10.1.09

Fuego #2

“Derecho de Propiedad” (Parte 2 de 3)
Historia: Rodrigo Roa.

I

Aún salía humo del lugar de la explosión, cuando los Hermanos de Fuego llegaron. No había ningún rastro de Espuma, a excepción de unos restos de ese material que se veían en una rejilla de la calle que conducía hacia las alcantarillas. Pero lo que más preocupaba a los defensores, era lo que había pasado allí antes. ¿Habría alguien atrapado allí? ¿Dónde estaba Escorpión? Sólo una gran pila de concreto se dejaba ver hacia la superficie.

La Mujer de Fuego se acercó al lugar, lentamente, cuidando de que el peligro hubiese pasado por completo. El humo comenzó a cesar, y no se oía ningún grito de dolor, por lo que todo se sentía en calma, aunque no tenía la certeza de que así fuera.

La defensora estaba a unos metros de la pila de escombros, cuando de pronto, algo se movió. Pero en los segundos que ambos hermanos tardaron en agudizar la vista, los escombros comenzaron a derrumbarse, y una figura parecía abrirse paso a través de ellos. Poco a poco, se fue asomando la silueta de un cuerpo grande, macizo. Una vez que tuvo libre gran parte del tronco y los brazos, con un rápido movimiento que estaba lleno de furia, apartó el resto de los trozos de concreto, lanzándolos a gran distancia.

Lo que veían los Hermanos de Fuego era una imagen sorprendente, tanto por la imponencia, como por lo inesperado. Frente a ellos, saliendo de los escombros, se encontraba su antiguo enemigo, Escorpión… pero no era exactamente el Escorpión que ellos conocían. Su piel y su forma eran diferentes… más duras, más agrestes. Su “nueva” apariencia era aún más grande e impresionante de lo que ya era antes.

Escorpión los miró con una mirada furiosa, y emitió un leve sonido, similar a un gruñido. Pero casi de inmediato, mirando hacia el cielo, gritó. Levantando los brazos, gritó con una fuerza inusitada, que provocó un escalofrío en los defensores, y que se escuchó desde muy lejos. Era un grito de verdadera furia, sin ningún filtro ni límite, un grito puro de ira y odio.

Los defensores agradecieron el momento en que se hizo el silencio una vez más. Observaron con detención el cuerpo de Escorpión, y vieron como se había transformado en un verdadero monstruo de concreto, aún más rudo y fuerte que antes. La Mujer de Fuego trató de razonar con él.

- Escorpión… no sé lo que te pasó… pero si fue Espuma, podemos ayudarte… tratar de encontrar algo… - pero no alcanzó a terminar de hablar.

En ese momento, Escorpión dio un gran salto en dirección al edificio de enfrente. Como ambos defensores estaban en su camino, con uno de sus brazos tomó por la cintura a la Mujer de Fuego y la arrojó hacia el suelo, mientras unos segundos después, golpeó con fuerza al Hombre de Fuego, y lo dejó incrustado en otro de los edificios del lugar. Escorpión alcanzó el edificio, y luego saltó nuevamente, para alejarse lo suficiente, y poco después, desaparecer de la vista de los héroes.

II

Los defensores tardaron un momento en reponerse. Los golpes de Escorpión también habían crecido en fuerza, y el ataque por sorpresa los había hecho recibirlos sin preparación.

- Ese tipo golpea aún más fuerte ahora, hermana – comentó Justin.

- Está hecho de concreto… literalmente… - dijo Julie – Pero aún así, no pierde su velocidad. Es un guerrero de temer…

- ¿Qué habrá sucedido entre él y Espuma? – preguntó el más joven de los hermanos.

- No lo sé, Justin, pero Escorpión no se veía feliz… para nada. ¿Qué hará ahora?

- Lo que sea que haya pasado aquí, hermana… si tiene que ver con Espuma… no será nada bueno. Será mejor que lo encontremos.

