10.7.08

Familia de Fuego: Brand New Start

Historia: RXM


I

            La fogata era exactamente lo mejor que ellos pudieron haber pedido. No todos eran tan afortunados, y cualquier fuente de calor era bienvenida ante el frío de las noches de la ciudad. Un grupo de vagabundos rodeaban la fogata, y miraban hacia el cielo, despidiendo a quienes la habían encendido.

            —¡Gracias! –exclamaban, mirando cómo dos figuras ígneas se alejaban, elevándose.

            La Familia de Fuego estuvo compuesta siempre de tres miembros, pero hoy sólo dos de ellos existían en este mundo. La Mujer y el Joven de Fuego se elevaban tras encender una gran fogata para que aquellos menos afortunados tuviesen donde calentarse.

            —¡Pídannos lo que necesiten! —respondió la Mujer de Fuego, la mayor de la Familia, ahora que George, el Hombre de Fuego, no estaba con ellos. Mientras, volaban rumbo a su hogar en la ciudad de Northcrem, al norte de Angalil.

            Justin, el menor de los hermanos Smith, era quién más se preguntaba por George. Lo extrañaba, necesitaba sus consejos, ya que era el más experimentado, y Justin no podía concebir un futuro como héroe sin él a su lado. Julie, la hermana mayor, notaba que Justin no estaba tranquilo.

            —Sé que extrañas a George, Justin, pero debemos dar vuelta la página. Debemos ser capaces de seguir adelante y cumplir nuestras responsabilidades sin él —decía Julie, aunque más que un consuelo, parecía una reprimenda.

            —Lo sé, hermana, pero si ni siquiera sabemos qué pasó con él… —Justin no se consolaba al no saber si lo volvería a ver alguna vez, si estaba muerto o sólo temporalmente ausente.

            Lo cierto es que ambos hermanos sabían que se tenían el uno para el otro, sabían que lo que se vendría sería un completamente nuevo comienzo, y que no sería nada fácil.

            —Vamos a casa —dijo Julie, mientras volaban—. Allá estaremos más tranquilos para pensar.

II

            La imagen que mostraba Northcrem no difería mucho de lo que se veía en el resto del mundo. Un mundo que tenía poco más que ruinas, intentando levantarse de nuevo. Los hermanos de Fuego volvían a casa, pero lo que más esperaban era volver a sus vidas como hermanos Smith.

            —Al fin en casa —dijeron ambos, casi al unísono. No podían ocultar su satisfacción por estar ahí, a pesar de que su casa también necesitaba grandes reparaciones.

            Ambos entraron a su casa, y apenas lo hicieron, notaron que algo estaba mal allí. Había un extraño ambiente, y se sentía. De pronto, sintieron un ruido. Ambos miraron en rededor, y se pusieron en guardia. Poco a poco, su cuerpo fue expulsando llamas, lo que les fue dando sus formas ígneas.

            —¡¿Quién anda ahí?! —gritó Julie.

            Sorprendentemente, la respuesta no se hizo esperar, y fue de una voz ronca, casi como el gruñido de un animal.

            —Soy yo. Los estaba esperando.

            Lo que vieron a continuación fue probablemente lo que menos esperaban ver. Frente a ellos se erguía una criatura alta, de unos dos metros de estatura, y con un grueso cuerpo que denotaba una gran fuerza, además de una cola que era tan fuerte como cualquier extremidad: se trataba de su viejo enemigo, Escorpión, uno de los rivales más fieros que alguna vez hayan enfrentado.

            —¿Qué haces tú aquí? —preguntó Justin, con real miedo.

            —Supe que a la familia Smith le faltaba un miembro por estos días… y simplemente quería asegurarme que los miembros que quedaban tuviesen lo suficiente —respondió Escorpión, con una frialdad escalofriante.

            —¿Lo suficiente para qué? —preguntó Julie—. ¿Qué quieres de nosotros?

            —Ustedes saben que me gustan las buenas peleas, como las que me daba su hermano mayor. Pero, ¿están ustedes a la altura de ser dignos rivales para mí?

            El honor de guerrero de Escorpión era lo único que tranquilizaba a los hermanos de Fuego. Ellos sabían que su rival prefería un buen combate antes que un ataque cobarde que los pillase desprevenidos.

            Pero ante la pregunta que éste les hizo, no tenían respuesta. ¿Estarían realmente preparados para estar al nivel de su hermano mayor?

            —Espero que lo estén —dijo Escorpión, antes de que los hermanos alcanzasen a pronunciar alguna palabra—, porque esta ciudad y el mundo van a necesitar que así sea.

            En ese momento, Justin tragó saliva. Si bien ya sabía que lo que vendría sería difícil, le asustaba que alguien como Escorpión se los dijera tan directamente. Ninguno de los hermanos se movía aún.

            —Los estaré observando para saber si son dignos. Nos veremos de nuevo… pronto —y tras decir esto, Escorpión se dio media vuelta, y dejó la casa.

            Los hermanos, aún inmóviles, sintieron un escalofrío en su interior. Luego se miraron, pero no supieron que palabra emitir. Sólo un abrazo pudo transmitir lo que sentían.

III

            En un perdido callejón de Northcrem un extraño ser, cubierto de un extraño material parecido a la espuma, trajinaba buscando algo que le pareciera de utilidad en un montón de chatarra, con una sonrisa en su cara.

            —Lo haré, lo haré —se repetía a sí mismo—. Traeré de vuelta lo que me quitaron, ¡recuperaré lo que es mío!

            Mientras pronunciaba estas palabras, en su retorcida mente se dibujaban varias figuras ígneas, recuerdos de explosiones y el trazo de un oscuro plan, para el que sólo necesitaba tiempo…

IV

            Así como la ciudad se levantaba poco a poco en el amanecer del nuevo mundo, Justin y Julie habían comenzado a levantar de nuevo su dañada casa, esa que había albergado a la familia Smith durante toda sus activas vidas. Por la radio, surgían reportes de algunos incidentes entre fanáticos religiosos de distintas creencias con personas que decían creer en un nuevo dios, y seguir una nueva iglesia.

            Pero otra noticia llamó aún más la atención de los defensores de Northcrem. Una noticia que hablaba de una gran reunión de héroes en el antiguo cuartel de los Defensores Unidos, en Angalil.

            —Quizás debamos ir, hermana —dijo el joven.

            —Si, Justin —respondió Julie—. Necesitamos estar unidos en estos momentos. El mundo nos necesita. Luego seguiremos ocupándonos en nuestras cosas.

            Entonces, ambos volaron hacia la capital de Eria, a reunirse con sus compañeros defensores, y esperanzados en encontrar apoyo y ayudar en lo necesario.

            Pero lo que ambos realmente sentían, más allá de la esperanza, y en lo más profundo de su ser, era miedo. Miedo de no ser suficientes, de no ser capaces de superar la ausencia de su hermano. Miedo de no ser los verdaderos héroes que el mundo necesitaba…


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