28.2.09

Fuego #4

“Solo”
Historia: Rodrigo Roa.

I

Otro día de clases, pero este no es igual a los demás. Era peor. Durante varios minutos, Justin estuvo decidido a no levantarse ni ir a clases ese día, ni el siguiente… Ni ningún otro. El joven sentía que su vida estaba en la peor situación posible.

Se lamentaba, porque no había podido siquiera sepultar a su hermana como correspondía. Se lamentaba, porque no se había dado cuenta a tiempo de que tenía que crecer, y ahora debía hacerlo de golpe. Se lamentaba, porque al llegar a casa, no había nadie que le dijera una palabra de apoyo, o al menos un reproche. Se lamentaba, porque toda su vida se había convertido en un constante lamento. El dolor le abrumaba.

Pero hizo un esfuerzo. Si había algo que aún le quedaba, era el ejemplo de sus hermanos. Debía honrar su recuerdo, y hacer los mismos esfuerzos que ellos habían hecho cada día de su vida.

Por ello, se levantó y se fue a clases. La casa parecía más grande, y el silencio lo desesperaba, así que prefirió salir rápido. Camino rápido, pero sin levantar la vista. Llegó a la Universidad, entró a su salón, escuchó la clase, y luego se fue, sin hablar con nadie. Ni siquiera abrió su boca en todo ese día.

Cuando Justin Smith volvió a su casa por la tarde, cerró sus ojos, y lloró durante horas.

II

Ya habían pasado tres días desde la última vez que vio a su hermana. No tenía miedo de Espuma, porque sabía que no la pasaría bien con Escorpión. Y eso los mantendría ocupados a ambos.

Pensó en los demás enemigos del pasado de él y sus hermanos. Firice había desaparecido tras su último combate, y hace años que no sabía nada de ella, no era una preocupación por ahora. Erdol era más bien un enemigo reciente, y él y la Iglesia de Logos estaban creciendo peligrosamente en influencia, así que debería ocuparse de ellos en algún momento. Pero no era una buena idea, por ahora, ya que no habían hecho nada erróneo, y tenían el favor de la gente.

El Hombre de Agua fue el siguiente en su mente. ¿Qué había sido de él? No lo veía desde antes de la Última Guerra… y eso le preocupaba. Siempre había sido el rival más grande de la Familia de Fuego, y su historial era bastante. Lo que había pasado entre él y su hermano los había puesto en situaciones donde el odio era infinito, pero luego también habían purgado sus rencillas, por momentos. Sin embargo, aunque había pasado de todo, nunca nada de eso había sido bueno. ¿Dónde estaría él ahora?

En esto pensaba cuando caminaba hacia un nuevo día de Universidad. Había pasado varias horas de los días previos lamentándose y derramando lágrimas. Si bien, era lo que necesitaba, sabía que eso no era crecer. Ya era hora de volver a su vida. Su propia vida.

Hizo otro esfuerzo, y se propuso volver a la “normalidad”. Ese día pretendía volver a hablar con alguien, para no olvidar como se hacía. Caminaba un poco más lento, para preparar su ánimo, y para volver a tomarle el gusto a la cotidianeidad.

De pronto, mientras pasaba por una calle donde no transitaba mucha gente, sintió un ruido en el suelo. Como caminaba lento y ponía atención a todo, lo notó, se detuvo y miró. De las alcantarillas saltaban gotas de agua, pero de abajo hacia arriba. Eran varias, y cada vez más seguidas. Cuatro figuras se formaron a su alrededor, y todas estaban hechas completamente de agua.

III

- ¿Qué quieren? – dijo Justin, con furia, aunque asustado.

Las cuatro figuras de agua lo miraban fijamente. Cada uno de ellos era muy similar a su viejo enemigo, el Hombre de Agua, pero parecían ser distintas “versiones” del mismo individuo. Justin sabía algo al respecto, ya que en una ocasión había oído de boca de su propio enemigo, que habían más como él en el lugar desde donde venía.

- ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren? – volvió a preguntar el joven defensor, mientras cambiaba a su forma ígnea, transformándose en el Hombre de Fuego.

- Tranquilo. Conocemos tu historial, Hombre de Fuego, y sabemos que eres el último de tus hermanos. También conocemos tu… relación… con el que ustedes llaman “Hombre de Agua” – le respondió uno de ellos.

Justin se sorprendió por todo lo que sabían estos “tipos de agua”, así que los siguió interrogando.

- ¿Y cuál es su relación con el Hombre de Agua? ¿Qué quieren de mí?

- Hemos venido en son de paz. No queremos enfrentarte, a menos que tú actúes de modo hostil – el “tipo de agua” hizo una pausa, esperando que el Hombre de Fuego tuviese una actitud más pasiva. Una vez que la tuvo, prosiguió – Hemos venido… a pedir tu ayuda.

IV

- Los Hombres de Agua somos miembros del Escuadrón de Operativos Especiales de la Atlántida, una fuerza ultra secreta, enviada a la superficie en una misión ofensiva que, por distintos motivos, ha… cambiado.

Justin nunca había escuchado esto antes. Pero tenía pleno sentido. Para él y sus hermanos, la Familia de Agua eran sólo un trío de habitantes hostiles de la Atlántida que habían subido a causar el caos. Pero no sabía que recibían órdenes, y menos que fueran todo un “Escuadrón Secreto”. ¿Significaría eso problemas?

- Los tres agentes que ustedes enfrentaron, a los que llamaban la “Familia de Agua”, eran la fuerza de avanzada de nuestro Escuadrón – dijo el atlante - Y al… eliminar… a dos de ellos, el llamado “Hombre de Agua” fue nuestra última esperanza… Pero ahora…

A Justin no le gustó escuchar esa parte de la historia. Su hermano mayor se culpó hasta el final por acabar con la vida de los hermanos del Hombre de Agua. Pero al joven defensor le llamó más la atención el “pero”, al final de la frase.

- El Hombre de Agua, nuestro último agente, ha desaparecido – dijo con preocupación el atlante – Y necesitamos que nos ayudes a encontrarlo.

- ¿Por qué yo? – preguntó Justin, aún desconfiado - ¿Y por qué habría de ayudarlos?

- Sólo tú y tus hermanos han podido igualar y superar a nuestros agentes. Por eso, confiamos en tus capacidades, como el último de tu familia… Y acerca de la motivación… Si nos ayudas a encontrarlo, podemos garantizarte una tregua indefinida entre nuestro Escuadrón y la superficie… Una tregua que empieza por no cruzar nuestro camino contigo, nunca más.

La propuesta llamó profundamente la atención al Hombre de Fuego. ¿Podría al fin liberarse de su viejo enemigo, y también de éstos “Hombres de Agua”? Sin confiar demasiado en ellos, aún le pareció una buena forma de ponerse en acción, y en su defecto, enfrentar por última vez al más grande de los enemigos de su familia. Lo pensó un instante, y decidió.

- Muy bien chicos… Díganme lo que saben – respondió.

V

Después de oír todas las pistas que manejaban los Hombres de Agua, acerca del posible paradero de su último agente, y de asistir a otro monótono día de clases, en la Universidad, el Hombre de Fuego voló a su casa, para preparar la búsqueda. Confiaba en sus capacidades detectivescas, aprendidas de su hermano George.

Justin sabía que podía ser una trampa. Sabía que tenía tanto por perder como lo que tenía por ganar. Pero decidió tomar el riesgo. Estaba motivado, y como defensor, sentía que era lo que debía hacer.

Mal que mal, se jugaba dos opciones: o sacaba de su vida al Hombre de Agua, y lo alejaba indefinidamente de la superficie; o se enfrentaba a él por última vez, con las consecuencias que ello tuviera.

Así comenzó la nueva misión del nuevo Hombre de Fuego. Estaba solo, pero aún luchaba. Y buscar a su enemigo era una forma de homenajear la memoria de sus hermanos... fuese cual fuese el resultado…


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