Ambos defensores se dirigieron volando hasta su casa. Necesitaban tomarse la situación con calma, y pensar muy bien los siguientes pasos.

Una vez allí, y apenas llegaron, Justin corrió hacia la vieja oficina de su hermano. Julie lo miró con curiosidad, pero no le dio mayor importancia. Por su parte, ella siguió ordenando su casa, y se tomó unos minutos para descansar y pensar en lo que harían.

Pero en las horas que pasaron en todo esto, Justin no salió del despacho. Julie, que sabía de la importancia de atrapar a Espuma, no quería apresurarse. Cuando estuvo lista, fue a buscar a su hermano menor, y lo encontró lleno de libros y documentos, que eran propiedad de George.

- ¿Qué haces, Justin? Esas son las cosas de George…

- Lo sé, hermana. Por eso vine a su despacho. Si queremos atrapar a Espuma, debemos investigar, tal como lo haría nuestro hermano. Por eso estoy leyendo esto, para pensar como él lo haría… Así lo conseguiremos, ¡siguiendo lo que haría nuestro hermano! Él investigaría, y después…

Julie lo miró con preocupación, pero cómo seguía hablando, su actitud cambió, y no pudo evitar molestarse con Justin.

- Justin… por favor… Justin, ¡ya basta!

III

- ¿Por qué te pones así hermana?

- No puedo creer que no puedas despegarte de la imagen de George… ¡debes superarlo, Justin! – dijo ella, irritada.

- Pero, Julie…

- No, Justin… Entiéndelo. George se ha ido. No sabemos si alguna vez regresará, pero no podemos depender de eso. Tú y yo tenemos una vida propia, y tenemos que dejar de vivir a su sombra.

- Hablas como si no fuese a volver nunca más… - dijo el joven.

- No sé si lo hará, Justin… Pero debemos saber vivir sin él…

- Hermana… no podemos olvidar a George así nada más… y seguir su ejemplo nos ayudará a vivir como una familia, lo sabes – respondió Justin.

- Justin… no se trata de olvidarlo. Pero una cosa es recordarlo, y otra tratar de hacer lo mismo que él… Por supuesto que su ejemplo debe servirnos, porque fue una gran persona y un gran héroe… ¡Pero nosotros no somos él! ¡Tú no eres él!

- Pero a veces quisiera serlo… - dijo el joven, apesadumbrado.

- Justin… por favor… supéralo. George ya no está con nosotros. Debes aprender a valerte por ti mismo, a vivir sin depender de él… o incluso, a vivir sin depender de mí. No siempre tendrás a alguien a tu lado… la vida cambia, hermano… Justin… ahora tú eres el “Hombre” de Fuego… compórtate como tal.

Al escuchar esto, Justin se sintió mal. Pero más le afectó cuando notó que Julie también estaba emocionada. Su voz casi se había quebrado cuando terminó la última frase, pero antes de que Justin la viese, dejó el cuarto. Justin tomó los libros y papeles que tenía en sus manos, y los dejó sobre la mesa, y se sentó un instante, pero a reflexionar.

A muchos kilómetros de allí, Escorpión también reflexionaba. Sentado bajo un árbol, a las afueras de Northcrem, miraba su “nuevo cuerpo”, y cada vez que lo hacía su corazón latía más fuerte, de rabia. No estaba dispuesto a quedarse así, y menos, a dejar que Espuma se saliera con la suya. Se levantó, dejó de pensar, y decidió darle una paliza que nunca olvidara. Así todos aprenderían que nadie se mete con Escorpión, a menos que sea digno de hacerlo.

IV

Justin decidió no recriminarse más, y comenzar a actuar. Se transformó a su forma ígnea, y se dirigió volando al lugar que le pareció más adecuado para investigar: una tienda de químicos. Allí, preguntaría por las ventas recientes, y trataría de ubicar a Espuma, fuera como fuera.

