14.1.09

Animal #2

“Uno más de la especie” (Parte 1 de 4)
Historia: Zirijo.

I

Va casi un mes desde que desperté de la maldición en la que estaba. Todavía hay humanos por los que vale la pena luchar.

El mundo está cada vez más oscuro, es la sombra de los hombres la que tapa el regalo de luz que nos da el sol, y mata lentamente el lugar donde viven.

El graznido de las aves es relajante, el sonido de las olas del mar calma, en cierto modo. El dolor que me trasmite cada centímetro de ser viviente en este mundo, es soportable con solo poder ver este paisaje, la maravilla que tenemos por planeta.

Un ruido. Escucho atento todo lo que la madre naturaleza me dice. Uno de los hermanos árboles ha caído nuevamente. Para la ley de los hombres esa es una zona legal de ser asesinada. Por mi mente pasan mil y un cosas, pero recuerdo la cara de ese ser humano que me hizo volver, ese que valía por millones, ese que me dio forma y propósito. Salvar a los hombres de sí mismos.

Quejido tras quejido de la madre tierra pasan por mis oídos, todos perfectamente legales para la codicia humana. Azotes, abusos, laceraciones, insultos, privaciones son hechas a la más hermosa de las creaciones, solo por que eso da más dinero que tratar de cuidarlas, respetarlas, amarlas.

Siguen los quejidos, pero uno, uno en particular me llama la atención. Es el más cruento de todos. Chillidos de bestias, vienen de lo profundo de las selvas de África. Me concentro y trato de buscar la forma de cómo llegar allá.

Recorro lo ancho de la costa del Amazonas, mi hogar hasta el momento, para poder ver si puedo llegar al otro lado del océano. Corro, corro sin tregua, pero nada, ninguna idea se viene a la cabeza, hasta que veo a un anciano en una de las playas de Alagoas. Lo distingo bien porque está en la playa, observando el horizonte. Tiene aspecto de nativo, pues no lleva puestas ropas “comunes”. Me deslizo por entre las plantaciones de cocos, y los pequeños bosques que quedan en la zona, y llego a su lado. Le hablo, esperando que no se asuste. Tengo la certeza de que no lo hará.

- No te preocupes espíritu. Siento tu angustia, yo también puedo escuchar los gritos del otro lado del mar. Son fuertes, te llaman para que los rescates. El paso de los tiempos me ha dejado sin poder ver, pero me ha dado a cambio sabiduría y el poder de escuchar a la madre de todas las madres. Pide tu ayuda – me dice el hombre antes de que yo pueda decir algo.

- ¿Cómo puedo llegar al otro lado? – le pregunto, buscando respuesta en su sabiduría y conocimiento.

- Este lugar tiene algo muy especial, por eso fuimos conducidos a venir aquí – me dice, recogiendo un poco de arena del suelo - En este lugar hay una especie de portal que une a todos los mundos. Aquí fue donde llegaron lo primeros hombres blancos desde su mundo. Aquí es donde está la respuesta a tu pregunta - dejando caer la arena, el viento sopla, levantándola y haciéndola brillar – “Espíritu de la selva, vuelve a ser uno con este mundo y con los otros, deslízate con el viento de los tiempos y llega a donde nadie a podido llegar sin moverse. Viaja a través de los canales intra-mundanos, transportando tu esencia a los lugares más remotos que la madre Gaia conozca. Elévate, y llega a la copa del árbol del equilibrio cósmico. Sé uno y parte de, todo lo que nos rodea”.

Al decir estas palabras siento al anciano dentro de mi cabeza, hablándome, dirigiendo mis pensamientos. Escucho nuevamente los gritos del otro lado del océano y lleno mi corazón con la idea de llegar al otro lado. De un momento a otro la arena me envuelve y mi cuerpo es uno con el viento, el mar, el sol y la tierra. De un momento a otro estoy al otro lado del mar, en las playas frente a la selva del Congo.

Olfateo, miro y escucho nuevamente las llamadas de auxilio de la madre naturaleza. Estoy listo. Me pongo en marcha.

II

Kenia, África.

- ¡Vamos, tropa de vagos, no ven que ya está anocheciendo y no llevan ni la mitad de la carga! - les grita a una muchedumbre de personas, hombres, mujeres, y niños, que trasportan material químico - Cada minuto perdido es un centavo menos.

El terrateniente sigue con la vigilancia al sector, y mira que nadie se escape o que no haya revueltas. Desde una torre de vigilancia, un empresario muy bien vestido, Tom Black, conocido en el mercado negro estadounidense, como “Toxik”, mira como sigue su negocio de desperdicios en África.

- Walter, este es el mejor negocio que pude haber hecho - le dice Black a su compañero de negocios, Walter McLander.

- Es verdad, Toxik. Las cosas se estaban poniendo feas en New York, estas políticas ambientales nos tienen hasta el cuello, todos están buscando la forma de desligarse de empresarios como nosotros, quienes nos deshacemos de su basura todo este tiempo.

