano Elemental, hemos venido para que salves a los humanos – dijo Animal al recién despertado Elemental del Cor.

- ¿Me… me llamaste Maxter? – preguntó el aura todopoderosa, escondida en las profundidades de la tierra.

- Si, hermano. Max Masters, así te llamaban los hombres en tu anterior vida, así los salvaste de su muerte.

El Elemental del Cor se detuvo y reflexionó.

- Pero ahora, Gaia, nuestra madre, te llama para que elimines a todos los humanos. Tanto como yo, sabes cuanto potencial tienen estas criaturas. Tu mismo diste tu vida para que siguieran viviendo – Animal se detuvo, para mirar a los ojos a sus compañeros de equipo – Hay muchos humanos que están dispuestos a dar su vida por los demás.

El aura que los ilumina emitió un sonido extraordinario, una nota que entregaba placer a todos quienes la escuchaban, y luego comenzó a tomar forma una figura humana. De extrema brillantez, el Elemental del Cor caminaba nuevamente entre los humanos.

- Gaia nos prometió que si te llevábamos con ella, podría detener la muerte de los humanos – interrumpió Mindreader tan majestuoso momento.

- Me temo que Gaia no está interesada en segundas oportunidades – dijo Animal – En sus ojos se nota la decepción y la pena.

- Pero para eso me despertaron – dijo el Elemental del Cor. Su voz era como mil violines, melancólica, pero a la vez, bella – Debemos ir con la madre ahora, o será demasiado tarde.

Cuando los Centinelas se preparaban para partir de vuelta a la superficie, notaron que Animal no los seguía.

- Animal, vamos, ¿qué esperas? – le preguntó Guardián Nocturno.

- Yo no puedo subir con ustedes – dijo Animal.

Todos los presentes quedaron atónitos, y la mirada del Elemental del Cor se llenó del dolor que sentían los Centinelas.

- Debo remplazar a mi hermano, aquí, en Agartha – dijo Animal, mirándolos con profunda resignación y pena.

- ¿Qué estás diciendo? No seas tonto – dijo Delta – Ya cumplimos con nuestra misión, debemos seguir juntos hasta hablar con Gaia.

- Me temo que será imposible. Al despertar al Elemental del Cor, hemos roto el equilibrio de este lugar. Todo tiene un lugar y un tiempo. Al sacar de su lugar y de su tiempo a Maxter, alguien debe ocupar ese vacío que queda.

- Debemos irnos, ahora – dijo el Elemental del Cor, con prisa, puesto que sabía que no quedaba mucho tiempo.

El Elemental los reunió ante su presencia, a excepción de Delta, quien corrió a abrazar a Animal. Luego, el Elemental destelló, cubriéndolos a todos con su inmenso poder.

En la oscuridad, Animal comenzó a ser rodeado por las criaturas informes, mientras tomaba asiento en el trono de Agartha.

- Fue un placer, amigos… Ahora todo depende de ustedes.

II

En la superficie, en tanto, los Elementales se detuvieron ante la mera idea de que el Elemental del Cor hubiese despertado.


Eria, América.

La situación era desesperada. El tornado que habían “creado” los héroes estaba fuera de control, y ahora que poseía agua, era más peligroso que nunca. El primero en caer fue Relámpago, a quien no le quedaban más energías para combatir.

- ¿Qué haremos ahora? – preguntó Blackbird.

- No lo sé… no lo sé… - contestó Ugly Boy, que no podía dejar de pensar en la negativa de Snowstorm.

- Necesitamos otro plan, ¡ahora! – demandó Liebre, que no podía correr, por la fuerza de los vientos, y le era imposible ir a rescatar al caído Relámpago.

Cuando Relámpago estaba a punto de ser arrastrado por la fuerza del viento, el Elemental del Aire tomó control del tornado, formado de sí mismo, comenzó a detenerse, y terminó siendo una brisa que se alejaba. Un viento frío avanzó por sus espaldas, y Ugly Boy no podía ver con otros ojos a Snowstorm, que no sean de desilusión.


Filipinas, Asia.

- ¿Qué pasó? – se preguntó Lady Star, mientras abría los ojos, esperando que la ola reventara sobre ellos.

- Se fue – contestó Shaman, mientras se escuchaba el graznar de las gaviotas sobre el amanecer.

- Pero… la ola estaba sobre nosotros. ¿Cómo se fue así nada más? – dijo, perpleja, la líder de Defensores Unidos.

En eso, Shark, que había sido tragado por las mareas, apareció en la playa, caminando a duras penas, desde el mar.

- Se fue. Sentí como una gran marea submarina se alejaba a toda velocidad.

