11.4.09

Zudo #6

Cuando la Sangre Llama (3 de 3)
“Vendetta”
Historia: Zirijo.

I

New York, Estados Unidos.

- “Tres y media de la tarde. La zona ha sido víctima de una serie de misteriosas desapariciones. Entre estos se cuentan transeúntes nocturnos, y vagabundos que viven en callejones y bajo los puentes de la ciudad. Todos comparten un mismo patrón, ninguna pista, ningún rescate, nada que pueda indicar culpables o motivos. Una situación que nos espanta y nos llama a estar atentos ante esta oleada de desapariciones. Desde las calles de New York, informó Andrea García, para LTV”.

II

Tres días nos llevará llegar a Warren, desde La Junta, Colorado. El mismo tiempo que demoraríamos si fuéramos directamente a Chicago, donde nos espera el Conde Brown. Me causa un poco de gracia que estos tipos se hagan llamar como colores, y con títulos de nobleza, pero sea como se llamen a ellos mismos, son sujetos de temer. Mueven una cantidad increíble de recursos. Es fácil adivinarlo con sólo saber que tienen bases repartidas por todo Estados Unidos.

En mis manos porto un arma que es capaz de generar la energía que descarga un rayo al caer sobre la tierra. Un rayo… ¿para qué quieren un rayo estos sujetos? ¿De qué quieren defenderse? Mientras mis propios pensamientos me llevan a un mundo de especulación, Elena conduce un automóvil robado por la carretera hasta Warren, Arkansas. Allí es desde donde se supone que enviaron las notas que hicieron posible esta arma.

- Cometen un error en ir en contra de la Rosa de Colores – dice Hefestos, el hombre que trajo a la realidad esta arma tan poderosa.

- ¿Por qué dices eso? – le pregunta Elena.

- Porque si no se apegan al plan serán desechados, reemplazados por algún otro mensajero.

- No podrían con nosotros – le digo – Hemos acabado con personas más poderosas que ellos.

- No seas tan arrogante Zudo, no sabes de lo que son capaces.

- La mujer tiene razón al temer de la Rosa de Colores. Ellos te golpean donde más te duele, si es que no cumples con las misiones necesarias. Ellos podrían tener cautivo a tu padre.

Hefestos estaba sembrando la semilla de la duda. ¿Podrían ser mis mismos aliados, los captores de mi padre? ¿Mi padre trabaja para ellos? Mil preguntas rodean a la Rosa de Colores, todo es demasiado misterioso.

Mientras llegamos a La Junta, Elena se detiene para llenar el estanque de gasolina. Aún nos quedaban unos dólares de lo que nos había entregado el Barón en Las Vegas. Cuando partimos, una patrulla de policía nos sigue por la carretera. A unos minutos de haber salido de La Junta, la patrulla enciende las balizas, como señal para que nos detengamos.

- No podemos parar, llevamos este aparato – dice Hefestos - Nadie sabe que existe.

- Eso lo sabemos… así que tendremos que acelerar - Elena pisa el acelerador a fondo y comienza la persecución.

La patrulla no se detiene, y al parecer llama refuerzos. Adelantamos cada automóvil que se nos cruza por delante, evitando chocar de frente con los que venían por la vía contraria. Llegan de repente dos patrullas más de refuerzo, lo que nos pone más nerviosos. El vehículo, con la velocidad que llevaba, perdió el control, precipitándose en contra de un camión. Elena utiliza su energía oscura para atrapar el camión y envolverlo con su poder. Eso permite que nosotros podamos pasar por entre la bola de energía que envolvía al camión, hasta el otro lado, dejando al camión descubierto al pasarlo. Las patrullas no alcanzan a esquivarlo y chocan frontalmente contra el camión. Nos libramos de esa, pero no notamos que hay otro vehículo que nos está siguiendo. Cuando Elena se da cuenta, mira por el espejo, viendo que el sujeto que conducía apuntaba con una pistola. Dispara, y le da al espejo.

- A ese tipo lo conozco. Es un tirador profesional de la agencia.

Patrullas nos esperaban en medio del camino, utilizando sus automóviles de barrera.

- “Detengan el automóvil, o tendremos que usar la fuerza” – se escuchaba por los altoparlantes que utilizaban los oficiales.