- Ahora nos desconocen y nuestro negocio se viene abajo – dice Toxik, con lástima –Pero eso ya es pasado. Después de terminar este trabajo tengo una oferta de Rusia, para deshacernos de su basura nuclear… de hecho, en este cargamento tenemos unos barriles de adelanto, para ver si podíamos traerlos, y burlar la seguridad. Todo está pagado, desde luego.

Mientras, unos ojos observan fijamente desde las sombras de la selva a la torre de vigilancia. El desprecio y la lástima hacia los hombres que juegan con las tierras, que han pertenecido a su gente desde antes que el tiempo existiera, se apoderan del rostro de este vigilante misterioso.

III

Todos mis sentidos están excitados. Jamás antes había estado tan conectado con el ambiente. La riqueza de estas tierras está por sobre todo lo entendible… no me extraña que de aquí haya nacido el hombre. Cientos de conocimientos ancestrales habitan estas selvas. Desde luego que desde este lugar se pudo robar la flama a los dioses, la flama que le dio el conocimiento a los hombres. Pero algo anda mal. Los árboles sufren, la tierra sufre.

- Detente merodeador - escucho entre mis pensamientos - Te hemos llamado para que nos ayudes a sacar de estas tierras a nuestros enemigos, y a los enemigos de la tierra.

Me sorprendo.

- ¿Quién eres tú? - pregunto sorprendido al aire - ¿Por qué me has llamado a mi?

Nuevamente mis pensamientos son violados.

– Supimos que volviste del mundo de los espíritus, y queríamos… no... En realidad, necesitábamos tu ayuda. Un tipo llamado “Toxik” está infestando de veneno las tierras de nuestros antepasados. Ellos no saben que si siguen enfureciendo a la madre, esta se revelará algún día. Queremos que nos ayudes a detenerlo. Tenemos un campeón que puede ofrecerte ayuda y guía en estas laberínticas selvas. Su nombre es Ubamba, hijo de los hechiceros, y ungido con los poderes de la tierra. Es el único capaz de ayudarte. Nosotros ya estamos viejos, somos ancianos y los anteriores protectores de estas tierras, ya no podemos hacer nada. El ciclo sigue y nuevos campeones deben tomar nuestro lugar. Lo último que podemos hacer es contactarte y dirigirte hacia la raíz del problema, hacia la codicia de ese hombre…

“Toxik”… su nombre da vueltas por mi cabeza… me recuerda a uno de mis antiguos enemigos, pero no he sabido nada de él hace mucho tiempo. Espero que sea sólo un alcance de nombre… sino, sería una gran dificultad adicional.

IV

- Todo listo señor, seguiremos mañana por la mañana. Ya sólo quedan los barriles rusos - se cuadra un capataz ante Toxik, amo y señor del negocio.

- Muy bien, vayan a dejar a estos tipos a sus casas – responde Toxik desde su silla - Mañana los recogeremos antes del amanecer, para que terminen durante el día. No creo que pueda aguantar un día más en este lugar. Ahora vete, debo solucionar unos asuntos en privado – le ordena a su capataz.

- Si señor – se despide y sale de la oficina panóptica.

- País de mierda… no tienen un “Nash Burger” cerca – exclama Tom, enciende la pantalla de su computador y comienza el teatro al que está acostumbrado.

- Los rusos pagan muy bien por deshacernos de su mugre – dice, hablándole a una pantalla - Pero si ustedes doblan la oferta, podemos hacer algunos negocios, caballeros.

- Sabes muy bien que el dinero que te puedan ofrecer ellos no es nada en comparación con lo que te podemos dar nosotros. Necesitamos esos residuos nucleares en Estados Unidos. Llevamos un buen tiempo experimentado con residuos nucleares, pero se nos agotan rápidamente, por lo que necesitamos la “basura” de nuestros enemigos - se escucha del otro lado de la pantalla.

- Muy bien… no hay nada que no haría por mi país…. Mañana estaremos transportando los barriles. El barco zarpa en dos días más, tenemos suficiente tiempo para llevarnos esas cosas de aquí hasta el muelle de Luanda.

- Excelente, Toxik. Así me gusta hacer negocios. El barco tiene una inscripción en la proa, es una L un tanto extraña, pero, podrás reconocerla inmediatamente.

- Perfecto. Está todo acordado entonces. Cambio y fuera.

Mientras dice estas palabras, sonriendo, Tom Black se dirige a su mini-bar. Sirve un vaso con hielo y le agrega Whisky, como acostumbraba.

- Un final perfecto para cerrar un negocio.

V

- Te estaba esperando, ánima de la naturaleza.

Escucho la bienvenida de este hombre en una cálida noche africana, mientras me acerco a un lugar seguro para observar el terreno.

- Tú debes ser Ubamba. Tus maestros me habaron de ti, mientras venia hasta aquí. Es donde se sienten más fuerte los lamentos - contesto - … y mi nombre es Animal.