- Increíble, pero ahora nuestro problema a solucionar son los damnificados. Defensores, ¡a trabajar!

III

El destello que envolvía a los restantes integrantes de Centinelas, desapareció, y éstos abrieron los ojos en plena luz del día. Ante ellos, un paraíso oculto entre las montañas, agua limpia, árboles, vegetación, todo lo necesario para vivir en paz.

- ¡El cielo! – se sorprendió Guardián Nocturno – Nunca antes había sido tan azul.

- Ya nada será tan bello como antes – dijo Delta, que se levantaba. Trataba de sentir el olor de Animal, pero ya nada quedaba de él.

- ¿Dónde estamos? – preguntó Mindreader.

- Estamos en el lugar donde nació el hombre – respondió el Elemental del Cor – El lugar exacto donde Gaia entregó el cuidado de este planeta a los suyos.

- Estamos en la frontera entre Angola y Namibia – respondió el Doctor Neutrón - El GPS lo dice.

- ¿Qué estamos haciendo aquí? – consultó Balam.

- Esperamos a nuestra madre.

El trinar de las aves, el fresco de la brisa, el color de los frutos, todo hacía de este lugar perfecto. Era como el paraíso. Los Centinelas estaban expectantes de la aparición de Gaia, que debía cumplir su promesa de no eliminar a la humanidad de la faz de la tierra.

- Madre – susurró el Elemental del Cor, cuando desde las alturas del cielo tomó forma una figura femenina. La misma calidez y resplandor que sintieron en el primer encuentro con la manifestación de la madre naturaleza, se sintió en ese momento.

- Hijo mío, has vuelto de tu letargo – dijo Gaia ante todos los presentes – Hijo, te he convocado para que cumplas con tu deber: eliminar a la raza humana.

- ¡Teníamos un trato! – exclama Mindreader, al oír el mandato de la diosa Gaia.

- Sólo dije que lo consideraría, y tú, humano, no eres nadie para exigir cosas. A la Humanidad le ha llegado su hora, no ha sabido respetar lo que más le he encargado, su propio mundo.

- ¡Pero lo prometiste! – replicó Delta, en lágrimas – ¿El sacrificio que ha hecho nuestro compañero… nuestro amigo Animal, no ha significado nada, acaso?

- Animal, como mi hijo, al igual que los Elementales, debe cumplir con los mandatos de su madre. Lo envié por el Quinto Elemental, y aquí está… sólo hizo lo que debía hacer. Además, yo no les he hecho nada injusto… ¡se lo han hecho ustedes mismos!

El llanto embargaba a Delta, mientras que sus compañeros no entendían cómo la propia madre naturaleza no entendía razones para detener la Extinción. En eso, aparecieron sus Elementales del Agua y el Aire, quienes habían viajado hasta la presencia de su madre.

- Hijos míos, ¿han venido a ver a su hermano? – indicando al Elemental del Cor – Ahora que lo han visto, la Extinción será completa. Eliminen a estos humanos.

Cuando el Elemental del Agua se preparaba para dejar caer un cúmulo de agua a presión, y su hermano de aire, una gran ventisca, el Quinto Elemental, Max Masters, los detuvo.

- Madre. Antes de continuar la Extinción, debemos hablar.

IV

España, Europa.

Como en todos los lugares donde se hacían presentes, los Elementales de Gaia detuvieron su actuar, dejando atónitos a los héroes que los trataban de detener. El caso de los héroes Europeos no era la excepción.

- Dios mío… - balbuceaba Toro Negro, que no podía creer el poder de la Elemental del Fuego.

- Pero si ella sobrevivió, ¿qué pasó con el Hombre de Fuego? – se preguntaba en voz alta Xzector.

La Elemental del Fuego miraba en dirección sur, y emprendía el viaje, dejando el volcán en plena erupción y la ciudad completamente en llamas. Cuando la Elemental se había alejado unos metros, Miracle subió a la cima del ahora volcán, y trató de divisar el cuerpo del Hombre de Fuego. Sobrevoló la zona en forma de halcón, encontrando un cuerpo magullado en las laderas interiores del cráter.

- ¡Está vivo! – gritó Miracle, mientras iba por Xzector, capaz de sacarlo de tan peligroso lugar.

Inmediatamente cuando ella usó sus poderes anti-gravitatorios, Justin despertó, preguntando a viva voz por su hermana.

- Se ha ido hacia el sur, no conozco su velocidad de vuelo, pero puede que aún la alcances, si te esfuerzas – respondió Booble.

La impaciencia del Hombre de Fuego no tardó en manifestarse, puesto que intensificó su forma ígnea y voló a toda velocidad en dirección sur, a pesar de sus heridas.


Zimbabwe, África.