- ¿Qué hacemos? – pregunta Elena – Atrás nos persigue Sight, y aquí delante de nosotros, la policía. Ninguno debe obtener el “Trueno de Zeus”.

- ¿No puedes hacer lo mismo que acabas de hacer? – le pregunto.

- No bajo este nivel de estrés – decía Elena, nerviosa por saber que nos perseguía el tal Sight.

- Genera una barrera sólida en frente. Golpearemos de lleno a los policías, mientras yo te cubro con mi escudo, del tirador que nos sigue.

Así lo hicimos. Me cambio al asiento de atrás y genero el escudo de mi brazo izquierdo, y Elena se concentra solamente en generar energía oscura sólida para pasar la barrera policíaca.

Los policías, al no saber de que se trataba, saltaron hacia los lados, evitando pérdidas humanas con la maniobra tan arriesgada que hicimos. Mientras el tirador nos seguía. Disparó una vez, pasando la bala por un espacio que dejaba el escudo en el vidrio trasero. Le dio al respaldo de mi asiento. Elena siguió acelerando, hasta que llegamos a la curva de una pendiente. El vehículo estaba fuera de control, y no podíamos reducir nuestra velocidad, eso significaba una muerte segura. El vehiculo salió disparado por los aires, dejando a nuestro perseguidor en la carretera.

III

- ¡Cómo que los perdiste! – preguntaba el General Smash por el teléfono - Sight, es tu jurisdicción, eres el mejor de todos, e incluso así los perdiste.

- Pero señor, se lanzaron desde un barranco a 85 millas por hora – respondió Sight, al otro lado de la línea.

- Aunque se hubieran lanzado al mismísimo infierno tendrías que haberlos traído hasta acá.

- Señor, fue una suerte que patrullara justo en la carretera a esas horas, y que haya interferido la señal policial.

- No hay excusas Sight, mi paciencia tiene su límite.

- Están muertos señor, yo los vi caer.

- Espero ver esos cadáveres Sight, sino, tendrás serios problemas.

IV

Siento como mi cabeza da vueltas, y comienzo a escuchar sonidos muy fuertes. Cuando abro los ojos, veo a Hefestos de espalda.

- ¿Dónde estamos? – pregunto, mientras me levanto para poder ver el lugar.

- Estamos vivos, niño. Esa “maniobra” que planeaste, casi nos mata, si es que Elena no hubiera seguido con el escudo de energía oscura en frente de nosotros.

- ¿Dónde está ella?

- Está bien, fue a buscar información de dónde estamos, y otro vehículo.

- No debió ir sola, es muy peligroso con ese tirador suelto.

- Me pidió específicamente que me quedara aquí contigo, estamos en un lugar seguro ahora.

El herrero tenía razón, estábamos en medio de la carretera, en un motel de mala muerte. Mientras nadie más supiera que estábamos aquí, nada podría pasar.
Me recupero, y voy por una taza de café. Aún me siento aturdido por la caída, pero debemos recuperarnos lo antes posible, para ir con mi padre, y terminar toda esta farsa que ha sido mi vida.

En eso, se abre la puerta muy rápidamente. Es Elena. Da un portazo y llega diciendo:

- De prisa, tomen sus cosas, creo que me vienen siguiendo… creo que es Sight.

- ¿Conseguiste otro vehículo? – le pregunto inmediatamente.

- Si, está afuera, encendido y listo para partir.

- Creo que lloverá – dice Hefestos, mientras mira el cielo desde la ventana de nuestra habitación.

- No seas descuidado Hefestos – le dice Elena – Cualquier error en nuestro trabajo por encubrirnos, sería fatal.

Mientras bajamos las escaleras, comienza la lluvia que había visto venir Hefestos. Mientras subíamos al automóvil, sentimos unas ráfagas que pasan por nuestros oídos. Elena se agacha, e identifica inmediatamente el sonido. Son balas.

V

- Al suelo, ¡ahora! – nos ordena mientras se refugia tras el vehículo que consiguió.

- ¿Desde dónde está disparando? - le pregunto, mientras obedezco su orden y lo busco con la mirada. Mi brazo izquierdo comienza a picar.