Una vez que llegó, cambió a su forma humana, entró como si fuera cualquier cliente, y comenzó a preguntarle al dependiente acerca de su clientela reciente.

- Dígame, señor – preguntó amablemente – ¿No ha visto últimamente usted a algún cliente sospechoso, o fuera de lo común?

- Eh… no sé quién sea usted – le respondió el hombre – Pero no le revelo información de mis clientes a nadie.

- ¿Ni siquiera a la policía?

- Tú no eres policía… Apenas eres un chiquillo, no podrías ser policía – le respondió irónicamente el vendedor.

- Pues, entonces… Le pediré amablemente por última vez que colabore conmigo. ¿Lo hará?

- No. A nadie – repitió el hombre.

Justin se irritó, porque se sintió menospreciado. Era como si no valiese de nada, tan sólo por ser “un chiquillo”. Jamás pensó en que quizás lo estaba haciendo mal. Así que decidió ser radical. Tomó al hombre de su ropa, lo acercó a él, y lo miró a los ojos con furia.

- Muy bien – dijo, tomando su forma ígnea – Supongo que ahora si me dirás todo lo que quiera saber.

V

Quizás asustar a la gente no es la mejor forma de descubrir cosas, Justin”, se decía a sí mismo el joven defensor. No le había quedado otra opción, sin embargo. A pesar de ver la cara de miedo del vendedor de esa tienda, no se detuvo hasta descubrir la gran venta de químicos y explosivos que había hecho días atrás, a un tal “Jason Shore”.

A través de esta información, y usando los métodos de su hermano mayor, Justin había logrado encontrar un sospechoso galpón abandonado, ubicado muy cerca del barrio comercial de Northcrem. Estaba atardeciendo, y en pocas horas, ya no habría luz natural. Primero, observó el lugar desde la distancia, y se aseguró de que no hubiese nadie ni nada peligroso cerca. Luego, caminando precavidamente, como si fuera cualquier transeúnte, se dirigió al galpón, y entró sigilosamente.

Adentro, todo estaba oscuro, y no encontró ni una sola luz. Por lo tanto, optó por la solución fácil: iluminar encendiendo uno de sus propios dedos. Comenzó a recorrer el galpón con la tenue luz del fuego de su dedo, y a mirar en todas direcciones, por si algo no encajaba… había algo ahí que le hacía sospechar de lo que estaba haciendo. ¿Habría cometido algún error?

De pronto, se encendió una luz en una de las paredes. Justin se giró para mirar lo que ocurría, y vio que a algunos metros de él, había un montón de barriles junto a la pared. Se acercó para ver mejor, y notó que eran barriles de materiales químicos y pólvora. Pero se sorprendió aún más cuando notó que esos barriles estaban alrededor de todas las paredes de ese galpón. De inmediato se alarmó, porque la luz se había encendido sola, y esos barriles estaban ubicados con una disposición demasiado sospechosa. Pero la duda se acabó casi de inmediato, cuando escuchó una voz que venía desde un rincón del lugar.

- Te tengo justo donde te quería, mocoso. ¡Aprenderás que ustedes me pertenecen!

Segundos más tarde, Espuma presionó un botón, y todos los barriles del lugar estallaron, haciendo volar por los aires el galpón y todo lo que le rodeaba. El Hombre de Fuego no logró salir de allí a tiempo.

Justo en ese momento, llegaba la Mujer de Fuego, que había seguido la pista a su hermano menor, preocupada por lo que estaba haciendo. Pero llegó sólo para presenciar la explosión que provocó una inmensa llamarada, y que trozos de madera y metal volaran por los aires. Julie tuvo miedo de inmediato, y sin atinar a nada, vio como se iniciaba un gigantesco incendio en los alrededores, pero por sobre todo, no vio salir a su hermano. Y con un grito seco, y lleno de desesperación, lo llamó, una y otra vez.

- ¡¡Justin!! ¡¡Justin!!


Continúa...
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