El enfrentamiento entre el Elemental de la Tierra y Quasar sacaba chispas. Mientras los sismos paraban, y mientras el Elemental de la Tierra colisionaba con el héroe canadiense, todos los que presenciaban la pelea estaban atónitos. Nunca habían visto tanto poder reunido, tanto como para atacar, por parte de Quasar, como para resistir, por parte del enviado de Gaia.

- A ese chico le falta un poco de “pro-actividad” y sería el candidato al héroe del mes – comentó el Amo de los Espejos a Estrella Fugaz, que dejó escapar una carcajada en tal momento de tensión.

En ese instante el Elemental se detuvo, y miró directamente a los ojos a Quasar. Este descendió de los aires, y se quedó parado en medio del campo de batalla. El Elemental de la Tierra se hacía cada vez más grande, adjuntando a su cuerpo, más y más rocas.

- ¿Qué estás haciendo? – le preguntó Halcón Dorado a Quasar, que se quedó mirando a la imponente figura del Elemental.

- Dijo que su ataque seguiría luego – respondió Quasar.

- ¿Te lo dijo? – preguntó el miembro de Ultra Force.

- Si, lo dijo con todo su ser. Dejó de realizar movimientos agresivos. Volverá para pelear luego.

En eso, de la figura del Elemental brotaron unas piernas, y dio inicio a una caminata en sentido Oeste. Todos quedaron expectantes al siguiente movimiento del ahora gigante de Tierra y roca, pero este sólo avanzó hacia una dirección desconocida para los héroes.

- ¡Halcón Dorado! ¡Estrella Fugaz! – llamó el líder de Ultra Force – Síganlo. No lo pierdan ni un momento de vista. Quiero saber hacia donde va.

V

Los Centinelas que regresaron a la superficie no supieron qué hacer. El mismísimo Elemental del Cor se había opuesto a las órdenes de Gaia, su madre.

- ¿De qué quieres hablar, hijo mío? – preguntó la diosa, sorprendida por la interrupción.

- ¿Puedes oírlo? – le preguntó luego de un breve silencio

- ¿Oír qué? – preguntó Gaia, tratando de prestar atención a todos los sonidos del lugar.

- La Gran Sinfonía Cósmica, madre – respondió el Elemental del Cor, mientras se elevaba del piso y subía hasta estar al mismo nivel del rostro de Gaia.

- ¿La Gran Sinfonía Cósmica? ¿De qué estás hablando, hijo mío?

- Allá lejos, más allá del alcance de nuestros ojos, existen miles y millones de seres vivos, que componen una Sinfonía Cósmica. Y los seres humanos son parte de esta dulce y eterna tonada. El sonido que realizan cada corazón, alma y energía de los seres vivientes retumban por el espacio, creando y formando parte de una Sinfonía Cósmica. Cada nota, cada vida, en este inmenso universo, forma parte de esta Sinfonía, sin principio ni final.

- ¿Y qué quieres decir con esto, hijo mío? ¿Qué los humanos son parte de esta Sinfonía también?

- Por supuesto madre, son parte de ella, tal como los animales de este planeta, tanto como todos los seres vivientes de este mundo, y del universo entero. Cada nota cuenta, madre, cada instrumento es vital para llevar a cabo esta Sinfonía. Si nosotros eliminamos a todos los humanos de la faz de la tierra, estaríamos rompiendo con el ritmo de esta música. Todo tiene un tiempo y un lugar; si sacamos a la Humanidad de su lugar, romperíamos el equilibrio, debiendo remplazar esas notas por otras… y nosotros no tenemos el poder para hacer eso. ¿O si?

Todos quedaron maravillados. Los Centinelas miraban en todas direcciones, prestando atención a cada sonido, a cada nota de esta Sinfonía Cósmica. En ese momento llegó la Elemental del Fuego, y se integró al grupo de Elementales. El suelo retumbaba mientras que el Elemental de la Tierra se fusionaba con la montaña y quedaba inmóvil ante la presencia de los otros cuatro Elementales. El Hombre de Fuego no tardó en aparecer detrás de su hermana, y tampoco tardaron Halcón Dorado y Estrella Fugaz, enviados por el Amo de los Espejos.

- Ya que están todos mis Elementales reunidos ante mi, hijo… debo confesar que no me había detenido nunca a oír esta hermosa música. Ahora que lo mencionas, puedo escuchar y apreciar cada uno de los sonidos que describes, cada una de las notas.

- Creo que llegamos tarde a esto – comentó Estrella Fugaz a Halcón Dorado, que se detuvo a observar y trasmitir por conferencia las palabras de Gaia. Mientras, el Hombre de Fuego vio a los Centinelas abajo, reuniéndose con ellos.