- Desde la entrada. Nos tiene acorralados – nos dice Elena. Comienza a concentrar energía oscura, mientras observa la entrada del motel fijamente.

Trato de mirar, pero me ordena mantener la cabeza abajo. Me siento inútil. La ira comienza a quemar mis venas, y me hace respirar mucho más agitado. Hefestos lo nota y me mira fijamente. Comienzo a levantarme de a poco, con el escudo protegiéndome.

- ¡Es a mí al que quieres, Sight, deja a estos dos en paz y me entregaré! – le grito, mientras me cubro con mi escudo.

- No seas estúpido, Zudo. Estamos en esto juntos, y vamos a salir de esto juntos – me dice Elena, que trata de convencerme para escapar.

- Estoy harto de huir, me entregaré y se acabará todo.

- No lo creas así muchacho, estos tipos no saben negociar de forma limpia – es Hefestos, esta vez, quien me trata de convencer.

- ¡Camina lentamente, Price! – grita Sight, desde la entrada del motel. La lluvia nos sigue mojando. Comienzan a verse relámpagos, y a sonar truenos - Baja ese escudo y acércate con las manos donde pueda verlas.

Camino lentamente hacia Sight, mientras subo mis manos para que él pueda verlas. La impotencia se mezcla con el enojo que siento por no poder hacer nada.

- Muy bien, Price. Ahora quiero que te arrodilles, y que pongas tus manos sobre tu nuca. – grita Sight.

Mientras Sight deja su automóvil y se acerca, para mi sorpresa, es Elena la que comienza el fuego cruzado, lanzando bolas de energía oscuro en contra del francotirador. Este, al ver las bolas de energía acercándose, calcula la ubicación de Elena en la oscura noche lluviosa. Pero un destello impide que pueda ver por unos segundos. ¿Es un relámpago? No… es un “Trueno de Zeus”, lanzado por Hefestos, desde el vehículo que nos serviría de escape. El Trueno da en el automóvil de Sight, obligándolo a saltar hacia un lado, e impidiendo que disparara a Elena. Corre en dirección a los demás automóviles estacionados del motel, mientras yo me cubría con el escudo para que no me pudiera disparar.

Pasan unos segundos, hasta que veo nuevamente el destello por sobre el escudo. Hefestos tiene acorralado a Sight, haciendo explotar cada uno de los automóviles que utilizaba para protegerse. El francotirador es muy ágil, así es que sigue escabulléndose entre los automóviles. La lluvia no para.

- ¡Detente ahora, lanzador de rayos! – se escucha la voz de Sight – Tengo a Shadow, si me disparas, ella muere inmediatamente.

Era verdad. Mientras se escabullía, Sight estaba dirigiéndose donde estaba escondida Elena. Por el sonido y la destrucción que generaban la máquina construida por Hefestos, Elena no se había movido de su escondite. Miro hacia donde venía la voz de Sight, y lo veo a él apuntando directamente a la cabeza de Elena. “Ese maldito, no le hará daño”, pienso, mientras que la impotencia desaparecía y sucumbía, presa de la ira. La ira me da poder. El poder suficiente como para correr como nunca antes lo había hecho. Voy a toda velocidad cuando salto en frente de él y cierro mi puño izquierdo, con el que sostengo mi escudo. Sight se ve sorprendido, y aprieta el gatillo, acertando en el pecho de Elena. Mis niveles de empatía son superados por la ira, la desesperación, la preocupación, y por último, la venganza.

- ¡¡¡NO!!! – es lo que mi mente puede articular, mientras estoy suspendido en el aire por unos segundos. Es suficiente para ver como Elena cae al piso con la herida de bala, y como para sentir ardor en mi mano. Ardor que se siente como fuego, ardor que se siente como metal que se abre paso por mi mano, y deja ver una espada. Muevo mi brazo en dirección a su cara, pero el acero es quien hace contacto primero. Mis ojos se llenan de lágrimas, al ver que una espada que sale de mi brazo izquierdo, atraviesa piel, carne, hueso, y además su cerebro.

Mis pies tocan el piso, mientras observo la horrible escena. La lluvia se detiene. Acabo de matar a alguien.


Fin...
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