- Muy bien, Animal, si así es como quieres que te nombre. Este es el lugar donde dejan los desperdicios que traen de tierras lejanas. Aquí traen a los hijos de esta tierra para que descarguen los camiones, y es donde, desde esa torre de vigilancia, son observados por Toxik, donde tiene su oficina - me relata Ubamba, mientras rodeamos el lugar en forma de reconocimiento - Creo que mis maestros y ancestros ya te hablaron de él.

- Si, lo hicieron de una forma muy particular. Han estudiado muy bien al enemigo, y esa es información muy valiosa.

- Llevo semanas haciendo de vigía en este lugar, conozco los turnos y los horarios. Sólo esperaba a los refuerzos.

- Bien, entonces entremos. Son sólo unos cuantos guardias, ya me he enfrentado a situaciones así - le dije, para que se tranquilizara. Se nota un poco nervioso.

-Toxik es un empresario muy poderoso, no sabes lo que es capaz de comprar con su fortuna. Además, él no está aquí en este momento, solo encontraríamos a unos cuantos guardias. Mañana por la mañana será el último día en que estén aquí, será el momento indicado.

- Perfecto, entonces. Mañana por la mañana entraremos, mientras cuéntame cuales son los lugares donde almacenan esa porquería, y los cambios de turnos, hay que entrar donde Toxik primero, él es nuestra prioridad máxima.

VI

Ya es de mañana. Los aromas y sonidos de la sabana africana son interrumpidos por motores de camiones, y su humo tóxico.

- Cuando el sol esté dos dedos sobre las montañas, será hora de cambio de turno y se nos hará más fácil llegar donde Toxik sin hacer demasiado ruido – me cuenta Ubamba, quien estaba despierto hace horas antes, meditando y preparándose para la misión.

- Entonces sólo hay que esperar.

Calculo que cuando el sol esté en la posición en la que describe Ubamba, serían las 9 de la mañana, tres horas después del amanecer. Todo está sincronizado para que sea como una cacería, lo más importante no es el proceso, sino que el momento justo en el que comienza la carrera, es lo único que podemos controlar, como cazadores, por lo que esperar hasta el momento adecuado es la clave del éxito.

- Esto no me gusta, Animal. Algo anda mal. Los camiones con trabajadores llegaron, pero no han descargado nada, los camiones están estacionados ahí, sin hacer nada…

- Esperan algo, como nosotros. Están todos reunidos… cambiaron de plan, hacen algo nuevo… tenemos que entrar de inmediato, sino se podrían dispersar y podríamos perder la oportunidad de atrapar a ese criminal.

- Entonces tendremos que poner en marcha el plan B, Animal.

Lo miro con algo de complicidad. No hablamos nunca de un plan B, por lo que el plan B se refiere a…

VII

- ¡Señor! ¡Estamos siendo atacados!

Tom Black puede escuchar los gritos de miedo de los trabajadores desde su torre de vigilancia. Estaba tan ocupado llenando papeles, que olvidó las grandes ventanas que le permiten ver al campo de depósitos. No pudo ver venir la amenaza. Se dirigió inmediatamente hacia ellas, y pudo ver el tamaño del desastre. Camiones explotando, gente corriendo, y una tropa de soldados alrededor de una bestia de más de dos metros (o sea, yo), con un sujeto vestido casi con harapos. Los soldados comenzaron el ataque con sus bastones eléctricos, mientras que los vigías de las torres disparaban desde distancia.
Ubamba levantó un muro de tierra entre los soldados en tierra y los guardias de las torres, para evitar que pudieran disparar. Mientras, me enfrento cuerpo a cuerpo con los soldados. Unos cuantos manotazos son suficientes para dejarlos inconcientes.

- Animal, sube a la torre de vigilancia. Yo mantendré la distracción, allá arriba mis poderes no son muy efectivos – me dice Ubamba.

- Pero no te puedo dejar aquí, estos tipos son peligrosos.

- Yo soy más peligroso cuando me enojo.

Ubamba, con una sonrisa, abre una puerta en el muro que había levantado, para que pueda salir, mientras estacas sin punta, todas de tierra por supuesto, golpeaban los estómagos de los soldados-guardias.

Subo a la torre, encaramándome y saltando entre los muros de las construcciones vecinas, y algunos techos. Salto con la precisión justa para llegar a la ventana inmensa que da a las espaldas del escritorio de Toxik. Entro rompiendo el vidrio, y me apoyo en el escritorio.

- Tus días como repartidor de basura terminaron, Toxik. Ríndete, si es que no quieres recibir la furia de lo que has contribuido a destruir.

Tom Black queda blanco al ver a esta cosa que le habla. Pero la sorpresa no basta para detener a un hombre como Toxik.

- No creas que no pensé en ustedes, freaks… Me esperaba que algunos como ustedes vinieran a detenerme, pero no se la van a llevar fácil tratando de detenerme… no es así, Pershing.

Toxik presiona el botón para abrir la puerta, y aparece la figura de un hombre, muy alto, pero que al salir a la luz de la sala, se ve que su rostro es de acero. Sus ojos son de color rojo, y cada parte visible de su cuerpo está hecha de metal.

- Sí, señor. Tal como lo predijo - contesta la máquina.


Continúa...
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