- El placer que causa a mis oídos es grande, y teniendo en cuenta que la Humanidad es parte de este bello sonido, no puedo arrasar con todos ellos. Y no, no tenemos el poder necesario para remplazar a los humanos del lugar de donde están, en la Gran Sinfonía Cósmica.

Los corazones de los héroes presentes respiraron aliviados, al ver que el Elemental del Cor había logrado detener a su madre, Gaia, diosa y Madre Naturaleza.

- Ahora, hijo mío, me voy. Tus sinceras palabras me han hecho pensar en algo durante la eternidad. Has logrado un respiro más para los hombres… Pero tengan cuidado, seres humanos. Los he perdonado esta vez, pero no vuelvan a cometer los mismos errores… No estropeen lo que se les ha dado, no dañen el sonido de tan bella música.

En ese momento se elevó una figura llameante por sobre los cielos, y se instaló a un lado del Elemental del Cor. Era el Hombre de Fuego, que sin buscar mediadores, llamó a la Madre, Gaia.

- ¡Tú, Gaia, Madre Naturaleza! – invocó Justin, mientras buscaba la mirada de la diosa.

- ¿Quién eres tú, humano?

- Soy el Hombre de Fuego… soy, Justin Smith, y ¡quiero a mi hermana de vuelta!

VI

Las encolerizadas palabras del joven defensor dejaron a los presentes en silencio. Todos estaban celebrando en sus corazones la misericordia de Gaia, y ahora, el Hombre de Fuego, tal como se presentó, exigía que la diosa le devolviera a su hermana.

- ¿Tu hermana? – preguntó Gaia – Todas las mujeres de la tierra son tus hermanas, humano… ¿A cuál en particular quieres que te devuelva?

- A Julie, Gaia, a la ahora Elemental del Fuego.

- Me temo que será imposible, niño. Ella ahora es parte de algo superior, de un plan divino. Su lugar y tiempo es conmigo ahora.

- Pero ella es mi hermana, yo la quiero… la necesito – la pena en el ígneo rostro del Hombre de Fuego se hacía notar.

- No. La Elemental del Fuego es ahora eso, un Elemental. No hay nada que se pueda hacer para que regrese a tu lado.

- Madre… Pido una oportunidad para este muchacho – dijo el Elemental del Cor, que había guardado silencio desde la explicación de la Sinfonía Cósmica.

- No puedo hacerlo, y tú lo sabes. Si no, tendrías tu antigua vida de vuelta, como lo quiere tu corazón. Lo que si haré, será restaurar un poco este planeta. Ya que su extinción significa la interrupción de la gran Sinfonía, puedo hacer que la Sinfonía dure más tiempo.

Y así fue. Gaia, con todo su poder, y con la ayuda de los cinco Elementales, reunieron su energía para poder rescatar a los humanos del camino a su destrucción. Disolviendo los contaminantes del océano, restituyendo los bosques y selvas, limpiando la polución de los aires, y degradando completamente la basura del sub-suelo. Los Elementales emprendieron una danza al son de la Gran Sinfonía Cósmica, para poder restaurar la vida en este planeta, y todo floreció como en una repentina primavera, devolviendo a la Tierra fulgurantes colores, ya olvidados por los seres humanos.

Finalmente, Gaia habló.

- Mis hijos Elementales estarán entre ustedes, en todos lados, para que no vuelva a ocurrir una situación como ésta. Su poder será entregado a los elementos, para que ustedes los cuiden y los respeten. Eso es todo lo que puedo hacer para que la Sinfonía no pierda su son.

Los Elementales comenzaron a desaparecer uno por uno. Primero el del Cor, que se fundió con el brillo del sol. Luego, el del Agua, que se escabulló a un riachuelo cercano. La Tierra, que se desmoronó, para compenetrarse con el suelo. El Aire, que se esfumó con la brisa, y por último el Fuego. La Elemental del Fuego se acercó a Justin, su hermano en otra vida, quien estaba destrozado emocionalmente, y le habló.

- Fuiste muy valiente al encarar a Gaia, pero comprende, hermano, que sin sacrificios no podemos obtener lo que queremos, por muy elevadas o buenas que sean nuestras intenciones – Justin escuchaba con su corazón oprimido por la pena - … George estaría muy orgulloso de ti – escuchó el joven defensor, mientras que ella desaparecía con la brisa del trópico.

El sol de mediodía brilla más que nunca, el cantar de los pájaros es intenso y copioso, las flores brillan con sus colores en todo su esplendor, el sonido del chocar del agua y las rocas es claro, y en las mentes y corazones de todos se puede oír un compás, una melodía que llena de placer sus almas.


Fin.
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